jueves, 16 de septiembre de 2010

LEER CON NIÑOS, de Santiago Alba Rico


LA RENTRÉE

De nuevo comienza el curso escolar y de nuevo las estadísticas nos recuerdan que estamos en el culo educativo del continente europeo. Aunque hay ordenadores en las aulas, en la caverna de los despachos siguen pariendo los rancios programas oficiales, la gangrenada pedagogía y unos propósitos de vuelos gallináceos, que una caterva de políticos y académicos siguen empeñados en imponer los de las aulas a beneficio de sus intereses de casta o gremio.

Lo que le sugiero, para sobrevivir a semejante distopía, es comenzar de nuevo, desde el principio. Para ello, todo lo que hablemos o callemos en este otoño que se avecina debería estar a servicio de la Gran Comida de Navidad. Ese día brindaremos, copa en alto, dejando después sobre la mesa dos preguntas: ¿para qué nos sirven los hijos?, ¿para qué nos sirven los libros? Acabados los brindis, regalaremos a cada comensal un ejemplar del libro, Leer con niños, de Santiago Alba.

Vaya por delante, según nos avisa el autor en la contraportada, que no es un ataque al matrimonio ni a la crianza de la prole y tal. Tranquilo por ese lado. Más bien tira a dar contra los que llama Solteros sin imaginación, una especie de “nuevos asesinos” en eso de la educación, que están casados, tienen prestigio y dominan amplias zonas del cotarro imaginario paternofilial. Esos tipos que se sienten indignados porque pillan a sus hijos leyendo en lugar de estudiando.

Para ello recupera el mito de Edipo, con el objetivo de desmontar, dándola por agotada, la teoría del señor Freud. Deja ver, así, que no son los hijos lo que siempre han querido matar simbólicamente a sus padres, para crecer y todo eso. Muy al contrario, son muchos padres los que “asesinan realmente” a sus hijos, devorándolos si llegase el caso. Freud es un hombre de un tiempo ya pasado, Edipo es un mito intemporal. El tiempo de Freud es histórico, y se fundamentaba en la alegre confianza del progreso de la ciencia y la defensa de la educación, como garantías ineludibles de la construcción de una sociedad perfecta. Algo que ha acabado siendo un lugar donde ganar no es lo más importante del mundo, es lo único; o donde perder enseña que es mejor ganar. Edipo es un mito que no deja de estar ahí desde que lo teatralizó Sófocles. Basta comprobar cómo la gente se deshace de perros y otros animales una vez pasado el efecto mascota, que es como un amor de verano. Basta con señalar el lugar que ocupan y el trato que se les da a las personas a partir de una cierta edad. ¿Por qué iba a ser una excepción "el trato a los niños", una vez que a los padres se les haya pasado el efecto psicotrópico de su relación cuando son bebés?

El autor propone una especie de compromiso materno que una, como en la experiencia de Sherezade, los Cuentos con los Niños y las Niñas. Dice que de ello dependerá “la educación de los asesinos”. Feliz otoño. Hablamos en Navidad.