domingo, 24 de diciembre de 2023

PENSAMIENTO MÁGICO

 Cuando vio al tipo que tenia a su lado al subir al avión pensó que lo que los seres humanos no aceptamos de ninguna de las maneras es que nuestra vida es inferior a nuestros sueños. Es de sentido común, pero los sueños nos hacen perder el más común de los sentido. Una y otra vez. El delirio y la locura. Parafraseando las primeras palabras de Joan Didion en su libro “el año del pensamiento mágico” las cosas sucedieron más o menos así.  La vida republicana de nuestros antepasados cambió deprisa. Su vida cambió en un instante. Se sentaron a cenar el 17 de julio de 1936 y lo que habían soñado hasta ese  momento se acabó de pronto en la mañana del 18. La otra versión del El año del pensamiento mágico. 

Todo lo que vino a continuación hasta nuestros días fue abrazado con rencor y rabia  por la cuestión de la autocompasión. Mientras  tanto la vida, como el gps de los coches cuando el conductor se pierde, comenzó a dar vueltas sin parar, entre bombas, tiros y cruel represión, hasta que encontró de nuevo el sentido común de su marcha. Pues la vida no puede no estar en marcha hacia algún sitio a la busca con ese común de los sentidos. El turismo y la emigración. Sería a partir de 1959. Junto con la autocompasión, el rencor y la rabia también el turismo y la emigración acabaron formando parte importante del sentido de nuestras vidas presentes. El bien estar y la seguridad que da el salario del trabajo. Su vecino de asiento se levantó. Le pareció que empezaba su nueva vida de emigrante. La azafata les sonrió a los dos.