lunes, 8 de febrero de 2010

PRESTIGIO QUE DA LA LÁGRIMA




¿Por qué mucha gente tira de la lágrima cuando se pone delante de una peli o un libro? Volviendo a ver el otro día la película “El lector”, de Stephen Daldry, una espectadora me dijo, con los ojos a punto del desagüe, que le había gustado mucho. Movía mucho las manos, como no sabiendo que hacer con ellas, llevándoselas a la cabeza con el ánimo, se me ocurrió, de intentar calmar toda la movida emocional que la película le había levantado. Hubo un momento en el que llegué a pensar que el gusto le había levantado un insoportable dolor de cabeza. El hombre que le acompañaba, mas contenido como correspondía a la honorabilidad de su sexo, asintió con la cabeza y levantó acta notarial, me atrevería a decir, sobre lo que me acababa de decir la mujer. También me dio la sensación que estaba dispuesto a batirse en el campo del honor con quien osara llevarle la contraria. Aunque este último extremo no lo podría demostrar a ciencia cierta, ya que hoy en día hay mucho duelista camuflado de defensor a ultranza de la paz. Poca broma con esta gente.

Es una escena que se repite con inusitada constancia desde que el espectador le presta atención y tiempo al cine. Para mi es la escena primordial de la historia del cine. Ver, emocionarse, llorar, contarlo y quedarse en paz con uno mismo. Un nuevo religare que sustituye al milenario de la Iglesia. ¿Cómo negarle a esta conducta, tan común a todos nosotros, su derecho a estar presente en nuestras vidas? ¿Cómo negarle su necesidad para seguir vivos? A parte de mezquino, es inútil, aunque todavía hay mucho intelectual de vitola francesa que insiste en ello como si le fuera la vida. Es como pedirle a un rio que no se desborde cuando el cauce no aguanta más el caudal que se le echa encima. Igualmente las lágrimas son un fenómeno de nuestra naturaleza que se desbordan cuando el caudal de las emociones aprietan en el curso bajo de nuestras existencias. Aunque bien mirado el cauce de las cuencas oculares tampoco da para mucho.

Ahora bien, ¿conviene regular esa tendencia a salirse de lágrima que tenemos los humanos? Conviene y además, al igual que llorar, es necesario. Las lágrimas solo cumplen su papel si saben contenerse. Solo así nuestras emociones pueden llegar a ser grandes, a manifestar todo su potencial expresivo. ¿Qué modelos de diques pueden regular el flujo lacrimal indiscriminado de nuestras emociones? Uno es tirando de virilidad, de tipo duro y tal, como hizo el hombre que he mencionado más arriba. Otro es dotar a las emociones y los sentimientos de la capacidad de compartir y de comprometerse con sentido. Sentir y otorgar sentido a lo que se siente. Me refiero al sentido narrativo, delante de la pantalla o del libro. Usar las lágrimas como única moneda de cambio es salir al encuentro de los intereses del mercado editorial o audiovisual, pero no significa que se haya leido o mirado. Todo uso así entendido es legítimo, pero toda lectura o visionado no.

Cuando se menciona el sentido de una narración o el sentido a secas, tendemos a imaginar señales de tráfico que indican direcciones inexcusables. En cambio, el sentido de las palabras o de las imágenes está asociado al sentir, a la forma en que provocan el sentimiento y en consecuencia el cambio en la percepción (todo sentimiento altera la percepción y toda alteración en la percepción induce un sentimiento). Pues eso. Nada mas que eso.