La presentadora de la Noche de los Goya sacó con sus palabras la imagen a la palestra. Interpeló a los gobernantes de este país y a continuación nombró al señor Sarkozy y la señora Merkel. Fijo así, ante millones de espectadores, el sentimiento de depauperación en el que nos encontramos inmersos.
La Noche de los Goya es cualquier cosa menos un espacio y un tiempo de realidad cotidiana, y Eva Hache será lo que sea menos un busto de los telediarios. Guste mas o menos, esa es otra historia, la Noche de los Goya, como las de todos los festivales de cine, es una Noche de la Ficción. Por eso, si la narradora es competente, como es el caso de este año, justamente ahí es donde, y de forma imprevisible, puede aparecer la verdad.
El ansia de maquillarla, sin embargo, llevará a nuestras marionetas electas en los próximos años a la realización de múltiples operaciones de lifting que nos harán creer que los templos y murallas, que otrora dieron cobijo a nuestros ideales, todavía se mantienen en pie. Nadie va a ahorrar ningún esfuerzo para que eso sea así. Y llegado el momento improrrogable del desengaño, seguiremos con los ideales a la intemperie, deambulando como sonámbulos de una lado para otro tratando de buscar un nuevo lugar de encuentro y de comunicación. Un nuevo cobijo. Pero lo que encontraremos serán los viejos fantasmas apostados a la vuelta del camino. Siempre ha sido en tiempo de catástrofes y de malos augurios, ya que mirar a la verdad de frente no ha sido nunca un atributo que nos haya identificado. Por eso somos tan aficionados a las ficciones aunque parezcan reales, como sucede cada vez mas a menudo. Decimos que nos son útiles para entretenernos, otra mentira. Lo expresemos o no, intuimos que en esas ficciones se encuentra lo que andamos buscando. Y saberlo así..., con eso nos basta.
Con su breve parodia Eva Hache puso el foco allí donde el foco nunca quiere iluminar. Las carcajadas del respetable sellaron con su estruendo una certidumbre inapelable, que no admite otra aproximación que no sea bajo ese palio. Y encima, para regocijo de los cínicos, gano la película "No habrá paz para los malvados".