jueves, 2 de febrero de 2023

HEREDEROS Y ALBACEAS

 Faltan dos meses para que nos encontremos en Madrid para seguir las huellas de una batalla dentro de una guerra. La batalla de Madrid como parte muy significativa de la guerra civil española. También faltan dos meses para que se cumpla el 84 aniversario del final de esa batalla que dio paso la final de esa guerra. Dos inicios de primavera bien distintos. Los  entendidos en guerras dicen que los efectos psicológicos de una guerra civil duran como mínimo cien años. Las huellas físicas, dependiendo de cómo vayan trabajando esos efectos sobre el alma de los herederos y los albaceas de esas guerras, pueden durar para siempre. Por ejemplo, los campos de concentración y exterminio de la Segunda Guerra Mundial en suelo alemán. Sin embargo, menos conocidos o completos desconocidos son esos mismos campos en suelo ruso. La memoria es mas intencional que arbitraria. Las huellas visibles de una guerra siempre evocan lo peor de nuestra condición humana invisible. Y es que una guerra, derrotadas la palabras, es una lucha a muerte entre los tiburones más dotados para la depredación y también en el uso de sus bazas políticas, pues no olvidemos que la guerra es la continuación de la política, no ya con las palabras sino con las balas y bombardeos. Como todo lo inefable de la naturaleza (así la salida del sol cada mañana, o la erupción de un volcán), los tiburones humanos no hablan ni se espera que lo hagan. Depredan y aniquilan sin más (como el sol da luz y calor, o el volcán llena todo su alrededor de lava ardiente). Mejor dicho, hacen que otros depreden y aniquilen. Así somos los tiburones humanos, tenemos esos días o esos años en que dejamos claro que formamos parte de esa naturaleza inefable. Sin más.

Como todavía no se han cumplido los 100 años del fin de aquella guerra, huellas visibles y efectos invisibles estarán presentes al mismo tiempo en el alma de quienes estemos en Madrid en el inicio de esta primavera de 2023. Conviene recordar, por ello, con que palabras se inició aquella primavera de 1939 de nuestros antepasados.  A destacar por su significación: es el primer documento que firma Franco con su apellido y nuevo empleo.

En el día de hoy, cautivo

y desarmado el Ejército Rojo,

han alcanzado las tropas na-

cionales sus últimos objeti-

vos militares. La guerra

ha terminado.


El Generalísimo

Franco

Burgos, 1° Abril 1939.


En nuestra primavera volverán las palabras, si son sensibles mejor que las de machaca martillo, o martillo pilón, o ideológicas, que traten de dar la réplica a las del Tiburón Vencedor. Veremos así como van los efectos invisible en su trato con las huellas visibles. Algunas de esas palabras buscarán el encuadre en sus fotos, y al revés, y estará bien que así sea. Convendría agruparlas y fijarlas a resguardo en algún sitio, para impedir que el río de la vida, que no hace falta que sea una guerra, se lleve esta experiencia por delante. 


Durante estos dos meses os iré adjuntando, bajo el rótulo común de “Tras las huellas de la guerra”, hitos significativos de la misma. Cada cual, venga o no venga a Madrid a visitar los lugares donde ocurrieron los hechos, podéis hacer vuestras propias investigaciones y darlas a conocer. Todo irá en beneficio de la idea que anima el viaje, más allá de lo propiamente turístico, que también. Esa idea no es otra que comprobar que lo que leemos en los papeles o vemos en las pantallas tuvieron lugar en una tierra concreta de hoy, más allá de los papeles y las pantallas y más cerca de lo que esa tierra fue en los días que ocurrieron los hechos que nos convocan. Sentir hoy ese doble sentido o esa doble sensibilidad, papeles-pantallas y tierra concreta, le sentará bien a nuestra intrínseca e inevitable condición de herederos y albaceas de esta guerra, bien sea por acción o por omisión.Ya os adelanto que todo concluirá tomando un café de 10 pavos, 15 si lleva pastitaa, en el Hotel Ritz, antiguo hospital de sangre en la época de la guerra, lugar donde murió Buenaventura Durruti. A mi entender - después de lo que he leído sobre el asunto, incluidas las lecturas académicas de mi época de universitario - Durruti es el epítome o resumen trágico más significativo de esa colosal locura individual y colectiva que fue la guerra civil española. En el Hotel Ritz nos esperará Luis, un amable maitre del hotel, que nos dirá algunas palabras sobre las últimas horas de la vida del personaje Durruti en la habitación 212.