lunes, 22 de febrero de 2010

HOME, de Ursula Meier


SOMBRAS QUE NO NECESITAN JUICIO

Me va tener que disculpar, pero me cuesta llevarme bien con los sincronismos mágicos, también llamados ocurrencias, tan de moda ahora que vivimos en tiempos de relativismo cultural. Yo soy mas de tradición antigua griega, rabínica y por ahí (por favor, no me la confunda con vieja, ya me entienda), donde la verdad es un misterio inalcanzable, pero sabedor también, ante tal convicción, que es más peligroso quedarse quieto sin hacer nada, que seguir intentando acercarse a ella con sentido, a pesar de la garantia del fracaso. Creo que me encuentro mejor colocado, creo que veo más, en fin, creo que corro menos peligro de que se me vaya la pinza sobre esta grieta inestable y sangrante, que a lomos de la verdad previa que emana de aquellos sincronismos mágicos y otras cintas de video. No solo me aturden los efectos mediaticos que los avalan y estercolan, sino que me intimidan los cerebros que los imaginan. Como habrá colegido, no es que me haya subido el nivel del colesterol masoquista y tal, se trata de resistirme a abandonar ese lugar desde donde mirar el mundo con perplejidad, para después poder hacer algo y poder ponerlo en contacto con los efectos de la perplejidad ajena. Ver, leer, escuchar, en fin, comunicar no es otra cosa que eso. Ya ve.

Anote esto. Apañados estamos si aceptamos el juego de que la verdad tiene propietario, aunque para rebajar los efectos del tiro se diga a continuación que todo el mundo tiene derecho a tener la suya. Fíjese donde hemos metido lo que tradicionalmente nos ha producido perplejidad, fíjese a que hemos reducido el agujero negro de cuya mirada intensa y contradictoria han salido las mejores obras de arte de nuestra civilización. Si aceptamos ese juego habremos construido la trampa perfecta: dar bola a la exagerada dramatización de las emociones más triviales. A partir de aquí al descaro mas insultante le llamarán afecto, la crueldad se camuflará bajo la máscara de la autoestima perdida, en fin, todo el mundo se creerá con derecho a todo por manejar un lenguaje en el que dicen creer y que por tanto se merecen.

"Lo siniestro es aquello que debiendo permanecer oculto se ha revelado". Shelling
"Tuve que cerrar la puerta del pasillo. Han tomado la parte del fondo". Cortazar en su cuento Casa tomada.

¿Qué es lo que debe permanecer oculto a nuestros ojos para seguir manteniendo la perplejidad? Ésta es la clave. La peli flojea porque no funciona ese juego de ocultación y apariencia. Ese han tomado la parte del fondo, del cuento de Cortázar, no se sabe que és. Queda oculto a la mirada del lector. Pero, sin embargo, lo siniestro, que debia permanecer oculto, se ha revelado.

Las acciones verdaderamente libres, como es la decisión de la señora Marthe de no abandonar la casa, nacen del centro del agujero negro de la conciencia personal. Construir una imagen que pueda desvelar ante el espectador alguna formula determinada que pretenda demostrar una tesis previa o poner en contacto el efecto con su causa (la reabertura de la autopista, con sus ruidos y sus atascos, mas las miradas lascivas de los conductores sugiere que eso es lo que les ha jodido su placentera vida y lo que les presiona para encerrarse en la casa), supone reduciir hasta anularla su misteriosa elusividad. Cielo santo, menudo bajonazo.

La conciencia oscura de la señora Marthe, que anima su resistencia a no dejar la casa y de paso le da fuerza para arrastar a toda la familia solo puede ser visible, estar presente como ausencia. Pero cuando la reabertura de la autopista es un hecho mas que explícto, cuando se va la hija mayor porque no aguanta más, cuando vuelve para certificar que su familia no tiene remedio, ya nos han ido metiendo de hoz y coz en el ámbito de lo urbanístico, de lo psicologico, de lo demostrativo, es decir, de que la culpa de nuestro infierno siempre la tienen los otros. Pero, ¿no era voluntaria su marginalidad? Habiendo abandonado lo que de misterioso, sobrenatural e incomprensible podía haber en su conducta se han convertido en una heroica familia con derecho a reconocimiento público.

Queriendo apropiarse de la verdad de la situación que propone, al no conformarse con mostrar los detalles que la ocultan, la señora Meier ha desviado el sentido de la peli hacia el panfleto y su pancarta. Es lo que pasa cuando nos apropiamos de lo que no es nuestro, sino patrimonio de todos, que nos convertimos en jueces albaceas del asunto. Y, claro está, hay que sacarle partido a la toga. Pero yo no me había sentado en la butaca para asistir a un juicio.