Un Club de Lectores es Una Visión y no Un Sistema. Es una forma de Paideia (visión) para crear ciudadanos críticos y dialogantes, no una Instrucción (sistema) para formar soldados que vayan a entregar su alma en el campo de la batalla cultural en marcha.
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Es una Visión y no un sistema porque se trata de la visión de la propia vida representada en un texto que no puede ofrecerse reproducido en forma sistema. La vida tiene siempre una figura (ayer Dios, hoy Demos), una imagen, que se ofrece en una visión, en una intuición (ayer el texto sagrado, hoy la novela laica), no en un sistema de razones.
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Es lo irrenunciable del saber que postulan todas las formas de experiencia: la figura. Figura en que de moverse la fantasía y un cierto grado de amor. Hay figuras que enamoran, solo ellas enamoran.
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El enamoramiento que postulan las formas de saber de la experiencia para salvar el hermetismo, es lo contrario tal vez del amor platónico, del amor que se dirige a lo universal, aunque sea por mediación de lo concreto. Pero el problema es el mismo: reducción del corazón, apertura del último centro de vida.
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Más en lo que todas esas formas de experiencia coinciden es en ofrecer una imagen de la vida que se rectifica a sí misma. La imagen que nos ofrecen, la visión de lo que debemos ser, no aparece enfrentándose con lo que somos, sino desarrollándose en un movimiento que irresistiblemente tiende a ser seguido.
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La lectura, por contra, aparece como una llamada que se enfrenta, ahora si, con lo que somos.