martes, 11 de abril de 2023

MADRID EN GUERRA

 EXPLICACIÓN DEL ITINERARIO

Cuando R me propuso organizar un recorrido por los lugares que hoy quedan y son testimonio de la Batalla de Madrid, acepté de inmediato por esa inclinación que tengo a meterme en todos los jardines y pisar todos los charcos que salen al encuentro de mi camino vital. Más tarde, cuando me puse a ello, me di cuenta de la envergadura del empeño. Fue entonces cuando miré a Lola. La Batalla de Madrid, que así es como se llama el episodio de la Guerra Civil Española en la capital de España, es un laberinto que requería, antes que mucho rigor histórico en el sentido académico del término, mucho rigor imaginativo en el sentido narrativo del asunto, entendida la imaginación como una forma de conocimiento, claro está: “la imaginación puede liberar al alma de su aprisionamiento en los hechos. Es copartícipe de la percepción, es la que interpreta el mundo. Y lo interpreta en el sentido instrumental del término: lo toca, lo vive en participación con la totalidad de las imágenes que conforman el mundo. La imaginación, dicen los poetas, evoca y repite el acto creador, libera al individuo del despotismo de la circunstancia” (En la mente del mundo, Juan Arnau). O sea, le dije a L, el “encargo” de R requería mucha imaginación creativa, no tanto análisis historiográficos de exacta inspiración científica. Nos metemos en el lío, le pregunté, nos me respondió. 


La verdad del recorrido no iba a estar en los datos que pudiéramos extraer de todo lo publicado sobre la Batalla de Madrid, sino en el sentido que le pudiéramos dar al caminar los participantes siguiendo el mapa imaginario de un “Madrid en guerra”. Así que este fue el nombre que le pusimos del itinerario. “Madrid en guerra”, ya teníamos algo. Un caminar con sentido implica necesariamente el despertar de los sentimientos, esos que normalmente están dormidos y que confundimos con la exaltación de las emociones cotidianas a las que nos hemos entregado, vía maquinismo digital, sin ningún tipo de cortapisas. Para entendernos, el sentimiento es el sentir con sentido, que hace que, mediante el uso de la razón, podamos traer a nuestro presente el pasado ominoso de la Guerra Civil, y ver las continuidades o rupturas que se han producido de aquel tiempo, es decir, comprobar en qué medida y con qué perspectiva aquel tiempo vive todavía entre nosotros. Hasta aquí lo propio y apropiado de un ciudadano adulto, que siente vive y piensa desde su presente. A esa facultad se le llama imaginación. Sólo podemos salir de los límites de nuestro presente, mediante la imaginación de nuestra condición humana adulta, que no hace falta insistir es limitada, imperfecta y mortal, y que se desarrolla o tiene su campo de operaciones en la polis, con los otros ciudadanos y entre los otros ciudadanos que en ella habitan.  Ahora bien, dicho lo anterior, podemos decidir hacer los que nos pete y  cuando nos pete, es decir, romper unilateralmente el pacto común de responsabilidad del relato que conforma la convivencia pacífica en la polis. Eso es lo que hicieron nuestros antepasados de la Guerra Civil. Y también nosotros hacer lo mismo. Es decir creer, que por arte de metempsicosis (doctrina religiosa y filosófica de varias escuelas orientales, y renovada por otras de Occidente, según la cual las almas transmigran después de la muerte a otros cuerpos más o menos perfectos, conforme a los merecimientos alcanzados en la existencia anterior) podemos dar cobijo a las almas muertas de nuestros colegas de bando de aquellos años y continuar su labor de gloria y merecimiento en el siglo XXI. Eso es lo se llama fantasía. Es lo que practican los niños y las aptitudes infantiles de los adultos, que son muy interesantes en el arte de la narración sobre todos de los dibujos animados, pero se llevan mal con lo propio de la condición adulta, a riesgo de infantilizarse, es decir, de poner en práctica la metempsicosis con nuestro pasado biográfico reciente. Así nos salimos de la polis, rompemos el pacto de responsabilidad adulta que ahí dentro es vigente y necesario, para poder continuar la labor emprendida, pongamos, por Buenaventura Durruti, Es decir, rompemos el pacto de nuestra imaginación en el ámbito de la creación literaria o cinematográfica, eso son los héroes, para creernos que nos podemos convertir en los héroes mismos en el ámbito de la vida. Hoy todo mediante un click y sin movernos de casa. Da buten. Dicho de otra manera, mi héroe pude ser Durruti-Robin Hood, pero yo no puedo aspirar a que el sentido de mi vida sea el suyo, no puedo aspirar a que sea literalmente el mío, aunque si lo puedo representar ante mi como un ideal de ejemplaridad, si lo se adaptar a mi vida en siglo XXI y acepto, al mismo tiempo, que los ideales no están para que se cumplan, sino como referencias para que nuestra humanidad, repito una vez más, limitada, imperfecta y mortal, no se pierda en el teatro de la polis, insisto en el significado de la palabra teatro que convoca y equipara a  las palabra polis y persona en un mismo escenario.


Así que con estos mimbres teóricos, nos dispusimos a construir un itinerario práctico con estructura de relato. Es decir, un relato que comenzará como empiezan los relatos clásicos, no en balde Madrid en guerra no por desconocido deja de ser un relato clásico, ESTA NOCHE ELENA HA DADO A LUZ A UN HERMOSO NIÑO. Un inicio con el nacimiento que tiene su final con la muerte, así entendimos que la guerra es una forma que a veces adquiere la vida. Y como en todo relato el final nos lleva al principio, para empezar a comprender lo que hemos leído. Por lo tanto, el primer capítulo de esta historia empieza en los Cementerios. Así nos dimos cuenta que los sublevados tenían una historia con sentido y que los republicanos solo tenían mucha voluntad pero ningún relato con sentido que ordenara la fuerza de su voluntad. En el segundo capítulo visitaríamos los testimonios actuales de los campos de batalla de entonces: El alto del leon donde empezaron de verdad las hostilidades, continuando con la visita a las instalaciones propiamente militares de la contienda en la dehesa de Navalcarbón. El tercer capítulo lo dedicaríamos al héroe más representativo de esta historia, el ya mencionado Buenaventura Durruti, visitando, al final del capítulo, el lugar donde murió: Hotel Ritz. El cuarto capítulo lo,dedicaríamos a la descripción de un paso urbano por la capital, visitando los lugares que tuvieron relación con el espiritu aniquilador del aquel momento: Salesianos-Estrecho, cine Europa, mercado Maravillas, y también con el exilio interior que aquello provocó: casa de Vicente Aleixandre.


EXPLICACIÓN DEL DOSSIER DE POESÍA DE M 

Como ya he dicho en otros escritos, y como dice Juan Arnau en la cita anterior, el propósito de los poemas del dossier de M era, a nuestro entender, leerlos con atención y antelación al viaje, para después visitar los sitios que habían producido las ideas, las imágenes, las epopeyas, etc. que aparecían de forma explícita o sugerida en aquellos. Se trataba, después de leer los poemas, de pensar o volver a pensar sobre el terreno los hechos que acaecieron hace más de ochenta años. De comprobar cómo sus deslumbrantes metáforas nos acercan aquel tiempo tan remoto, con inusitada luminosidad y vigencia, a nuestro presente. La producción poética del dossier se inspira en las enormes ilusiones que despertó la proclamación de la Segunda República Española y en la colosal catástrofe que supuso el estallido de la Guerra Civil que vino a continuación. Pensar es algo mas que argumentar, tirar de los campos semánticos o filológicos, etc, pensar es también sentir: oler el aire de las tumbas de los unos y de los otros, de las fortificaciones y nidos de ametralladora del campo de batalla, de la hondura y longitud de las trincheras, pensar es tocar sus piedras y los recovecos que forman, imaginar el sentido de los sitios urbanos de la capital de entonces que perduran hoy con otro sentir. Pensar es también no solo mirar con la obcecación bovina del sabelotodo, del que está de vuelta de todo sin haber ido a ninguna parte todavía. En fin, pensar es entregarte a las sensaciones básicas ante lo que se tienes delante, dejarse llevar. La experiencia del pensamiento es consustancial a eso que llamamos vida.