martes, 9 de febrero de 2010
SiCKO, de Michael Moore
MATEMATIZACIÓN DE LA EXPERIENCIA
Lo que no me interesa de los documentales de Michael Moore es que con ellos siempre intenta demostar algo. No mostrar, demostrar algo que el sabe que es cierto y además es de su propiedad. El encadenamiento de imágenes y secuencias parecen ecuaciones o demostraciones matemáticas o geométricas del tipo: la suma del cuadrado de los catetos es igual al cuadrado de la hipotenusa; o la suma de los ángulos de un triangulo es igual a 180 grados; o, puestos en plan mas moderno, la energia es igual a la masa por la velocidad de la luz al cuadrado. Eso sí, todo ello muy bien adobado con el sentido del humor que proporcionan sus intervenciones particulares, sus hechuras de oso Yogui y sus andares patizambos. Matematicas mas buen rollito igual a verdad verdadera.
Una de las leyes de las matemáticas básicas es que no se pueden sumar, por ejemplo, huevos con patatas, porque de ahí no sale una tortilla. Las operaciones matemáticas se han de hacer siempre entre magnitudes homogeneas. Puestos a demostrar las consecuencias de la falta de cobertura sanitaria general en los Estados Unidos de América, lo matematicamente correcto es hacer la comparación mas detallada con Europa o con cualquier pais del continente europeo. De sistemas políticos similares, productos interiores brutos similares, rentas per capitas similares, etc., si se puede extraer alguna conclusión matemática razonable y, de paso, creible. Lo hizo, es verdad, pero como paso previo a su intención oculta, que era bajarse al Caribe. Ahí estaba el marrón, la colisión auténtica que quería provocar y ofrecernos.
Después de mostrarnos lo mal que esta la sanidad en USA, mas unas pinceladas de sistemas mas benevolentes con el paciente, como el de Francia o el del Canadá (tesis), fue cuando, abruptamente, bajó el foco de la cámara a la sanidad de la isla gorda del Caribe (antítesis). Lo que yo experimente entonces fue un chirriar ensordecedor en los goznes mismos del montaje del documental (síntesis), lo cual me impidió entender algo con interés, mas allá de verle el cartón de la mala hostia que gasta el autor. ¿Qué culpa tienen la mala sanidad de USA y la buena de Cuba, para que un señor encabronao las ponga en contacto? Me ahorro decir lo que puede imaginar semejante cabezota en llamas ¿Qué culpa tiene el espectador adulto y responsable, digamos, de aquí, que lo que quiere es entender y hacer algo con ello, no sumarse a los tufos manipuladores que emanan de un cabreo crónico? Puestos a intercambiar cabreos lo justo es que yo le pueda también contar los mios. ¿Cuándo y donde quedamos, señor Moore? Cabreo por cabreo, ¿quién no siente malestar por el hecho mismo de estar vivo, habite donde habite?
Otra cosa hubiera sido que nos hubiese mostardo lo mal que está la cobertura sanitaria, pongamos, en China o Iran, y nos lo comparara con la sanidad castrista. La tesis a exponer sería: como dentro de sistemas políticos dictatoriales o autoritarios, cuyas formas económicas y sociales son consecuencia de aquellos, la cobertura de la sanidad pública puede ser distinta. Lo cual vendría a demostar que la ausencia de libertad tiene sus formas plurales de manifestarse en asuntos tan sensibles para los derechos humanos como la atención médica. Paradoja muy interesante a tener en cuanta por los espectadores que vivimos en sistemas políticos democráticos, ya que nos proporciona una herramienta de gran utilidad a la hora de poner nuestra mirada sobre mundos de apariencia monolítica y cerrada.
Señor Moore, el cine documental de tesis (por no salirme de su estilo) ha de servir para esto, no para dar rienda suelta a sus obsesiones obsesivas, una y otra vez, una y otra vez, con la única idea, como el flautista de Hamelin, de colocar adeptos incondicionales al amparo de sus enormes espaldas. La honestidad intelectual y moral continua siendo un grado a la hora de coger y mover la cámara.