LA DESCONFIANZA DE LA FICCIÓN
Proponer en un cine forum la película Nostalgia, de Andrei Tarkovsky, me parece una de las audacias mentales actuales que merece la pena mantener viva, como no, en la mente del mundo, el único tiempo que permanece al margen de la dictadura del espacio hedonista y consumista que ha impuesto el nuevo capitalismo anímico.
Decirles que la tertulia del domingo me interesó mucho por lo que no entendí. Es decir, por lo que me queda por saber, respecto al tema de la película, el sentimiento humano de la Nostalgia, que ha pasado a engrosar así el pasado, valga la redundancia, de nuestras vidas. A eso me refería cuando dije que no todos los pasados están agotados. Por lo que hay que volver a ellos, una y otra vez. Sin embargo, el propio espíritu mandón y sabelotodo del capitalismo anímico donde vivimos los espectadores que me acompaña a en esta tertulia, lo impide una y otra vez. A saber:
1 La tertulia tiene una virtud, sacarnos a todos contra nuestra voluntad, de la zona de confort. Lo cual no es suficiente para que prevalezca entre los contertulios la desconfianza, más, si cabe, si hay que hablar de la Nostalgia. La desconfianza no se aviene con cualquier sentimiento que provenga del alma. La desconfianza mata cualquier tipo de compromiso con la película y con los otros espectadores. Vale lo mismo para el club de lectura. ¿Cómo se puede comprometer uno con alguien o con algo si no tiene confianza?
2 Siendo la tertulia el lugar y tiempo del Saber del No saber, prevalece, sin embargo, la idea del experto del laboratorio, no la del que entra en un templo sagrado como nos propone Tarkovsky en su película.
3 Siendo Nostalgia una obra de arte prevaleció en nuestras intervenciones la razón medidora o analítica y no la razón poética, a la que se confundió con irracionalidad.
4 Siendo Nostalgia una película fuera de la actualidad, prevaleció el tono del cotilleo de la actualidad en las palabras de los contertulios.
5 Siendo la tertulia un lugar y un tiempo para hablar de lo que no se sabía de Nostalgia, prevaleció el yo no tengo nada que decir. ¿Cuántas veces en nuestro pasado esa fuerza auto censurante nos ha callado, no tanto para decir lo que sabemos sino para decir lo que no entendemos o lo que no sabemos. Lo que quiere decir que tenemos días y días en nuestro pasado en los que no hemos entendido nada. De eso, sobre todo de esa colosal ignorancia, también está preñado nuestro presente sabiondo.
6 Entonces, habiendo quedado en la tertulia para hablar sobre la peli, ¿cual es esa fuerza interior que nos impide, fuera de la zona de confort, hablar de lo que no sabemos. Hablar de nuestra colosal ignorancia?
Al mirar la peli de Tarkovsky, o cualquier cuadro de la galería principal del Museo del Prado nos cuesta (a mi el primero) desprendernos de nuestro presente lleno de imágenes de todo tipo y de nuestra mochila cultural, no hecha de estudios y aprendizajes meritorios, sino de restos o retales fuertemente identitarios, dominados por el Yo soy. Sin darnos cuenta que en el ámbito identitario se está con el cuerpo, solo se es en el ámbito creativo del arte, que es el ámbito del alma.
Mirar un cuadro o una peli, como Leer un cuento o una novela es una llamada desde el fondo de la obra al fondo eterno o lo que sucede siempre en nuestra Alma, no a la superficie coyuntural en que se encuentre metido nuestro cuerpo, ya esté jubilado o embarazado. En Tombuctú o en Aldea del Fresno.
Una llamada que viene de lo que es más grande que nosotros, de lo que no entendemos y no entenderemos nunca. Ayer con la presencia de Dios hoy con su desaparición, ayer con la tecnología de la sociedad agraria y el primer capitalismo del esfuerzo y lleno humos, hoy con la tecnología de ciudad digital y su hedonismo profiláctico.