COBLENZA
Situada
en la confluencia de los ríos Rin y Mosela, la ciudad de Coblenza, como su
origen etimológico dice, es lugar de confluencia, no solo de ríos, sino también
de historias y episodios ocurridos a lo largo de los siglos. Como tantas otras
ciudades ribereñas del Rin, Coblenza ha pertenecido a diferentes imperios
siendo, también, lugar fronterizo entre ellos.
De
todo ese convulso y brillante pasado quedan dos testimonios importantes: la
fortaleza de Ehrenbreitstein y la llamada Esquina Alemana (Deutsches Eck),
justo en la esquina de los dos ríos. Comunicadas hoy por un funicular, vale la
pena subir a la fortaleza y disfrutar desde una de sus explanadas de la perspectiva de ese lugar simbólico de
la historia alemana.
La
larga marcha de la formación del espíritu alemán tiene en esta esquina uno de
sus símbolos mas emblemáticos. El espacio se le concedió a la Orden Teutónica
para que pudieran fijar allí su residencia los caballeros alemanes. Siglos mas
tarde, a finales del siglo XIX, se construyó un monumento a la gloria del
Imperio alemán (recientemente constituido gracias a Otto von Bismarck), cuya
pieza central era una escultura ecuestre del Emperador Guillermo I de Alemania.
Sentado,
al fin, en la terraza de una de las explanadas de la fortaleza de Ehrenbreitstein, acompañado por una copa de vino blanco
Riesling, pude contemplar la extraordinaria panorámica de la Deutsches Eck
entre los dos ríos (en la foto). Así cómodamente instalado no pude evitar, igualmente, que
me vinieron a la memoria las palabras de la contraportada de un libro
fundamental, "el misterioso caso alemán", de Rosa Sala Rose. Dicen
así:
"Nadie pone en duda que el legado cultural
alemán es de una riqueza extraordinaria, ni su decisiva contribución al perfil
de la cultura universal. Por ello, a veces con escándalo, otras con una
sentimiento de claudicación, todos nos preguntamos cómo es posible que uno de
los destinos de esa trayectoria fuera la trágica confusión de barbarie y
racionalismo desquiciado que caracterizó el periodo nazi."