jueves, 11 de agosto de 2016

¿HEROICIDAD O LOCURA?

¿Cómo es que un narrador de los que visitan las tertulias literarias, o los clubs de lectura, aspira a ser entendido sacando al lector de sus casillas, o de quicio, es decir, aspira a sacar al lector fuera del pensamiento común, o único, que lo apelmaza junto a sus iguales? ¿Qué tipo de heroicidad embarga a ese personaje, construido sólo con palabras, que se parece al lector pero que no es el lector? ¿Qué tipo de miedo indiferente nos enjaula a los lectores que, puestos en la tesitura de tener que entenderlo o no entenderlo, nos conviene pensar hacia adentro o hacia afuera (eso depende del carácter del lector), que lo que padece el narrador, al hablarnos como nos habla, es algún tipo de trastorno o desvarío similar a la locura, pues no sabemos lo que nos cuenta con lo que nos dice? 

Ahora que es verano y podemos disfrutar de las vacaciones pagadas fuera de nuestras casillas habituales, me parece que hay menos disculpas para no fijarse, sin apoyarnos en las muletas del pensamiento común o único, en estas cosas que median entre la vida y la literatura, antes de que todo vuelva a adquirir la tintura y la textura de los días encasillados y fieles a nuestra idea de progreso, al que, por cierto, devotamente veneramos gracias, entre otras cosas, a esta tregua vacacional remunerada.