La enfermedad de
la mirada es la principal y mas contagiosa de las que sufren quienes habitan dentro
de las ciudades actuales. Frente a ese torbellino de cuerpos, de
objetos, de datos, de ruidos, de olores y de luz, frente a ese exceso visual y numérico
la mirada se les queda encadenada y ellos caminan aturdidos. Nada les apetece
demasido ni nada les resulta esencialmente desdeñable. Se aburren.
Todo está perfectamente
automatizado y todos no dejan de estar conectados ni un instante, sin embargo,
cuando llega el momento de abordar la Situación, nadie la acaba de entender.
Heridos por ella, de nada les vale todo ese empacho visual contable. Unicamente
alcanzan a decir, cuando se ponen a ello, lo que diría cualquiera que viviera
en lugares donde no hay casi nada que
ver. Eso sí, como padecen de indigestión, estan urgidos de aliviar lo que los
atasca, y es entonces cuando empiezan a vomitar. Entonces lo mejor es no estar
a su lado.
La Situación admite,
si uno se atiene a lo que sale por sus bocas, todos los adjetivos imaginables
y, también, aquellos que le impiden ser una Situación reconocible, pasando a
ser algo irreconocible. Frenopática. La Situación va sufriendo así una
metamorfosis al más puro estilo kafkiano. No es algo que tenga que ver con lo
propiamente humano, pero tampoco es algo que atienda, digamos, a los intereses
de los escarabajos. La Situación se va transformando en algo sobrehumano y al
mismo tiempo en algo infrahumano. Nadie sabe lo que es, ciertamente, lo que no
cabe duda es que ya no es lo que era cuando los humanos gozaban y sufrían con su humanidad.
La Situación, o
como ahora se llame, huele cada vez peor debido a la babilla que destila entre
las junturas del caparazón que se ha ido superponiendo a lo que antes se
encontraba al aire libre. Su rara naturaleza bestial gana terreno. Comienza a
adaptarse al nuevo cuerpo y a hacerlo propio. Pronto todos reconocerán las
nuevas palabras que salgan de él, que antes les parecían oscuras. Y lo empezarán a tener todo mas
claro. Al menos habrán conseguido dejar de aburrirse.