viernes, 11 de julio de 2025

WASHATTP

Todo lo cual me hizo llegar a la conclusión que no había crecido mucho, a pesar de lo que le dijera su adulador de cabecera que no es otro que su cuenta de washattp. Durante la década anterior se presentó a un buen número de concursos narrativos, de esos que organizan ayuntamientos y diputaciones provinciales, pero no consiguió la notoriedad que buscaba. El caso es que ganó la mayoría de los concursos a los que se presentó, pero su reconocimiento por parte de los lectores decreció en la misma proporción que su éxito en aquellos. Un día cayó en sus manos el libro de Daniel Setién “Menos literatura y más washattp”, y me llamó por teléfono porque quería comentarme lo que le había parecido su lectura. He llegado a la conclusión, me dijo nada más llegar y después de los saludos pertinentes, que los gobiernos de las actuales democracias, contraviniendo el imperativo de la ilustración, se ven en la obligación de facilitar el acceso a la desdicha a todos los contribuyentes con independencia de sus recursos económicos. Los concursos literarios que organizan los ayuntamientos y las diputaciones provinciales son como una seguridad social a la inversa con cargo a los presupuestos generales del estado. Y ¿por que el washattp piensas que es la solución?, le pregunté a continuación. Porque es una aplicación digital en la que sus usuarios no buscan el reconocimiento ajeno, sino el exhibicionismo propio, que no es lo mismo. Con ella la relación es algorítmica no afectiva. Lo que todavía no me explico, es como he tardado tanto tiempo en darme cuenta.