Siguiendo el estilo ruidoso de la época actual, y muy a su pesar, no tenían diamantes en su vida, solían repetir con una fe desconcertante cuando hablaba con ellos. Lo cual no era óbice - decían a continuación - para querer tener un hijo que brillara como lo hace uno de esos anuncios que tanto se prodigan cuando se aproximan las fiestas navideñas. Nunca dijeron como una estrella en el firmamento. El problema surgía al tener que tratar con la arbitrariedad propia de la naturaleza, esto si les obsesionaba. Cuando me lo comentaron - yo soy amigo del marido desde la infancia - no supe que decirles, por temor a que les afectara a su autoestima. Pocos días después de que me lo dijeran encontré un anuncio en el buzón de mi casa en el que una empresa de gestión del propio cuerpo - con estas palabras se promocionaba - ponía el ejemplo de una pareja norteamericana que había trabajado con ellos y que había pagado 30000 euros por el óvulo de una mujer alta, lista, con estudios universitarios y un máster en administración de empresas. Al anuncio le acompañaba la foto de la pareja y el resultado de la gestión corporal, una niña rubia con los ojos azules que, al menos en la foto, encarnaba todos los sueños administrativos de los padres. Personalmente no soy alto, ni guapo, ni todo lo demás. Pero mi cuerpo, tratado como si fuera una ferretería, podía dar altos rendimientos en un bazar oriental de todo a cien.