Cada
día hay mas personas que ejercemos de ausentes. Yo creo que es la actitud que nos
queda para subsistir en un ambiente en permanente discordia y enfrentamiento.
Ausente no es lo contrario de presente, ni tiene que ver con la indiferencia, ni
la imperturbabilidad, ni nada de eso. Es una forma de acción que resulta de
llegar a la convicción de que hay tantas razones para salir a la calle como
para quedarse en casa. Es su grado cero, que no es igual a quedarse de brazos
cruzados. Una actitud que debe asemejarse a lo que sienten esos ciudadanos, que
no son movilizados durante las guerras, pero que quedan atrapados en las
ciudades entre las sucesivas tandas de bombardeos y sus correspondientes respuestas
antiaéreas. Vale para protegerse tanto de los dan por arriba y como de los que
dan desde abajo. Y da tiempo para pensar como seguir vivo. El encono de los
contendientes llega a tal extremo y dura tanto, que cuesta mantener la atención
a lo que dicen, que siempre esta hecho a base de materiales sólidos y rocosos,
como las hileras de tanques y los racimos de bombas. Con la sola vocación de exterminar
al otro. Por eso ausente lo asocio a Suiza. Esa tierra que tiene fama de que
nunca ha pasado nada, únicamente la invención del reloj de cuco, pero donde se
ausentaron algunos de los mejores ciudadanos europeos cuando al continente le
dio por ponerse tarasca. Dos veces en menos de treinta años. Ahora va la
tercera.