La Filosofía lleva implícita la palabra amor, amor a la sabiduría. En ese sentido original todos somos potencialmente filósofos y filósofas. Todos somos capaces de amar.
Sin embargo, hay personas que confían y se abren a la vida, y personas que ven la vida con total hostilidad y se encierran en una coraza dándole la espalda.
Aun así, aunque la percepción mayoritaria sea la segunda, ¿todavía es lícito afirmar sin sonrojarnos, en la época del capitalismo digital, volcánico y pandémico en que vivimos, que estas dos actitudes son realmente existentes y se corresponden, o son un correlato, del amor que profesan las personas sabias o de los intereses variopintos en que militan las personas hostiles o desconfiadas?
En fin, ¿todavía podemos aprender a saber cual es el lugar de nuestra alma en el mundo que hemos heredado, aunque la vida del cuerpo que nos han dado se encuentre casi siempre emboscada por las trampas de nuestros intereses y de los ajenos?