martes, 6 de marzo de 2012

VOLVER A IMAGINAR DE NUEVO

Lo que la vida esta haciendo con nosotros, ¿es un drama o una tragedia? Oyendo el otro dia a algunos de los lectores del artículo de Lucien Sève, o a muchos de los que salen por la tv o en las otras pantallas que la tecnología nos ha proporcionado no sabría, ni por aproximación, que decirle. Lo que si creo es que lo que no hay es sentido del humor frente a lo que nos está pasando. Esa forma que coge la inteligencia y que hace de puente entre lo que soñamos como ideal y el principio de la tosca y áspera realidad donde vivimos. Y también creo que hay mucha esperanza infundada, fuera del ámbito de la representación que le es propia: que ocurra el milagro, que el crimen finalmente no se ejecute, que la víctima salga ilesa, que la policía o la ambulancia lleguen a tiempo. Y tal.

La vida es sin suspense y sin esperanza. La vida es un monton de barro dispuesto a que alguien le de forma. Le inyectamos buenas dosis del uno y de la otra porque sino la vida sería invivible. Pero hay épocas en que nos falla “el camello” y nos entra un mono inaguantable. En esas estamos. Entonces todo son gritos y lamentos pensando que detrás hay una fuerza que los acompaña, que tarde o temprano acabará con todo esto. Sant Just, uno de los mas brillantes del grupo de revolucionarios franceses de hace mas de doscientos años, lo dejó claro por escrito: cuando fallan los principios, los hombres solo tienen un modo de salvarlos, y de salvar su fe, consistente en morir por ellos. Los principios sobre los que hemos levantado muchas de nuestras esperanzas estan hechos trizas, pero ya no hay tipos como Saint Just. Únicamente nos queda, entonces, volver a imaginarlos de nuevo.

¿El mundo se ha vuelto intratable y peligroso, o nuestra forma de pensar no da mas de si y se ha hecho inservible para entender lo que pasa y, sobre todo, lo que nos pasa con lo que pasa? ¿Que le hemos hecho a la vida para que nos maltrate tanto? Creyéndolo verlo todo no nos dimos cuenta quien habitaba en los puntos ciegos de nuestra mirada. ¿Qué huecos hemos pasado tercamente por alto en nuestros edificios mentales, en los capullos en que vivimos?

No cabe duda de que somos seres valiosos. Pero tambien megalómanos y presuntuosos, incurablemente codiciosos. Hemos sido capaces de enfrentarnos a todo, y a todos, porque pensábamos que nunca nos íbamos a estrellar. Pobres almas.