EL TOCOMOCHO A LA BÚLGARA
El criterio estético se maneja y se desarrolla con preguntas, no con valoraciones individuales del gusto que vuelven indiscriminados a los objetos (desde este punto de vista, tanto derecho tiene alguien a que le gusten las novelas de Zane Grey o Marcel Lafuente Estefanía como otro a que le gusten las de Faulkner, con lo cual Grey, Estefanía y Faulkner vendrían a ser lo mismo: cimas del gusto individual: el de Los cosmopaletos actuales.
Ahí van las preguntas que me han surgido, después de ver la peli “las lecciones de Blaga”, de Stephan Komandarev:
1 ¿Por qué elige el director a una profesora de lengua jubilada como protagonista, una profesora que durante la primera hora deja ver su estilo profesional exigente: da clases particulares de lengua a una mujer joven y guapa flor de primavera, que viene de un país en guerra, y que está estudiando búlgaro para conseguir la nacionalidad búlgara y vivir en paz?
2 ¿Por qué lo hace en el momento reciente de la muerte de su marido, cuando quiere emplear sus ahorros en comprarle una lápida?
3 ¿Por qué elige la extorsión de unos estafadores anónimos para inmiscuirse en ese momento de su vida?
4 ¿Hubiera significado la extorsión lo mismo si el marido de Bleda no hubiera muerto, o si Bleda fuera, pongamos, conductora de autobuses. O si en lugar de una mujer jubilada los estafadores eligen a un hombre jubilado o en plena edad productiva?
5 ¿La elección de Bleda como presa de los estafadores es aleatoria o premeditada porque la conocen. Aspecto este del que no se encarga la escritura del guión de la película?
6 ¿Qué diferencia hay entre Bleda y Didion, por poner un ejemplo, en el año del pensamiento mágico, donde la protagonista también ha perdido al marido?
7 ¿Por qué elige el director la forma de estafa del tocomocho, mediante llamada de teléfono no cara a cara. Por qué da mas confianza a la estafada la primera que la segunda. Por qué el espectador se siente más y mejor interpelado con la primera que con la segunda. Lo que quiero decir es que esa elección le permite al director poner a buen recaudo la inteligencia de la protagonista, para lo que nos va a contar a continuación. Hablo, como no, del supremacismo moral que exhibe la profesora de lengua durante todo el metraje de la película?
8 Esta última pregunta cae directamente sobre los motivos o fuerzas que se mueven dentro de la protagonista, a partir del momento en que recibe la primera llamada de los estafadores. ¿Cuales son las transformaciones personales que experimenta la profesora Blaga? Es decir, la forma en que cambia individual y socialmente, las cosas que verdaderamente cambian, su capacidad de percibir que está cambiando, los recursos que usa para dirigir lo que cambia, quién o qué mueve el cambio. Dicho con otras palabras: a mi no me engaña nadie y menos esta panda de palurdos. La supremacía de su orgullo moral, para entendernos, se impone de forma mecánica sobre toda esa complejidad que la constituye. Y al espectador también, que la está acompañando.
Blaga es una mujer de 70 años ex profesora de lengua jubilada que acaba de enviudar. Tiene unos ahorros con los que quiere comprar un terreno en el cementerio, para enterrar las cenizas de su marido ,que guarda en su casa, con una lápida de mármol; sin embargo, una llamada telefónica de unos timadores profesionales le hará que pierda todo su dinero. La dignidad y la desesperación de esta mujer se hace evidente en un país donde también la corrupción está sistematizada en todos los ámbitos. ¿Nos suena el hilo musical?
Mi conclusión, después de todo este repertorio de preguntas e intuiciones, es ambigua. Como no podía ser de otra manera. Es comprensible la rabia íntima que le produce a Blaga haber caído en esa trampa. Ya no es tan verosímil, tal y como lo cuenta el director, la reacción que tiene frente a su rabia. La codicia que la impele a estafar a los estafadores. La rabia y la codicia por si solas no te dan el talento para vivir y sobrevivir en ese mundo estafador y canalla. No olvide el espectador que es una profesora jubilada de lengua. Una última pregunta, ¿Una lápida y una tumba para las cenizas de su marido, cuya urna custodia en su casa, merece la muerte de su alumna como efecto no deseado de su conducta codiciosa e irresponsable? Su hijo, desde Estados Unidos donde trabaja, le afea vía on line esa conducta delante del espectador. ¿No será que el director Stephan Komandarev ha puesto el carro delante de los bueyes? Es decir, ha querido representar estéticamente la rabia de Blaga, sin pensar en cómo representar las consecuencias éticas que de aquella se derivan. Se nota en la complicidad y afecto que tiene, hasta la última escena, respecto a la profesora Blaga. No hay condena, solo se siente admiración. Eso es lo que hay que hacer frente a semejante atropello, parece decirnos el director de la peli. Olvidando que uno hace lo que puede no lo que quiere. La maldad de los estafadores, que solo es el detonante original, se convierte así en el motor principal que oculta la banalidad del mal que despliega la rabia Blaga, verdadera protagonista de la película. Lo importante no es el mal en el mundo, sino que hacemos cada uno de nosotros con ese mal persistente en el día a día. Un mal que me puede afectar a mi, aunque me parezca increíble. No es así como piensa Blaga, protegida como está, paradójicamente, dentro de su burbuja de exigente profesora jubilada de lengua.¿Qué hecho yo para merecer esto? No es la pregunta que debería desprenderse en la última escena, cuando baja las escaleras de su casa y deja que los estafadores maten impunemente a su alumna de lengua.