Claro que nada es verdad ni mentira, sino dependiendo del cristal con que se mira, es decir, dependiendo de la interpretación que cada lector haga del texto que lo convoca con los otros lectores adultos. Entonces, ¿para que quedamos con estos?; ¿para que nos convocamos alrededor de un libro concreto, al frente del cual se nos presenta un narrador concreto?; ¿para manifestar la obviedad de que nada es verdad ni mentira, etc, etc.; ¿es así como alcanzamos la notoriedad de ser un lector adulto?
Ser un lector adulto, pienso yo, es más bien quedar con otros lectores adultos para explicar, para hacer entender a estos qué significa esa interpretación que previamente cada cual ha tenido con su lectura en solitario; qué significa esa lente ese cristal con que dice el refrán que cada cual miramos; qué significa el donde ese ojo dice que mira y con qué intensidad llega a donde dice que llega; y en qué medida tiene puntos en común con los otros ojos de los lectores presentes que también, según el refrán, hacen lo propio. Y es que en el club de lectores adultos estamos leyendo dentro de lo finito de nuestra individualidad, pero intuimos que hay algo infinito que nos une y que nos da sentido y consistencia de especie hablante y lectora, digo yo.
Y, sin embargo, digo yo también, que las sonrisas y abrazos efusivos que se ven en las fotografías de las presentaciones de libros o de las reuniones de los clubs de lectura, transmiten la sensación de la celebración de lo obvio. A saber, que bien que nos hemos reunido para celebrar lo obvio, que no es otra cosa, como ya sabemos, que cada uno lee los libros dependiendo del cristal con que los ha mirado. Que suerte que tenemos. Sin embargo, lo que esas fotografías no transmiten, porque seguramente no pueden hacerlo, es justamente la celebración de las diferencias que hay entre esos mismos lectores; y que supone eso de ver las cosas de maneras distintas; y adonde nos lleva y cuál es el ámbito y cuál es el aliento. Eso no se celebra porque eso no se sabe lo que es todavía, ni hay ninguna garantía de que se pueda llegar a saber. Por eso nos seguimos reuniendo alrededor de un libro, que previamente hemos leído en solitario.
