lunes, 17 de octubre de 2011

TAXI DRIVER. 35 AÑOS DESPUÉS

35 años después es un subtítulo que interpela directamente al espectador. Al paso del tiempo, es decir, de su tiempo. La película es la misma hace 35 años que hoy, y que lo será 35 años mas tarde. El que ha cambiado es el único que puede cambiar, el espectador y su mirada respecto lo que le rodea.

La cara oculta de la Nueva York de los años setenta (tambien podía haber pasado en Barcelona, dejando solo las puertas de los taxis de amarillo); la inadaptación y la marginación en las grandes ciudades; la violencia urbana consecuencia de las drogas y el paro; la sexualidad furtiva y mercenaria que propicia el anonimato de la gran ciudad; una de taxistas y el costumbrismo urbano consecuente; y en este plan. Son formas de ver Taxi Driver que ya hemos visto o que nos han dicho que han visto. Pero llegados a hoy, como antaño, Travis Bickle, su principal protagonista, continua siendo un desconocido.

Se trata de dejar de lado el peso de esa herencia hermeneútica, y sus logros correspondientes, y mirar la peli por si misma, quitándonos de encima la preocupación de que eso tenga que desembocar, otra vez como cuando entonces, en una tesis demostrativa o en alguna reflexión de índole finalista, redentora o apocalíptica.

Verla por si misma significa acompañar, en el momento mismo de la proyección, el itinerario vital de Travis Bickle tal y como nos lo muestra Scorsese, mediante la planificación y el montaje que ha elegido, y el ritmo, el tono y el punto de vista de la historia. Es decir, mediante lo propio del lenguaje cinematográfico. Sin otros mediadores. Como si la mirada del espectador fuese una esencia, por hablar en terminos platónicos, que no tiene a ninguna otra situda por encima de ella a la que tuviera que rendirle cuentas, que le obligara a decir, por ejemplo, que es una obra maestra. Verla estando mas preocupados por comprobar como nos afecta hoy su aspecto sensible, que por la urgencia de hacer inteligible lo que vemos o por mantenerla en un ranking de celebraciones.

A canas y arrugas descubiertas comprobaremos, así, como nos ha afectado realmente el paso del tiempo al volver a verla.