EL SUJETO FALLIDO
Cada vez pensamos más en el futuro que se acerca protegidos por nuestra pasividad, acomodamiento e incomunicación, que en el futuro que nosotros podemos pensar, lo que lleva aparejado imaginar el lugar, los aliados, el lenguaje y las acciones de esa actividad imaginativa.
Los sujetos fallidos no dialogan con el mundo, solo se pegan con el mundo o consumen lo que les ofrece el mundo. Solo en algunos casos, y de forma interesada, los sujetos fallidos negocian con el mundo. Si no me aceptas esto que creo, apaga y vámonos, exclama indignado el fallido antes de acudir a la mesa de negociación. Todas sus actividades están hechas de transacciones de información donde está ausente el conocimiento. En ningún caso el fallido dialoga con el mundo para entender y adquirir conocimiento, es decir, para pensar con los otros, de forma incondicional, sobre el devenir del mundo. Y es que este pensar no se para nunca. Ante esta avalancha, dice el fallido atolondrado, lo mejor es embestir contra el mundo.
¿Porque me tengo que enterar por vía ajena de las novedades que van a afectar a mi vida en el futuro? ¿Porque no hay foros donde podamos dialogar de eso, donde podamos adquirir el conocimiento e imaginar las acciones que de ello se desprenden? ¿Porque el paradigma sigue siendo el fundacional de la modernidad, a saber, todo para el pueblo pero sin el pueblo? Llamado despotismo ilustrado y hoy también despotismo digital a una guerra cultural pegado. ¿Cuando vamos a cambiar de paradigma, pues ya estamos todos hoy alfabetizados y conectados, ya somos mayores de edad como quería Kant? ¿O no?
Si no nos podemos proyectar en el futuro y no nos reconocemos en el pasado, es decir, si abdicamos de nuestra capacidad imaginativa, ¿qué nos queda? Nos queda un presente cada vez mas estrecho, construido a base de una suma reiterada o repetida de instantes efímeros. O dicho de otra manera, acomodados y con los brazos caídos aceptamos que en el futuro pueda pasar cualquier cosa, con tal que nosotros esperemos a que suceda. Y a eso dicen que lo hagamos nuestro bajo el rótulo de la palabra incertidumbre.