jueves, 19 de diciembre de 2019

HOMÉRICAS

Todos las actividades de la clase media occidental, si te fijas bien, son irrelevantes. Únicamente la arrogancia y la banalidad constante de las acciones de sus miembros entre 15 y 50 lo son (por nimias que sean las unas y por acotar a la población de los otros en plan sociológico, y tal), hasta afectar a todo lo que tocan y todo lo dicen. Lo relevante de sus vidas, una a una con número de DNI, nombre y apellido, es ver cómo abdican de su condición de Reyes y Reinas destronados o desposeídos de una herencia que les otorgó la misión de llevar a la humanidad al paraíso, y en la que han fracasado estrepitosamente. Lo relevante, por tanto, es ver como asimilan que su verdadera misión es ser los enterradores de esa ilusión y, al mismo tiempo, los iniciadores después del entierro y los funerales de otra nueva misión para la que son perfectamente incompetentes: de ahora en adelante, y como herencia para sus hijos, dejar de pensar la condición humana a partir de una plenitud o perfección pérdidas o todavía no alcanzadas. El auténtico cambio climático empieza en el enfriamiento de la mente calenturienta de todos y cada DNI censado dentro de esa masa que constituyen La Clase Media Occidental, que perfectamente ya no es Proletariado, ni puede ser Proletarizada a la antigua usanza del siglo XIX. 
Primer mensaje de la nueva misión: No todos los éxitos tecnológicos son convenientes para la existencia humana, aunque si pueden quedar absorbidos por el bullicio de sus propios consumidores. A ello se refiere Silvain Tesson en su libro, “Un verano con Homero”, el de la Ilíada y la Odisea.
“Homero describe a menudo su «molesto bullicio». Este cenáculo de marqueses nos resulta familiar, ¿no es cierto? Es la imagen universal de la ambición y la mediocridad. Están seguros, porque se lo merecen sin más, de su buen derecho. El bullicio es el eco de su villanía y la banalidad que la acompaña, y durante los últimos dos mil quinientos años todos los pueblos del mundo se han dado cuenta de que existe una relación directa entre lo nocivo de una comunidad y el nivel sonoro que alcanza para manifestar lo que cree que es su triunfo.” Se han dado cuenta, pero nunca lo han confesado abiertamente. Hoy, todavía, en esas estamos. Y con esas padecemos.