lunes, 12 de noviembre de 2012

CRÓNICAS RENANAS 4



LECTURA SOLITARIA Y EL EURO
En este tramo del padre Rin (como lo calificaba Hölderlin) se da una peculiaridad digna de resaltar: concentra en su curso o alrededores una buena cantidad de lugares donde acontecieron, o acontecen, episodios fundacionales dentro de la historia de la humanidad. En la anterior entrada hice mención al automóvil y en esta quisiera hacerlo respecto a la imprenta y al euro, la moneda única europea. 

Después de Manheim, río abajo, se llega a la ciudad de Maguncia (Mainz en alemán), ciudad natal de Johannes Gutenberg, un herrero alemán inventor de la imprenta de tipos móviles moderna hacia 1450. A pocos kilómetros de Maguncia, remontando el rio Meno, afluente del Rin, se encuentra la ciudad de Frankfurt de Meno, sede del Banco Central Europeo, inevitable supervisor monetario de la zona euro. 

Me parece significativo relacionar estos dos momentos europeos, separados en el tiempo histórico por mas de quinientos años, pero contemporáneos en cuanto a su valor simbólico. La invención de la imprenta supuso la irrupción del lector silencioso y solitario. Y, por tanto, supuso también un punto de inflexión en la tradición oral del uso de las palabras, donde éstas eran dichas a servicio y benéficio de la comunidad de oyentes. El rapsoda hablaba para la comunidad de oyentes, y era ésta quien lo legitimaba. No me voy a extender sobre ello, pero si resaltar la importancia del lector silencioso y solitario en el proceso de individualización del ser humano, respecto a la comunidad a la que había estado siempre ligado. Se puede decir que la imprenta aceleró, de forma como nunca antes había sucedido, un proceso que vivía de forma letárgica y clandestina en los rincones oscuros de los monasterios. Desde entonces la lectura tuvo una única fuente de legitimación: el lector solitario y silencioso.

La irrupción de la moneda única en el continente europeo parece tener un itinerario divergente a la invención de la imprenta, pero, sin embargo, yo creo que apunta en la misma dirección, fortaleciendo esa individualización antes mencionada, al hacer posible la creación de una comunidad distinta. Porque el individuo no puede prescindir  del sentimiento de pertenencia a una comunidad, y aquella de la que se había ido desgajando durante los últimos siglos, a base de la práctica intensiva y cada vez mas extensiva de la lectura solitaria y silenciosa, ya no lo satisfacía, es la irrupción de la moneda única la que le devuelve la posibilidad de volver a disfrutar de ese sentimiento. Ahora de forma radicalmente distinto a antaño.

Por lo demás, en Maguncia visité el museo de Gutenberg, donde pude disfrutar viendo el laborioso proceso técnico que ha permitido hasta hoy mismo sacar a la luz tantos y tantos libros, con su contenido de misterio, sabiduría y entretenimiento. A la salida, una inevitable pregunta, ¿realmente estamos asistiendo al final de la era Gutenberg? En Franfurt de Meno - contra todo pronostico de turista una ciudad muy interesante tanto del punto de vista urbanístico como humano, negando con contundencia mi idea previa de que solo estaba habitada por burócratas y asaltadores profesionales de bolsa - me acerqué al edificio en construcción del nuevo Banco Central Europeo. Una imponente torre al lado del Rin, donde se tomaran las decisiones mas importantes, que afectaran a la vida de millones de  europeos en la próxima década.