lunes, 23 de enero de 2012

LA CAUSA ANTROPOLÓGICA

Recientemente he leído un articulo de Lucien Seve titulado "Salvar el genero humano, no únicamente el planeta", que aparece publicado en la edición española de Le Monde Diplomatique de diciembre de 2011. No soy muy partidario de recomendar de forma explícita lecturas o películas, pero en esta ocasión haré una excepción. Dejelo todo y lealo lo antes que pueda.

El titulo habla por si mismo. El autor quiere sacar a flote lo que el llama la causa antropológica, no para oponerla a la causa ecológica, sino para delimitar el lugar y la prioridad que a cada una de ellas le corresponde. Y viene a decir, que sin pensar y llevar a cabo acciones con la primera es imposible la segunda. De otra manera, de nada vale proteger espacios naturales y especies animales, si el hombre continua siendo, en lo fundamental, un lobo para el hombre.

Tengo para mi que la causa ecológica es antes que nada una causa reactiva. Es decir, es consecuencia del astio y cansancio que ha llegado a producir a lo largo de los siglos la original causa antropológica, por seguir con la terminología de Seve. También es una estrategia calculada para intentarlo de nuevo dando la vuelta a la tortilla: si medio milenio oficial de humanismo tecno-científico ha dejado al planeta hechos unos zorros, quizá convenga poner a salvo a este antes de que aquel se lo coma entero, haciéndole ver a esa bestia parda que es el homo sapiens que un día se puede quedar sin nada que llevarse a la boca. Lo cual es muy loable, pero hace que, se mire como se mire, depredadores y conservacionistas jueguen sus bazas en el mismo terreno de juego. Asi, lamentablemente, la causa del hombre y del planeta también están en permanente guerra civil. Y ya sabemos que por este camino no hay vencedores o vencidos. Todo y todos salimos perdiendo.

No es la primera vez ni será la ultima, que frente a una situación de impotencia y desesperación los humanos tenemos tendencia a idealizar soluciones a aquello que justamente nos amarga la existencia. El hombre rebelde lleva mas de doscientos años intentandolo de todas las maneras imaginables, pero la sensación de fracaso parece que es la que acaba por imponerse. Algo, que no sabemos muy bien que es, falla de manera estrepitosa y constante. El astio y el cansancio frente a la degradación del planeta son innegables, y es difícil estar en desacuerdo con tal diagnostico. La cuestión es ver, como sugiere Seve, si es posible conseguir un planeta habitable, encaminados como estamos hacia un mundo humanamente invivible. La máxima de Hobbes, se pregunta Seve "¿no tiende a convertirse en ley de demasiados ámbitos en los que nuestros actuales procedimientos les confieren una maldad sin precedentes? Ejemplo principal, el trabajo, esta metido en una pendiente tremendamente preocupante. Bajo las dificultades cada vez mayores de producir un gratificante trabajo de calidad, la responsabilidad a la vez solicitada y prohibida de los trabajadores, su sistemática puesta en competencia, la intencionada erradicación del sindicalismo, la pedagogía de aprender a venderse y convertirse en tiburón, le gerencia empresarial por el terror. En todo eso que viene a concentrarse en ultima instancia en suicidios en los lugares de trabajo, esta la omnipresente exigencia de la rentabilidad de los dígitos, el premio constante a la rapacidad de los accionistas, desde la inflación sin fe ni ley, hasta el jefe canalla. En suma, la locura neoliberal, forma maligna del capitalismo tardío. ¿No este un verdadero proceso de deshumanización?"

Seria mas que suficiente para sacar la navaja y tirarse al monte, pero creame si le digo, que nos encontramos mas cerca de ser abajofirmantes de la sentencia que va a pronunciar en su día Sartre: si estamos aquí es porque lo hemos aceptado todo. Le aseguro que cuando me recupere volveré. No debería hacerlo, pero volveré.