viernes, 2 de junio de 2023

PENSAR Y SENTIR

 Como dijeron los griegos antiguos, las emociones se purifican en contacto con lo inefable, con lo que no tiene ni media palabra ni te la dice ni se la espera: así se comporta el amor, por ejemplo. Se lo dije a Eladio Arqués, uno de veintinueve que quiere volver a los veinte porque le da miedo cambiar de década. No hay adanismo que valga, ni atajos. También se lo dije a Sancho I, el monclovita. Los sistemas complejos como la mente humana y la democracia son, también y en parte, constitutivamente sistemas inefables. No pueden funcionar bajo el palio del mecanicismo más rancio, como si formaran parte de los clientes de un taller de coches, les dije al uno y al otro para entendernos. La mente humana y la democracia se resisten a esos mecanicismos, funcionan más por herencia, por asociación con sus partes, por azar. La mente humana y la democracia, en la medida que esta última es una construcción de la mente humana, tienen algo de inefables y solo la convicción de que otras mentes pueden tener razón salvará a la primera de caer en la locura y a la segunda de dejar paso a los totalitarismos de todo tipo. Del cuerpo humano, como dice Arsuaga I, el de Atapuerca, no sabemos casi nada, sigue siendo un misterio, por no saber no sabemos por qué tenemos el culo y el cerebro. Otra cosa es la obsesión por el poder y la obediencia debida que impone, le dije a Sáncho I, el monclovita. Y el alarde constante de su banalidad. Eso también y todo lo anterior, se lo dije en su cuenta de twiter. 

Pensar el sentimiento y Sentir el pensamiento. Al hablarles así les estoy pidiendo a los lectores que se manchen con lo que no entienden, fuera ya del ámbito de su inefabilidad de lo natural. Les estoy pidiendo que entren en la polis, teatro de la finitud y de la mortalidad, y ocupen su lugar desde donde ver su mundo y ver el mundo de los otros. Les estoy enfrentando al dilema de civilización (polis) o barbarie (gineceo entre algodones o fuera de la polis). ¿En qué quedamos y dónde nos vemos?