Los retrasos, digamos, de la vida cotidiana me afectan sin que pueda decir que pierdo la compostura. Los retrasos, digamos, de la vida extraordinaria - las vacaciones como una parte inseparable de lo que es esa vida fuera de lo habitual, no rompen gratuitamente la rutina de cada día, por mucho que el optimismo obligatorio dominante me quiera hacer creer lo contrario - me sacan de quicio, en el sentido de que me hacen perder la serenidad interior a la que siempre tiendo. De repente, y de dentro afuera, tengo la dolorosa sensación de que todo se descompone. Por ejemplo, visito con más frecuencia el WC. Duarte no paró de recordarme, supongo que con la intención de consolarme, durante todo el vuelo hasta el aeropuerto de Frankfurt Hanh que, el autobús que nos llevaría hasta Frankfurt de Main, cien kilómetros más hacia el este, esperaría a los retrasados de Gerona. Los alemanes, me dijo, cuando volví de mi segunda visita al WC, son gente seria. Hay cosas que hay que oír muchas veces, como pensamientos o reflexiones que hay que leer cada día, para lograr comprender su verdadero significado. No es cuestión de error o acierto, sino de alcance. Se alcanzan a comprender o no se alcanzan. Aproveché el momento de suspensión en el aire para volver a leer mentalmente una cita de José Luis Pardo, que decidí iba a ser el santo y seña para moverme entre las instalaciones que me esperaban en la Documenta 14 de Kassel. Se lo comenté a Duarte y le pareció bien, imagino que también en su firme voluntad de que no me alterara más de lo que ya estaba. Me dijo, sin levantar la vista del libro de Vila Matas del que le quedaban por leer las últimas páginas, que le parecía que la novela era, en sí misma, una instalación exterior al propio marco geográfico de Kassel, donde se ubicaban todos los contenidos de Documenta 14. Leer la novela, me advirtió Duarte, está siendo para mí el mejor anticipo de la visita que me espera en la ciudad alemana. La cita de Pardo dice así : “Uno no ingresa en el mundo si no es a través del lenguaje. Uno no sabe exactamente lo que está pensando hasta que no lo dice, y cuando lo dice, no solamente ocurre que lo estás diciendo, sino que hay otro que te escucha y otro que te tiene que entender". Ya sé que los predicadores de la educación y la moral imperante son muy dados para que le salgan las cuentas - que no son otras que seguir siendo imperantes cuando más años mejor - a meter el bisturí entre el mundo y el lenguaje con que quieren que sus feligreses y consumidores dependamos del mundo que predican. Son muy dados, para que entiendas el engaño, a no hacerse cargo de lo que dicen, ni de las consecuencias de lo que dicen. Según ellos, el mundo va por un lado y el lenguaje que utilizamos, al tratar de comprenderlo, por otro. Y así debe seguir siendo por los siglos de los siglos, amen. Debería andar con cuidado, pues por lo que oí a Duarte sobre su lectura de Vila-Matas, además de la que yo estaba haciendo, Kassel no es que no invite a la lógica fisicomatemática, qué otra podría ser, sino que no me iba a invitar al sosiego, si me tomaba en serio lo que allí se me ofrecía en cuestión de horas.