Las SEIS ROSAS (cinco delante de la cámara y una detrás) oyen recitar a LUIS ROSALES, entre perplejas e incrédulas, el poema que se adjunta. Y es que el poeta, a petición de ellas y sin cita previa, ha abandonado durante unos minutos el aburrimiento de la eternidad y ha salido de la tumba para agradecerles la visita y satisfacer su petición.