ESCRIBE FRANCISCO FERRER LERIN:
REALISMUS
“Sí, quizá tendría que abandonar, y para siempre, esa tontería de que ‘sin lectores no hay autores’, de que es necesario saber que te leen, latiguillos que antes no empleaba, todo lo contrario, me erigía en autor y lector, puede que único, de mis escritos, una postura ejercida, consciente o inconscientemente, durante buena parte de mi primera etapa como escritor, autosuficiente, autofagocitaria, masturbatoria, que despreciaba la posible complacencia, participación, de otros lectores que no fueran yo mismo. Ahora, y en este periodo incluyo los últimos quince o veinte años, me dio por declarar, para la galería, para congraciarme, que no tenía sentido escribir si detrás no estaba una, nutrida quizá, cohorte de lectores entusiasmados con mi literatura, y ahí quedaba, más o menos confusamente explicitada, que esta debía ser realista, comprensible, que no requiriera esfuerzo por parte del lector, apoyada en la cotidianidad, en lo normal, en la norma sintáctica, en lo que sucede entre gente como nosotros, sobre todo en cómo hablan, en cómo se expresan, lineal, diáfanamente, una literatura que retratara el mundo tangible, alejada, en suma, de cualquier atisbo de ficcionalidad. Ese libro de Ben Marcus y Rubén Martín Giráldez Por qué la literatura experimental amenaza con destruir la edición, a Jonathan Frazer y la vida tal y como la conocemos (Jekyll & Jill, Zaragoza, 2018), describe, con precisión, la cruzada no inocua a favor de la literatura amable y, yo mismo, en este blog, El Boomeran(g), en el artículo “Lectores, espectadores” (16.12.15), hablé del ansia de realidad en el consumidor moderno de narrativa, en el consumidor de cine, de series televisivas, formato este último que se ennoblece cuando tranquiliza al espectador colocando, en lugar bien visible, la advertencia de que la historia está basada en hechos reales. ¿Para qué comprensión lectora? La vida misma en escena. Contada como Dios manda. El Orden. La muerte de la Imaginación. La muerte del Artista.”