viernes, 5 de agosto de 2016

LOS AMIGOS DE EDDIE COYLE, novela de George V. HIggins

La vida es dura, a veces incluso insoportable. Sin piedad, nos oprime el corazón. Pero también es bella, muy bella. Nos esponja y libera. Pero, ¿cómo es nuestra mirada sobre la vida dura i la vida bella?  Amplia, debe ser siempre muy amplia, lo más amplia posible, sobre las dos vidas al mismo tiempo. Ya saben sin manías. Paradójicamente vistas así, la vida dura y la vida bella se necesitan. Como lo que se dicen en sus conversaciones los amigos de Eddie Coyle, que tienen vidas duras y bellas al mismo tiempo. ¿Se necesitan porque no lo saben todos e ellos mismos, ni de los otros?  ¿Se ponen a hablar por eso? ¿Por qué nos ponemos a hablar nosotros, sea cuando la vida es dura o cuando la vida es bella, o sea cuando sea? 

Esta mirada amplia es la no se deja reducir por los imperativos ideológicos, económicos, políticos, psicológicos, etc. Una mirada que no nos da consuelo, ni satisface las prisas innegociables de llegar a algún sitio con un fin o de tener una respuesta para cada pregunta. Pero que nos otorga  una perspectiva irreductible i nos protege contra los impostores. La  mirada amplia es la del lector adulto. Ese gran espíritu atento, concentrado y paciente. 

Que habría pasado si el narrador de "Los Amigos de Eddie Coyle" hubiese tenido la tentación de contar la historia el mismo. Sin participar en ella, se habría dedicado a describir la vida del barrio bostoniano donde viven los amigos de Eddie Coyle. Es decir, que si los que tienen más y los que tienen menos, que si la escuela de los niños, que si la comisaría de la policía con sus líos y sus corrupciones, que si la ley y el orden, que si el desorden que no para, que si un poco de sexo por aquí, que si una pelea por allá. El consuelo. Todo eso guarnecido con una dosis controlada de acción. Las prisas. 

¿Saben, imagino, lo qué pensó este narrador? "Callo para que habléis vosotros. Seguro que lo haréis mejor que yo. Los lectores y yo os escucharemos, y además os lo agradeceremos. Los lectores aprenden mucho más escuchando lo que decís vosotros sentados alrededor de una mesa o de pie o en un parque o donde sea, pero quietos, que si lo hago yo. Dando vueltas arriba y abajo".