martes, 9 de diciembre de 2025

CLUB DE LECTORES ADULTOS 46

 Así respondió Kant, en septiembre de 1784, a la pregunta ¿Qué es la ilustración?, que le habían encargado en una revista de la época:

Ilustración significa el abandono por parte del hombre de una minoría de edad cuyo responsable es él mismo. Esta minoría de edad significa la incapacidad para servirse de su entendimiento sin verse guiado por algún otro. Uno mismo es el culpable de dicha minoría de edad cuando su causa no reside en la falta de entendimiento, sino en la falta de resolución y valor para servirse del suyo propio sin la guía del de algún otro. Sapere aude! ¡Ten valor para servirte de tu propio entendimiento! Tal es el lema de la ilustración. Pereza y cobardía son las causas merced a las cuales tantos hombres continúan siendo con gusto menores de edad durante toda su vida, pese a que la naturaleza los haya liberado hace ya tiempo de una conducción ajena (haciéndoles físicamente adultos); y por eso les ha resultado tan fácil a otros el erigirse en tutores suyos. Es tan cómodo ser menor de edad.” 


Es tan cómodo y, por tanto, tan previsible, que los menores de edad, pero físicamente Adultos,  no alcanzan a ser otra cosa que resentidos y resabiados. De repente, al ser vulgar de toda la vida se le llena el bolsillo de dinero y deviene un ser estúpido. Dinero mas estupidez, pereza mas cobardía. En esas estamos, más de doscientos cuarenta años después que Kant abriera la traza para caminar solitos, sin tutelas eclesiales y laicas,  por las sendas de la modernidad. Sapere Aude.


Los lectores adultos pequeño burgueses de hoy en día, por decirlo así, son moderaditos porque piensan que lo más importante en el acto de la lectura es evitar sobresaltos y mantener las palabras de las paginas del libro, que los ha reunido en el club de lectura, con la literalidad que aparecen escritas. Aunque luego les guste aparecer en público, llenándose la boca con las últimas palabras de la moda cultural con las que creen tener derecho a que no los echen de su paraíso.


Lo decía el gran Mingote en una viñeta de hace ya décadas. En ella, dos señoronas hablan entre sí, y una tranquiliza a la otra: «Al cielo, lo que se dice ir al cielo, iremos los de siempre». Al lector ateo pequeño burgués actual, heredero de las palabras de aquellas señoronas de antaño,  eso le apacigua: si uno llega al club de lectura y se encuentra a los mismos amigotes de siempre la lectura en compañía de hace mucho más tranquilizadora y divertida.