martes, 25 de marzo de 2025

ALMUDENA VIDORRETA

 ADVERTENCIA

Puede que al salir de tu escondrijo
te sorprendan, como a mí, los alacranes,
que el espectáculo no te entretenga
y a menudo la impostura te incomode.
También, probablemente, tengas miedo,
se te frustre la pasión advenediza
y preguntes sin descanso las razones
por las que hay depredadores, ruido, bestias.
Verás en cuanto salgas
adentro de la selva por mi herida
que conviene entrenarse en fortaleza,
león, marmota, avión y caramelo.
Así te aprenderé y cuando leamos
un día entenderás que, hasta nosotros,
que te hicimos de todo el amor,
de todo el deseo y las ganas,
somos animales imperfectos
y, con eso del instinto que supura
de estas pieles de raza furiosa,
si hemos de morder, mordemos,
sobre todas las cosas, por ti.


SECRETOS Y MENTIRAS

 SOBRE CORAZAS Y ALMAS

Cualquier espectador que mire esta película lo primero que le vendrá a su memoria, sin demasiado esfuerzo, es el lado canalla de su vida familiar. Entendiendo por lado canalla el cuarto trastero,  donde se amontonan todas las maledicencias e inquinas  aderezadas con su buena dosis de bilis de cianuro, que acumulan las relaciones familiares. O como dijo Lev Tolstoi “todas las familias son igualmente felices, las desgraciadas lo son cada una a su manera”. Y luego se lanzó en tromba a escribir Anna Karenina. Así, talmente, hizo Mike Leigh al dirigir la película “Secretos y mentiras”.

Si cualquiera tiene al alcance ese repertorio memorístico, no cualquier está en condiciones de saber administrarlo. Podrá hacerlo, como es lo habitual en los clubs de lectura, diciendo lo que piensa creyendo que eso es equivalente a pensar lo que dice. Y creerá mal. Y es que lo primero que detecta el espectador, desde el primer fotograma, es una extraña perfección, diría que no humana, en la forma de moverse y de conversar que tienen conjunta e individualmente unos personajes tan vulgares y poco interesantes. Es como si dijeran, así somos y así nos manifestamos, de adentro afuera y viceversa, uno a uno y todos a la vez con nuestras máscaras a cuestas, entre lo universal y nuestra mezquina historia familiar. Eso sí, sin servidumbre ideológica alguna, o identidad de género a la moda. Una extraña perfección, por decirlo así, hecha de una perfección extraña a base de melodrama, comedia, humor, drama, en los momentos mas imperfectos de la condición humana: léase la manifestación de sus pasiones y emociones primarias. Una extraña perfección que conjuga el alma y el cuerpo de los personajes sin la habitual dicotomía criminal. Justo en esos momentos en que más nos parecemos al animal que llevamos dentro. Al final, los personajes saben dónde están y como tienen que seguir con los parientes de su vida al lado. Han encontrado una salida, por decirlo con el mono Kafkiano de “informe para una academia”, a sus continuados encontronazos o desencuentros familiares. Y es que el arte narrativo acaba hallando su forma, el sentir del sentido también llamado sentimiento, nunca es una simple manifestación de las emociones básicas de la vida. Es a este milagroso acontecimiento a lo que asistimos, cuando vemos esta película.

Y con esa contradicción a las espaldas, las propias del espectador y las de los protagonistas de la peli, realmente cuesta hallar las palabras para describir la intensidad emocional y racional de esta película. Por ponerle un titular, sin que sirva de precedente: Creo que en ninguna otra película he derramado tantas lagrimas. Ni me enfadado tanto, ni todo lo que se decían los personajes por momentos me ha importado una higa, a medida que subía el suflé de la peli. A mi juicio ese es su mayor mérito: la formidable pericia de la puesta en escena donde la potencia comunicativa que pone en marcha la complicidad entre director y personajes llega a emocionarnos en lo más profundo de nuestras almas, cuando todo lo que vemos parece apuntar al mayor de los desbordamientos y fiascos narrativos. Y todo ello sin más armas, como he dicho más arriba, que una historia transmitida por unos personajes espantosamente humanos aunque bendecidos por su estado de gracia divino. Unos personajes, que como casi todos nosotros, viven escondiendo en su intimidad unas profundas heridas, cuyo último destino - como no podría ser de otra manera - es remontar el pozo de la vergüenza y la culpa, y finalmente salir a la luz. Es en esta exteriorización cuando la peli adquiere la forma que vemos, donde se encuentra la llave de la curación de las heridas de los personajes. Y, a la postre, también del perdón recíproco entre ellos.


Quedémonos, como dice Ángel Fernández Santos en su critica a estos secretos con sus mentiras, con la escena en que la madre y su hija negra olvidada se encuentran en una parada de metro, después de varias conversaciones telefónicas, para conocerse. Una escena que muestra al espectador quienes nos están contando la historia. Pues aunque, hasta ese momento, nos haya parecido increíble por su turbulencia y desasosiego, esta historia de ficción, como todas las historias de ficción, se asienta en algún lugar de alguna alma humana a la busca de sentido, no flota ingrávida como los nubarrones de la tormenta antes de descargar toda su furia con lo que lleva dentro, sin piedad ni contención. 

miércoles, 19 de marzo de 2025

ANTONIO GALA

 SONETO EN QUE SE CUENTA CÓMO MUERE

ALONSO QUIJANO DESPUÉS DE HACER MORIR
AL INMORTAL DON QUIJOTE

Relincha con ternura Rocinante.
Solloza Sancho. Se arrebuja el ama.
Negro a la cabecera de la cama,
murmura el cura en un latín errante.

Muda Sansón Carrasco de semblante.
La sobrina una lágrima derrama.
El barbero, a quien nadie le reclama,
todo lo ve con su habitual desplante.

«Ya no estoy loco», dice el moribundo,
y mira en torno… Don Quijote muere
de pronto entre un olor de lluvia y cieno.

Gira sin tino el renovado mundo.
Y en su inmortalidad solo interfiere
un tal cuerdo lector Quijano el Bueno.

LA FAMA

 Quedar luego como colegas fue siempre el temor que le corroía por dentro. Juana Diosdado, así se llama mi exmujer, ganó mientras estuvimos casados más de una decena de premios literarios sin haber conseguido la fama en el sector, que era lo que ella buscaba con más ahínco. Ser reconocida en el mundo literario, para entendernos, como Arguiñano lo es en el de la gastronomía. Yo le he dicho siempre, antes y después de separarnos, que el mundo editorial está cambiando, como casi todo, y que tiene que aprender a adaptarse. Le pongo el ejemplo del cuento Borges, “la lotería de Babilonia”, por seguir dentro del ámbito narrativo. El autor argentino describe en su relato un sistema de apuestas para repartir la mala suerte, de modo que los agraciados se quedan sin trabajo o pierden una oreja dependiendo de lo afortunados que sean. No conseguir la fama después de haber ganado diez premios literarios, estaría - le digo a mi exmujer - dentro del mismo rango de infortunios. No en balde, el gobierno ya se encargó en su momento de hacer una ley de educación y cultura, que seguro se inspira en el cuento de Borges, cuya columna vertebral es la ley del mínimo esfuerzo. Todos tontos pero iguales. Le hablo así a mi exmujer porque yo si quiero ser su colega, pues es el mejor antídoto contra su fracaso literario y nuestro fracaso matrimonial. Y sirve a la salud mental de nuestros hijos. Que, al fin y al cabo, son unos niños muy afortunados, dada la mala suerte que tienen con los padres que les han tocado.


lunes, 17 de marzo de 2025

PAULA ARBONA

 MI PROBLEMA

Quizás mi problema es
que no puedo ver un árbol.
Cuando veo un árbol,
veo un bosque.
Cuando veo una persona,
veo un pueblo.
Veo sus secretos,
su pasado,
su tormento.
Quizás mi problema es
que no puedo dejar de mirar
viendo aquello que no está.

HANNAH ARENDT

 PENSAR LO NO PENSADO

Por mucho que lo queramos inflar emotivamente y hacer todo lo que aparece en la peli de Margarethe von Trotta, Hannah Arendt, muy comprensible desde el punto de vista de la Historia con mayúscula y de las historias con minúsculas, lo que nos cuenta la esta película no deja de partir de una anécdota, al igual que hizo Truman Capote cuando lo envían a investigar un asesinato en un pueblo de Kansas, de cuyo trabajo salió A sangre fría, y una nueva manera de contar historias. Si en lugar de llamarse esta peli Hannah Arendt, se hubiera titulado, pongamos, Pensar no ocupa lugar, o El rincón del pensar, o, simplemente, No sucedió como me lo contaron, es decir, si quitáramos de los títulos de crédito o de descrédito todo lo que pudiera convocar a los prejuicios y complejos que llevamos dentro, tal vez veríamos la película como nos la cuenta la narradora. Si en vez de nombrar explícitamente a los personajes con sus nombres históricos, lo hacemos con nombres que evoquen remotamente a Hannah Arendt y Adolf Eichmann, a saber, una periodista del New Yoker que va a Jerusalén a cubrir el juicio contra un presunto criminal de guerra, estaríamos ante el mismo esquema que Truman Capote y su A sangre fría. Dos hechos, por cierto, que se estuvieron dando de forma simultánea, aunque pienso que se llegaron a tener noticia uno del otro y viceversa. En fin, lo que quiero decir es que hubiera sucedido si el New Yoker envía a Jerusalén a una periodista de su plantilla en lugar de a Hannah Arendt, la afamada filósofa judeo alemana norteamericana, autora del afamado libro “Los orígenes del totalitarismo.”


Es este supuesto ultimo el que filma con solvencia Margarette Von Trotta acompañada con el talento actoral inestimable de Barbara Sukova. Dicho de otra manera, el New Yoker contrata conscientemente a la famosa filósofa Hannah Arendt para cubrir el juicio de Eichmann, pues una empresa es una empresa y pone siempre el ojo allí donde pueda obtener en el máximo beneficio. Pero Arendt asiste y escribe sobre el juicio como si Eichmann no fuera todavía Eichmann, es decir, como un sujeto-objeto aún no pensado. Jerusalén, como no, tampoco es lo que hoy significa hoy esta ciudad de Israel. El contexto del juicio es paradójico en este sentido. Facilita ese trabajo tanto como lo dificulta. Pero sin ninguna duda permite a la protagonista, y a los espectadores a su lado, elevarnos sobre las circunstancias y colocar nuestro pensamiento, nuestras reflexiones y el debate de nuestras ideas en el lugar que le corresponde, más allá de la actualidad pero desde la actualidad.


Ni que decir tiene que el pensamiento no se puede filmar, he aquí la paradoja, sin el contrapunto histórico donde acontece. Por eso las secuencias que representan la vida cotidiana de Arendt y los suyos, en Alemania (visita a Heidegger), en Nueva York (grupos de amigos intelectuales de la universidad) y en Jerusalén (amigos del entorno judío de la pensadora de sus años de exilio antes de instalarse en Nueva York), están todas puestas en escena para arropar la particular forma de pensar de Arendt en general y en particular en el caso del juicio de Eichmann. La forma de pensar de Arendt saca al juicio de su tentación de convertirse en un espectáculo mediático, y coloca a todos esos moscardones de semejante negocio, que por allí pululan, donde verdaderamente les corresponde. De ahí el colosal hurdana mediático que produjo tal decisión. Pero, al final, lo que prevalece es la invitación al espectador a convertirse en el lector del libro de Hannah Arendt. Es decir, a ponerse delante de su pensamiento y tirar para adelante. Y a ver que le pasa.

jueves, 13 de marzo de 2025

MARNIE POMEROY

 EN EL PRINCIPIO

En el principio
fue la onda
como un gato ovillado.

Sin agua
solo movimiento.

Sin estrella
tan solo la luz brillante de la electrocución
día y noche.

Locura
sin cuerpo

Después el principio
esa era la palabra

para las nubes que llovieron al mar
para la tierra en erupción y después
el jardín con su árbol fatídico

y demasiado pronto las espadas de fuego,
radioactivo. Ahora,

misterio es lo que nunca se dijo:
hay algo inquietante
donde las ventanas abiertas
al aire puro
mantienen su posición

incluso cuando no hay nadie.

INQUIETUDES

 GANARSE SU VIDA 

Distinguir entre El que viene a la ciudad como producto o mercancía (a ganarse la vida) del que vine como problema proteico difícil de abordar (a ganarte tu vida). En el primer caso el Otro es un producto más. En el segundo es un posible interlocutor válido. Los filmes de Alan Rudolph se ordenan preferentemente alrededor de lo segundo. Inquietudes no es una excepción. Tienden a centrarse en personajes solitarios y excéntricos - que están en la periferia o fuera de la pomada hegemónica de la ciudad - y en las complicadas relaciones que mantienen con los demás en ese afán por ganarse su vida. Por tanto, no hay en ellos protagonistas claros, pues ganarte tu vida nunca está claro, ni es concluyente. Es más bien un misterio constante. La coralidad es también otra característica de la filmografía de Rudolph. Dentro de esa puesta en escena, son personajes que no llegan del todo a conectarse, a ser entre ellos interlocutores válidos, lo cual no es óbice para que dejen huella. Así entienden que esa huella es algo necesario a lo que puedes aspirar en la ciudad para ganaste tu vida. No hay en ello celebración ni rechazo. Ni moral ni sentencia. Solo saben que están, estamos, ahí. Pues todo ocurre en una ciudad que no muestra su cualidad panorámica colmatada de anuncios en todas las direcciones, para goce de turistas o espectadores cansados.


¿Cómo nos adaptamos a una ciudad así, si queremos ser espectadores comprometidos con lo que nos propone Alan Rudolph a través de sus personajes? En la tertulia que mantuvimos sobre la peli tardamos en darnos cuenta que la realidad que nos mostraba el narrador de la historia no estaba encuadrada, por así decirlo, en la realidad cotidiana que vivimos. Solo al final llegamos a un principio de acuerdo, después de dimes y diretes, idas y venidas, sobre que la realidad que habíamos visto en la pantalla se encontraba en la mente del narrador, John Hawkins. Era una realidad soñada o imaginada en consonancia con la tesis anunciada al principio. A saber, John Hawkins había salido de la cárcel y regresado a la ciudad que lo encarceló para ganarse su vida.


Fue entonces, hora y media de tertulia más tarde, cuando las formas extravagantes de la película empezaron a tener sentido más allá de la actualidad de nuestra cotidianidad, que como es sabido es el principal obstáculo que tiene todo espectador (o lector) que quiera dejar de turistear delante de la pantalla (o con un libro entre las manos). Así nos dimos cuenta que la primera escena de la película, esa en la que sale de la cárcel John Hawkins después más de ocho años allí encerrado, no es a lo que estábamos habituados a ver en muchas situaciones parecidas que han aparecido en otras películas. Toda esta primera escena está bajo el manto o envoltorio onírico, no habitual, que denuncia que eso estaba pasando en otro sitio que no coincidía con el que se nos mostraba. Aquel abandono de la cárcel era algo más que un abandono de la cárcel. Era lo que John Hawkins había hecho con ese hecho, lo que de paso nos anunciaba lo que el nuevo expresidiario iba a hacer con todo lo que se encontrara en la ciudad, empezando con la presencia de sus primeros pasos en la misma nada más bajar del autobús. Nos quedó claro que ganarse la vida es una transacción comercial del yo productor consumidor, la actualidad donde vivimos, pero que ganarse su vida, para John Hawkins y para los espectadores que lo acompañábamos, es una competencia de la imaginación. La primera se da en la materialidad del mercado laboral y la compraventa visible de todo lo que se mueve, mientras que la segunda se da en la mente, la conciencia, en fin, en la invisibilidad del alma de John Hawkins y de los espectadores que estamos allí a su lado.


Visto así, luego se nos hicieron más asequible las extravagancias de Coop Carradine, las de Divine y su banda de hampones, la del tiroteo final y el paseo impasible de Coop Carradine entre los tiros habituales de toda banda de hampones que se precien, en fin, se nos hizo más asequible e incluso empezó a hacerse inteligible toda los planos surrealistas que fueron dando empaque a la puesta en escena de la peli, incluidos el enamoramiento de Hawkins de Georgia y el bar de Wanda como punto de encuentro de todo ello. Hasta llegar al plano final, donde la sonrisa de Hawkins y el rostro de Georgia, rematan la faena iniciada dos horas antes, con el primero saliendo de la cárcel y la segunda en la caravana donde vive con su hijo, mientras no lejos de allí la ciudad que les permitirá conocerse los espera para que puedan así ganarse juntos su vida que tanto anhelan.


lunes, 10 de marzo de 2025

NIKA TURBINÁ

 Mis poemas

Mis poemas se parecen
a un manojo de hilos
enredados por un niño.
Por la mañana intento
separarlos en hermosos ovillos.
¡Pero qué tarea absurda!
Ya al atardecer,
el piso, la pared, la calle, las casas,
todo confundido.
Mis poemas se parecen
a un largo manto de varios colores.
No, al camino
por el que haré rodar
mi ovillo, mi siglo…
Que un niño enrede los hilos,
no es posible ir por un camino recto.
Y con sólo un color no se puede
llenar el mundo entero.
Que mis palabras sean un arcoíris.

LAS LECCIONES DE BLAGA

EL TOCOMOCHO A LA BÚLGARA 

El criterio estético se maneja y se desarrolla con preguntas, no con valoraciones individuales del gusto que vuelven indiscriminados a los objetos (desde este punto de vista, tanto derecho tiene alguien a que le gusten las novelas de Zane Grey o Marcel Lafuente Estefanía como otro a que le gusten las de Faulkner, con lo cual Grey, Estefanía y Faulkner vendrían a ser lo mismo: cimas del gusto individual: el de Los cosmopaletos actuales.


Ahí van las preguntas que me han surgido, después de ver la peli “las lecciones de Blaga”, de Stephan Komandarev:

1 ¿Por qué elige el director a una profesora de lengua jubilada como protagonista, una profesora que durante la primera hora deja ver su estilo profesional exigente: da clases particulares de lengua a una mujer joven y guapa flor de primavera, que viene de un país en guerra, y que está estudiando búlgaro para conseguir la nacionalidad búlgara y vivir en paz?


2 ¿Por qué lo hace en el momento reciente de la muerte de su marido, cuando quiere emplear sus ahorros en comprarle una lápida?


3 ¿Por qué elige la extorsión de unos estafadores anónimos para inmiscuirse en ese momento de su vida?


4 ¿Hubiera significado la extorsión lo mismo si el marido de Bleda no hubiera muerto, o si Bleda fuera, pongamos, conductora de autobuses. O si en lugar de una mujer jubilada los estafadores eligen a un hombre jubilado o en plena edad productiva?


5 ¿La elección de Bleda como presa de los estafadores es aleatoria o premeditada porque la conocen. Aspecto este del que no se encarga la escritura del guión de la película?


6 ¿Qué diferencia hay entre Bleda y Didion, por poner un ejemplo, en el año del pensamiento mágico, donde la protagonista también ha perdido al marido?


7 ¿Por qué elige el director la forma de estafa del tocomocho, mediante llamada de teléfono no cara a cara. Por qué da mas confianza a la estafada la primera que la segunda. Por qué el espectador se siente más y mejor interpelado con la primera que con la segunda. Lo que quiero decir es que esa elección le permite al director poner a buen recaudo la inteligencia de la protagonista, para lo que nos va a contar a continuación. Hablo, como no, del supremacismo moral que exhibe la profesora de lengua durante todo el metraje de la película?


8 Esta última pregunta cae directamente sobre los motivos o fuerzas que se mueven dentro de la protagonista, a partir del momento en que recibe la primera llamada de los estafadores. ¿Cuales son las transformaciones personales que experimenta la profesora Blaga? Es decir, la forma en que cambia individual y socialmente, las cosas que verdaderamente cambian, su capacidad de percibir que está cambiando, los recursos que usa para dirigir lo que cambia, quién o qué mueve el cambio. Dicho con otras palabras: a mi no me engaña nadie y menos esta panda de palurdos. La supremacía de su orgullo moral, para entendernos, se impone de forma mecánica sobre toda esa complejidad que la constituye. Y al espectador también, que la está acompañando.


Blaga es una mujer de 70 años ex profesora de lengua jubilada que acaba de enviudar. Tiene unos ahorros con los que quiere comprar un terreno en el cementerio, para enterrar las cenizas de su marido ,que guarda en su casa, con una lápida de mármol; sin embargo, una llamada telefónica de unos timadores profesionales le hará que pierda todo su dinero. La dignidad y la desesperación de esta mujer se hace evidente en un país donde también la corrupción está sistematizada en todos los ámbitos. ¿Nos suena el hilo musical?


Mi conclusión, después de todo este repertorio de preguntas e intuiciones, es ambigua. Como no podía ser de otra manera. Es comprensible la rabia íntima que le produce a Blaga haber caído en esa trampa. Ya no es tan verosímil, tal y como lo cuenta el director, la reacción que tiene frente a su rabia. La codicia que la impele a estafar a los estafadores. La rabia y la codicia por si solas no te dan el talento para vivir y sobrevivir en ese mundo estafador y canalla. No olvide el espectador que es una profesora jubilada de lengua. Una última pregunta, ¿Una lápida y una tumba para las cenizas de su marido, cuya urna custodia en su casa, merece la muerte de su alumna como efecto no deseado de su conducta codiciosa e irresponsable? Su hijo, desde Estados Unidos donde trabaja, le afea vía on line esa conducta delante del espectador. ¿No será que el director Stephan Komandarev ha puesto el carro delante de los bueyes? Es decir, ha querido representar estéticamente la rabia de Blaga, sin pensar en cómo representar las consecuencias éticas que de aquella se derivan. Se nota en la complicidad y afecto que tiene, hasta la última escena, respecto a la profesora Blaga. No hay condena, solo se siente admiración. Eso es lo que hay que hacer frente a semejante atropello, parece decirnos el director de la peli. Olvidando que uno hace lo que puede no lo que quiere. La maldad de los estafadores, que solo es el detonante original, se convierte así en el motor principal que oculta la banalidad del mal que despliega la rabia Blaga, verdadera protagonista de la película. Lo importante no es el mal en el mundo, sino que hacemos cada uno de nosotros con ese mal persistente en el día a día. Un mal que me puede afectar a mi, aunque me parezca increíble. No es así como piensa Blaga, protegida como está, paradójicamente, dentro de su burbuja de exigente profesora jubilada de lengua.¿Qué hecho yo para merecer esto? No es la pregunta que debería desprenderse en la última escena, cuando baja las escaleras de su casa y deja que los estafadores maten impunemente a su alumna de lengua.


miércoles, 5 de marzo de 2025

LUIS EDUARDO AUTE

 DOS O TRES SEGUNDOS DE TERNURA

Estoy pasando un bache, un revés, un agujeroUn no sé qué me ocurreQue ni yo mismo me entiendo
No me apetece nadaNada más que estar adentroPero no de tu vientreSino de tus sentimientos
Quisiera que supierasQue no tengo otro deseoQue estar entre tus brazosComo quien pide consuelo
Sentirte toda míaSin lujurias ni misteriosComo siento la sangreQue circula por mi cuerpo
No me hace falta la LunaNi tan siquiera la espumaMe bastan solamente dosO tres segundos de ternura
A veces me preguntoSi no me causa respetoEl paso de los añosDesgastando nuestros besos
Así como el derrocheDe algo más que mucho tiempoSin vernos un instanteMás allá de los espejos
Por eso necesitoAunque sé que es un excesoQue tus ojos me diganAlgo así, como de acuerdo
Estoy aquí a tu ladoPara que no tengas miedoAl miedo de estar solosSolos en el universo
No me hace falta la LunaNi tan siquiera la espumaMe bastan solamente dosO tres segundos de ternura

DIVORCIO

 En el que podía tener si firmaba el formulario de Asia Total a la mañana siguiente, estuve dándole vueltas para mis adentros poco antes de quedarme dormido, después de tres horas largas dando vueltas con los ojos como platos de un lado a otro de la cama. Me refiero al tiempo libre que me quedaría después de cada jornada laboral y como se notaría ese anhelo ante mis nuevos compañeros. Que quede claro que no soy un emigrante típico, que llega aquí apelotonado en una patera. Primero me fui a hacer las islas británicas, dejando a mi mujer y mi hija en Tegucigalpa. Tengo los estudios de ingeniero agrícola, pero en Londres no necesitaban tipos con ese perfil profesional, así que me dediqué a aprender por adelantado el oficio de jubilado ocioso. Al cabo de tres años me cansé y me trasladé a Santa Coloma de Gramanet, donde mi mujer acababa de instalarse para buscarse la vida junto a nuestra hija. Ahora me ha salido este trabajo con los chinos y mi mujer me advierte del riesgo que tengo de perder mi identidad londinense. Sin embargo, pienso que no es del todo sincera. Más bien es una añagaza para que más adelante rompamos nuestro matrimonio, pues me guarda mucho rencor de cuando la abandoné para irme a Londres. Ella detesta lo de pedir el divorcio cara a cara, y quedar luego como colegas.


lunes, 3 de marzo de 2025

DIONISIA GARCÍA

 


Aceptación del silencio

El despertar es siempre una manera

de advertirnos a tiempo, evitar la locura

de ese primer instante que descubre

desvanecidos sueños y nos priva

del espacio feliz del abandono.

 

A ese momento temo, y lucho por salvar

algunas alegrías que cobijan un resto de ilusiones

y dentro de nosotros van encendiendo luz.

No más clara por ello, la verdad presentida,

porque también lo oscuro ampara la mirada,

y el andar vacilante, casi a ciegas,

puede impulsarnos más a lo escondido.

 

Habito en el silencio, casi me siento cómplice,

y por eso me avengo a la mudez,

al jugo de tu nombre: te deletreo, Dios,

te deletreo.

UNAS MEDIAS DE SEDA

 Ser libre no es tenerlo todo o probarlo todo, sino saber elegir

¿En qué consiste la libertad? ¿Existe realmente la libertad? ¿Es algo que tienes antes de saberlo, algo que sólo adquieres al saber que lo tienes o algo que para tenerlo debes renunciar a saber con precisión qué es? ¿Eres capaz de libertad o eres libertad y por ello capaz de ser humano? ¿Quieres ser rico o quieres ser digno? 

El lector conoce a la protagonista, la modesta señora Sommers, no mucho tiempo después de que un día “se encontró inesperadamente en posesión de quince dólares.” Esas son  palabras que pertenecen al primer párrafo de este cuento, de su formalidad creativa. Un cuento titulado Unas medias de seda, de Kate Chopin.  No hay, por decirlo así, ninguna deriva sociológica, moral o psicológica que atraiga o distraiga la atención del lector, según esta se entienda, hacia esos ámbitos. No hay, para entendernos, en los párrafos que vienen a continuación ni una palabra que nos digan explícitamente o de manera sugerida como han llegado esos quince dólares a su bolsillo, si el calificativo modesta es sinónimo de pobreza o de austeridad económica, o de carácter, si hay en su vida un marido o un padre para sus hijos, o ni una cosa ni la otra. Lo que sí dice el narrador es que ese dinero le producía una sensación de importancia que hacia años que no sentía. Y comienza entonces a dejar ver los primeros movimientos de su conciencia, a saber, lo importante no es lo que me ha pasado: me he encontrado inesperadamente con quince dólares, sino que hago con lo que me ha pasado y lo más importante, que hace eso que me ha pasado conmigo. Ese movimiento de la conciencia de la protagonista es lo que ocupará la mayor parte de la brevedad del relato.


A ‘que hago con lo que me ha pasado’ la señora Sommers responde al principio bajo la influencia maternal - para arreglar la ropa de sus hijos - en la que vive en ese momento. Eso sí moviéndose arriba y abajo con una actitud inequívocamente sonámbula, como se mueven todas las madres, vivo sin vivir en mi. Importante señalar este estado mental, para luego entender el giro que se producirá en el cuento cuando la señora Sommers piense gastar los quince dólares en ella misma. Un giro que no surge por generación espontánea ante la sonrisa de la fortuna de encontrarse inesperadamente en posesión de esos quince dólares, sino que está sugerido con anterioridad por la opinión que los vecinos tienen de la señora Sommers cuando la recuerdan viviendo años mejores, antes de convertirse en la modesta señora tal y como la conoce el lector. 


Ante ‘que hace conmigo eso que me ha pasado’ comienza la protagonista a dar rienda suelta a lo que lleva dentro y que tuvo que aparcar, parece sugerirse nuevamente por voz del narrador, cuando tuvo a sus hijos. Se inicia con la escena en la que sus manos entran a ciegas en contacto con unas medias de seda, al remover un montón de ropa amontonada de diversa función y cometido, y de distintos colores y texturas. Y eso que lleva dentro - no de manera consciente - no es otra cosa que el paquete de preguntas con que he iniciado este escrito. Y es en este momento donde el lector atento nota que la voz del narrador acorta distancias con la señora Sommers y con el mismo, invitándolo a que se incorpore a lo que va a contar a continuación porque le interesa hasta tal punto que sin su presencia las peripecias de la protagonista no existirían. Ya que, efectivamente, la libertad de un ser humano mortal, finito e imperfecto - conviene no olvidar toda la retahíla de adjetivos que nos constituyen como tal ser humano, para que no se nos suban los humos divinos a la cocorota - no es tenerlo todo y probarlo todo, sino, muy al contrario, saber elegir entre la diversidad que nos rodea. Que no está puesta ahí ante nosotros comp si fueran los productos de un supermercado, ofertas del día incluidas, dispuestos para tentar nuestro bolsillo a cuenta de calcinarnos el corazón y la mente. 


Al acabar de leer el último párrafo del cuento, cabe preguntarse si la señora Sommers, y el lector a su lado, han aprendido a ser libres. No es descabellado decir, subidos ambos a ese tranvía que deseamos no se pare nunca, que los dos hemos aprendido con notable alto ese complejo examen que no es otra cosa que el examen de la vida: aprender a ser libres entre los demás seres humanos.