miércoles, 19 de marzo de 2025

LA FAMA

 Quedar luego como colegas fue siempre el temor que le corroía por dentro. Juana Diosdado, así se llama mi exmujer, ganó mientras estuvimos casados más de una decena de premios literarios sin haber conseguido la fama en el sector, que era lo que ella buscaba con más ahínco. Ser reconocida en el mundo literario, para entendernos, como Arguiñano lo es en el de la gastronomía. Yo le he dicho siempre, antes y después de separarnos, que el mundo editorial está cambiando, como casi todo, y que tiene que aprender a adaptarse. Le pongo el ejemplo del cuento Borges, “la lotería de Babilonia”, por seguir dentro del ámbito narrativo. El autor argentino describe en su relato un sistema de apuestas para repartir la mala suerte, de modo que los agraciados se quedan sin trabajo o pierden una oreja dependiendo de lo afortunados que sean. No conseguir la fama después de haber ganado diez premios literarios, estaría - le digo a mi exmujer - dentro del mismo rango de infortunios. No en balde, el gobierno ya se encargó en su momento de hacer una ley de educación y cultura, que seguro se inspira en el cuento de Borges, cuya columna vertebral es la ley del mínimo esfuerzo. Todos tontos pero iguales. Le hablo así a mi exmujer porque yo si quiero ser su colega, pues es el mejor antídoto contra su fracaso literario y nuestro fracaso matrimonial. Y sirve a la salud mental de nuestros hijos. Que, al fin y al cabo, son unos niños muy afortunados, dada la mala suerte que tienen con los padres que les han tocado.