martes, 27 de octubre de 2015

LA LITERATURA VA EN SERIO PORQUE LA VIDA NUNCA ES UNA BROMA

Quizá convenga recordar que la literatura es una experiencia del mundo en el territorio del lenguaje, también una forma de comunicación que abre las puertas al conocimiento. Conocimiento en sentido amplio, no solamente de códigos racionales, ni demostrativos. Me refiero al conocimiento de las semejanzas, de lo metafórico, de lo difícil, de lo que es hasta entonces obscuro para los lectores. Y que sin la capacidad de esos lectores de hacer preguntas a su experiencia y sin la necesidad de darle sentido mediante el lenguaje, creo que no hay posibilidad de la literatura así concebida. 

Si la literatura no es una investigación de lo experimentado por cada lector, creo entonces que no vale nada. Si pudiéramos explicar mediante significados precisos aquello que cuenta, entonces valdría con exponer esos significados sin necesidad de construir lo literario, que es más bien interrogativo que concluyente. La literatura sigue en esto a la vida, que me parece que es también interrogativa. Ahí radica la seriedad a la que aludo en el título. Si la literatura fuera demostrativa entonces no habría necesidad del lector individual e irrepetible, ni del diálogo que mantiene con el narrador. Se conformaría con los expertos que tienen respuestas y soluciones para todo, y con un público indiferenciado: ese conglomerado humano que aplaude o rechaza, pero que no interviene.

Insisto en ello porque me resisto a aceptar, aunque vaya a contracorriente, que leer y escribir sea una actividad sólo de profesionales de la literatura, o de iniciados que pertenezcan a alguna secta o congregación. Un día alguien que no estaba habituado a leer me lo resumió así: "si la vida va en serio, tal y como yo creo que va, intuyo que la literatura también, aunque no entienda del todo lo que me diga el narrador." Comprendí entonces que que ese era el significado de la seriedad de la vida y de la literatura. Porque la seriedad de la vida y de la literatura consiste en aceptar, debido a nuestra naturaleza imperfecta e inacabada, que no nos entendemos, pero que nunca debemos renunciar a intentarlo, si no queremos pagar un alto precio por ello. El precio de la locura o del infantilismo crónico, que son las dos caras de la misma moneda con que se trafica en el mundo actual.

Entendí que leer y escribir en compañía, de eso se trata. Pero también entendí que la vida y la literatura solo pueden ir en serio entre personas y lectores adultos. Traigo a colación lo que dice Richard Ford, en su libro "Flores en las grietas", sobre la literatura de Chéjov:

"Pese a su superficial sencillez y a su aparente accesibilidad y claridad, los cuentos de Chéjov - en particular los mejores - no son tan fáciles para un joven corriente. Al contrario, a mí Chéjov me parece un escritor para adultos, cuya obra es útil y también bella porque orienta la atención a los sentimientos adultos, las complejas reacciones humanas y los pequeños problemas de elección moral en el seno de dilemas mayores, dominantes, cualquiera de cuyos elementos, en caso de que se presentaran en nuestra complicada e impulsiva vida social, escaparía incluso a una observación sutil. El deseo de Chéjov es complicar y poner a prueba nuestra visión de personajes que erróneamente creeríamos capaces de comprender a simple vista. Además, casi siempre nos aborda con una gran dosis de seriedad centrada en algo que intenta hacer irreductible y accesible, y mediante esa concentración insiste en que nos tomemos la vida en serio. Esta indicación, por supuesto, no siempre es fácil de seguir cuando se es joven."