miércoles, 11 de enero de 2012

IN MEDIA RES

Aunque le pueda parecer inimaginable, desaparecida ya toda posibilidad de llegar a saber de que lado se encuentra la verdad, alguien de su entorno pudiera seguir interesado en mantener un rayo de esperanza, aunque nada mas sea por no volverse loco delante de una realidad que, dominada por unos tipos soberanamente indiferentes a la precariedad y limites que tienen nuestros destinos, se afianza en fortalecer sus perfiles mas sombríos y desdeñosos, ocultandolos detrás de unas formas de entretenimientos que nos hagan verla como todo lo contrario. Y a sus promotores permanentemente impunes. Eso de El Padrino y todo lo demás, que, al parecer, ha abandonado la pantalla y se ha echado encima de la nuestra existencia global y cotidiana.

¿Nos falta ingenio o no sabemos aplicarlo bien? ¿Se puede llamar así a la nostalgia que todavía existe de un pasado que nunca existió o de un futuro que no puede existir pero que desearíamos que así hubiese sido para que nuestro mundo fuera diferente? Hemos perdido la guerra y se extiende la sensacion de desconsuelo. Y a falta de ideas y de soluciones muchos se estan agarrando con fervor y mucho peligro a un clavo ardiendo. La tentacion oscurantista llama a eso una autora francesa, Caroline Fourest.

No es mirando al pasado remoto ni al futuro lejano donde debe apuntar ese rayo de esperanza aludido, ¡otra vez no por favor!, si quiere iluminar algo que no lo lleve de nuevo al fracaso. En mitad del asunto, in media res, es donde debe comenzar, como en las novelas o la pelis, cualquier proyecto de vida que aspire a no embarrancarse entre sus ilusorias fantasías.¡Qué por una vez sirva de algo la ficción! ¡Qué se entienda de una vez como la autentica fuente de realidad y el único camino hacia la inaprensible y escurridiza verdad!

Bien es cierto que ese nuevo lugar no es una foto fija, como en el caso de los sueños del pasado o del futuro. No es, tampoco, una meta, sino un trayecto. Y hay que habitarlo y recorrerlo con atencion, concentración, tiempo y paciencia. Como se leen la novelas y se miran las pelis. Pero es la única posibilidad que nos queda, aniquilados ya todos lo proyectos antiguos de emancipación, de encontranos allí con el otro. Y descubrir, después de tanto tiempo anhelándolo, que emanciparse no era otra cosa que eso. Antes que un compañero difuso de viaje hacia la gloria, o un PIGS vago y leproso que nos quiere meter en el infierno, emanciparse es descubrir, in media res, que el otro es alguien al que nunca podremos imputar la culpa de nuestras decepciones y miserias. Ni mas ni menos.