Antes de que le eche un ojo y un oido al video que le cuelgo conviene que juntos no olvidemos una antigua norma de la expresividad: el primer hombre que va comparar a la mujer con una rosa era un genio, el segundo un mediocre y el tercero un ignorante.
En la experiencia creativa pocas cosas hay peores que los tópicos. Implican falta de originalidad y de imaginación. Un tópico es un lugar común, una palabra, una frase, una situación o asunto muy utilizados y conocidos por todo el mundo. Un tópico es decir, por ejemplo, “blanco como la nieve” o “azul como el mar”, expresiones que habrá escuchado millones de veces. O describir una situación donde un niño que ve a una mujer mayor e indigente pidiendo en la calle, se saca del bolsillo los dineros que tenia para comprar caramelos y se los da. Tópicos son los indios de las películas del oeste, que siempre son los malos. Los instructores de los marines, que siempre maltratan a los reclutas. La chica rubia y simple, que siempre se pone a chillar cuando ve una rata. Hay tópicos más refinados, que incluso pasan por ser muy interesantes, donde los hechos tienen que seguir inexorablemente a las palabras o las imágenes. Por ejemplo, la creencia en una fuente sobrenatural de la maldad (y de la fealdad ) que hace ver el mundo con un inquebrantable optimismo hacia el progreso (y la belleza), ya que cree que es portadora de la semilla de una próxima civilización que acabarà sembrando en el solar de una humanidad desasistida de bondad y de armonía. Un tópico es la imagen que adquieren nuestros prejuicios delante de la realidad. Es, también, una forma de protección de los mordiscos de tan incómoda y inevitable acompañante.
Para poner en marcha una experiencia creativa, se tienen que buscar nuevas y potentes formas de expresión, situaciones que descubran algo mas que lo ya conocido, por inesperado y deseado que sea. Se tienen que investigar zonas poco transitadas de la realidad. No es un problema del espacio: de arriba o abajo, de interior o exterior, sino de aprender a sentir como fluye el tiempo. La manera más eficaz de hacerlo és evitando el lenguaje y las expresiones más comunes, profundizando en los personajes y en las escenas, yendo más allá de lo que se ve a primera vista, tratar de ligarlo con lo que permanece oculto o ya no existe. A veces no es bueno elegir la primera idea que a uno se le ocurra, sino la segunda o la tercera. A veces es que no se ve nada. No es fácil.