domingo, 6 de noviembre de 2011
THE WILDEST DREAM (conquest of Everest), de Anthony Geffen
Antes de que el alpinismo se convirtiera en un encarnizado negocio mediático más, las montañas eran visiones percibidas con deseo y estupor desde los valles y las llanuras, donde habitaban, a su vez, los otros grandes visionarios. Crazy Horse lo fue de las grandes llanuras norte-americanas, George Mallory del techo el planeta. Le dejo muestra de este tipo seres, que han vivido y viven entre nosotros aunque la codicia en que hemos zambullido nuestras vidas nos impida verlos.
VISIONES DE LO QUE PERDURA MAS ABAJO DEL EVEREST
Agustín de Hipona, vivió entre los siglos IV y V de la era cristiana, y fue uno de los cuatro padres mas importantes de la Iglesia Latina. Dejó escrito, que las personas viajan para maravillarse ante la altura de las montañas, las enormes olas del mar, los largos cursos de los ríos, la inmensa vastedad del océano, el movimiento circular de las estrellas; y sin embargo, se contemplan a sí mismos sin mostrar el menor asombro.
Celestina Aguirre, 58 años, agricultora y ganadera del valle de Liébana, preguntada por un turista de la capital sobre que es lo que se podía hacer en invierno entre aquellas montañas, respondió: lo que no nos dejan hacer ustedes en verano.
Coleman Silk, 61 años, profesor emérito de una universidad del medio oeste americano, dice, en alguna de las páginas de sus memorias, que las montañas son las líneas sobre el cielo que mejor registran las pasiones humanas que se producen en los valles y las llanuras.
Roger Catman, 43 años, funambulista, piensa que quizá el vértigo que producen las grandes montañas no sea una representación más de los problemas humanos, sino el símbolo mas acertado de su solución, si confiamos en él en lugar de ofrecerle una tenaz resistencia.
Ventura Larrauri, 66 años, parapléjico por accidente laboral, entiende desde su silla de ruedas la fácil emotividad que muestran los alpinistas por la consecución de sus propósitos y respeta la veneración semirreligiosa por la pompa y la grandeza que, incluso abriendo paso a las lágrimas, tienen por estos gigantes callados de la naturaleza.
Sebastià Casamitjana, 44 años, funcionario de prisiones y astrónomo a tiempo parcial, no le cabe le menor duda de la inutilidad del alpinista moderno que contempla las estrellas desde lo mas alto de las montañas para no ver las ratas de los valles y las llanuras.
Catalina de la Fuente, 30 años, esquiadora de montaña y profesora de esquí alpino, no quiere dejarse engañar por el silencio embriagador que percibe en lo alto de las montañas nevadas donde trabaja y disfruta con lo que mas le gusta. Las buenas maneras en los valles y las llanuras, dice, no son siempre expresión de ideas felices.
Otelo de Guimaraes, 25 años, topógrafo y guía de alta montaña durante los fines de semana. Su corta pero intensa experiencia profesional le ha llevado a adquirir una convicción que cree le durará el resto de su vida: la verdad que hay al alcanzar la cima de cualquier montaña es mas inquietante que el razonamiento puesto en la obtención de sus dimensiones topográficas.
Francisco Petrarca, poeta italiano del siglo XIV. La excursión que hizo al Mont Ventoux, en la Provenza francesa, se ha considerado por los historiadores del montañismo como la primera ascensión a una montaña con fines puramente personales, alejada de un deseo de conquista o exploración. En un momento de la ascensión anota: has de saber que lo que has experimentado hoy en varias ocasiones en el ascenso de este monte es lo que te sucede a ti y a muchos cuando os acercáis a la vida interior; pero no es tan fácil que los hombres se perciban de ello, pues los movimientos del cuerpo son visibles, mas los del espíritu permanecen invisibles y ocultos. En verdad, la vida que llamamos interior está situada en un lugar excelso y, como dicen, es angosta la vida la vía que conduce hasta ella. Asimismo, se interponen muchas colinas y es necesario avanzar de virtud en virtud, por preclaros peldaños. En la cima se halla el final de todo y el término del camino al que nuestra peregrinación se orienta. Allí desean llegar todos, pero como dice Nasón: “Querer es poca cosa; necesario es desear ardientemente algo para conseguirlo”.
Werner Heisenberg, físico aleman de la primera mitad del siglo XX, descubridor del principio de indeterminación, apunta en su libro “La imagen de la naturaleza en la física actual”: el hombre moderno ciertamente puede hacer lo que quiera, pero no puede querer lo que quiera.
Casimiro Aguilera, 67 años, maestro de escuela jubilado y antiguo alpinista, pionero en las escaladas sobre hielo, está escribiendo un libro titulado Zonas Alpinas donde, entre otras cosas, dice: son espacios fuera del consumo en los que las burbujas giran enloquecidas sin saber donde apuntan. Espacios desolados donde se pueden iniciar cosas.
Gabriela Kosinski, 2 años, su único afán, cuando entra en la biblioteca, es escalar por si sola, con gran temor de su madre, hasta la estantería donde se encuentra la pelicula “Los músicos de Bremen”, de Walt Disney.