martes, 18 de diciembre de 2012

CRÓNICAS RENANAS 7




BONN Y LA MÚSICA

La música es la escultura del tiempo. Solo renace a la vida cada vez que se ejecuta. Me interesa esta definición de la música, que hace Félix de Azua en su “Diccionario de las artes”, porque creo que representa con acierto, no solo a la ciudad de Bonn, sino, por extensión a toda la Alemania que ha emergido de las ruinas y escombros de la Segunda Guerra Mundial.

Bonn, si no fuera por su hijo mas ilustre, Ludwig van Beethoven, sería una ciudad ribereña más del padre Rin, devastada en su casi totalidad por las bombas aliadas durante la guerra. Pero el genial músico le confiere ese perfil que se repite, como ya dije en otras entradas, y que hace que Bonn sea donde ha ocurrido algo fundacional. En efecto, Beethoven funda allí una manera de entender la música, cuya influencia llega hasta nuestros oídos de hoy en día.

Visita obligada es la casa donde nació y donde pasó los primeros veinte años de su vida. Años de aprendizaje, antes de marchar a la capital imperial, Viena, donde se hizo tal y como ha pasado a la posteridad de la música. Ocupando ese lugar primordial que, sin duda, le pertenece. La casa donde nació, como no podía ser de otra manera, no es la casa donde nació, es el museo donde se muestran los diferentes objetos y espacios que tuvieron que ver con la vida del músico. Hasta aquí ninguna novedad respecto a la casas hechas museos, donde nacieron otros ilustres antepasados. Lo que si hace diferente la casa museo de Beethoven respecto a cualquiera otra de aquellos ilustres antepasados, es que es la casa museo de un músico. Me explico, porque aunque parezca una perogrullada no lo es tanto.

He visitado bastantes de esas casas museo, donde nacieron pintores, novelistas, escultores, pensadores, etc. Todas ellas, como he dicho antes, amueblan sus habitaciones con objetos y recuerdos de la vida y la obra del ilustre inquilino. En todas, esos objetos y esos recuerdos han permanecido ahí antes de que yo fuera, y lo seguirán haciendo cuando yo me fuí. Pero solo en la sala de la casa museo de Beethoven, organizada, nuevas tecnologías mediante, para que el visitante pueda escuchar cualquiera de las obras del compositor, los sentimientos son diferentes. Y solo en esa sala acontece lo que no puede acontecer en ninguna de las otras habitaciones de la casa museo de Bonn, ni en ninguna otra de las habitaciones de las otras casas museo de las otras ciudades, y que tiene que ver con lo que decía al principio al definir la música como la escultura del tiempo. Elegí la Pastoral y entendí que esa pieza no había estado allí nunca antes, ni permanecería allí cuando yo me fuera. Esa pieza solo había existido, gracias a mi elección, mientras yo la estuve escuchando. Sublime sobre sublime.