viernes, 30 de agosto de 2024

CARMEN YÁÑEZ

 ¿Qué sabrá el futuro de lo nuestro?

El futuro que ahora es niño lozano
y ya casi adolescente
y nos invade con sus saltos las poltronas
antiguas de nuestros mitos.
¿Qué sabrá de esas marcas en los árboles
ahora que aquellos yacen desnudos
ante la inclemencia?
¿Y las veredas trajinadas hoy que evocamos
los pasos perdidos?
¿Qué sabrá el pequeño futuro que crece
ignorando las señales que dejamos alguna vez en la piedra,
el árbol, la pared vecina al corazón?

CARMEN RUBIO DÍAZ

 Deseo de Montaña

Sube, hacia el silencio.
Camina por lugares en donde nadie parece haberlo hecho.
Reposa en soledad.
Asciende... Asciende sin tregua hasta terminar exhausto.
Contempla la belleza del hielo, con sus distintos tonos...Y está allí, como en lugar no pisado...
Admira el entorno soberbio de las montañas: sus bosques, sus arroyos, sus inmensos pedregales...
y los va dejando atrás en pos de la altura... Por ser peregrino de su luz... Esclavo de su paz, de su
calma, de su sosiego... Ve en la ventisca aventura, y en las nubes amigas... No le tiene miedo a trepar.
Y hace cima como una alegría.
Desciende pensando en la próxima ascensión, porque nada hay tan puro, nada hay tan bello...
Es un sueño. Un diálogo con lo remoto, con lo pasajero... Que cambia con cada estación.
Sueña despierto.

CRÓNICAS DEL RÍO MENO 6

 EL CANON DE BAYREUTH

Bajamos en la estación de la DB de Bayreuth al atardecer. El hotel no queda lejos, lo cual es de agradecer dado el ajetreo que hemos tenido, transbordo y aluvión de pasajeros incluidos. Es algo antiguo sobre todo la entrada que tiene una escalera empinada. Subimos a la habitación tirando literalmente de las alforjas, pasando por el comedor que parece de una antigua Gasthof, en madera. Según se entra a la derecha, el rey campechano y su señora en una foto saludando a un señor, que resulta ser un pintor amigo de la dueña. Al parecer la escena es en una exposición en Dresden. Hay varios cuadros del pintor en todas las estancias, un autorretrato bastante atrayente, entre Chagal, y Toulouse L.  Pasillos y puertas de madera, hasta tiene tele. Todo el conjunto hace que estemos como en casa. Lo cual me anima a tumbarme en la cama y leer de nuevo a Chamberlain, para poner un contrapunto a este ambiente hispano con que nos ha recibido esta ciudad de barítonos y sopranos. Dice así en el inicio del capítulo que he elegido, “Bayreuth como patria del alma”: “He permanecido largamente en Bayreuth. Más aún nunca lo he abandonado. Llegó a ser una patria para mi alma de apátrida. Y no solo relaté mis años como asistente a los festivales, de una temporada a otra, sino que mi existencia espiritual arraigó en ellos. Es el único lugar del mundo del cual dependo gracias a los dones que recibí del genio, los fines que conducen mi vida hasta en sus detalles prácticos y los ideales impulsos que en él he hallado. En el dominio de las producciones dramáticas, Bayreuth es señero por sus actos, no solo por ser el lugar de los anhelos sino también el lugar de las realidades. Aquí a diferencia de otros lugares, la nobleza se sueña y se quiere, se reconoce y se puede cumplir. Por eso fue Bayreuth, para quienes conocen su esencia, una escuela de la acción.” 

No hace falta insistir demasiado que es mejor recordar las palabras del filósofo inglés Chamberlain, que irnos a la oficina de turismo de Bayreuth para que el funcionario o funcionaria de turno nos informe sobre que es lo más interesante de visitar en la ciudad. Nos extendería un plano de la ciudad sobre el mostrador, nos indicaría con un rotulador rojo donde estamos, nos preguntaría cuando tiempo vamos a estar en la ciudad y nos señalaría un itinerario adaptado a ese tiempo, indicando sobre el mapa cuál es el sentido más adecuado a nuestra visita. No faltaría en su amable atención interesarse por nuestro lugar de procedencia, concluyendo todo ello con el repliegue del mapa, su entrega a quienes le hemos escuchado acompañado con la mejor de sus sonrisas, y desearnos, al fin, de forma simultanea una feliz estancia en la ciudad.

De acuerdo con el espíritu que Chamberlain deja de manifiesto en su libro, la ciudad de Bayreuth se puede visitar, como no podía ser de otra manera, siguiendo los tres lados de un triángulo irregular imaginario. Si puede ser a la manera romántica mejor que al estilo turístico imperante. Los vértices de la base serían la Ópera del Margrave: es uno de los pocos teatros barrocos que han persistido intactos en Europa y junto al Teatro de Cuvilliés de Múnich, el Teatro del Castillo de Český Krumlov y el de Drottningholm en Suecia son considerados joyas del género, y Wahnfried: formado por el palacete que se encuentra dentro de un inmenso jardín, lugar en el que se oye uno de los mejores silencios de la naturaleza que hayan captado mis oídos, conjunto señorial en el que residía el compositor Richard Wagner y su familia. El vértice de la altura sería el Teatro de los Festivales de Bayreuth. Wagner supervisó personalmente el diseño y la construcción del teatro, que albergaba numerosas innovaciones arquitectónicas con el fin de dar cabida a las inmensas orquestas para las que el músico alemán escribió su visión particular de lo que debería ser el montaje. Es este triángulo irregular imaginario es donde suena sin parar desde hace casi 150 años el Canon de Bayreuth. Tal es el nombre de un catálogo de óperas del compositor alemán Richard Wagner que han sido representadas en el Festival de Bayreuth. El festival fue inaugurado por el compositor alemán el 13 de agosto de 1876 en el municipio bávaro del mismo nombre bajo el mecenazgo de Luis II de Baviera, y ha continuado bajo la dirección de su familia desde su muerte.

En esta Meca de la Ópera, es donde peregrinan cada año miles y miles de devotos feligreses a la llamada del Festival Wagneriano, sepan de ópera o solo sepan de adicciones y exhibicionismo - en esto nada ha cambiado desde entonces. Allí mismo, bici al lado, ante la puerta del Teatro, no cuesta nada imaginar la presencia del más excelso de esos peregrinos, andando como oso enjaulado hasta que se alzase el telón, eludiendo cualquier contacto con sus semejantes, huraño humano demasiado huraño, me refiero, como no, a Friedrich Nietzsche. Cuentan las crónicas de la época, y el filósofo en su cuarta consideración intempestiva, que fue a partir de la inauguración del festival cuando éste empezó a criticar la música de aquel por haber vuelto al redil cristiano burgués, del que tanto abominaba el autor de así habló Zaratustra. Nada dice el filósofo de la condición antisemita del músico. No me queda muy claro después de leer al superhombre nietzcheano y escuchar la música del ego wagneriano, si ambos coincidían en ese asunto reflejados en el mismo espejo. Lo que sí me parece apreciar es que algo de la sombra de cada uno de estos gigantes está presente, de forma vulgar y zafia si se quiere, en el narcisismo ególatra de la sociedad de masas actual. Y es que no en balde, como dice el dicho, en esta época nuestra todos somos enanos caminando a hombros de gigantes. Será por algo, digo yo.

Paseando entre las calles llegamos a la plaza del mercado. Entramos por la parte superior, toda entera estaba llena de terrazas: hora del helado y algunos ya cenando. Nos aposentamos en una heladería Buonissimo: unos vinos con patatas chips. Ricas y haciendo tiempo. Luego fuimos al final de la plaza donde había  una braueri. Las camareras estaban en las últimas, pero aún pudimos pedir: dos snitchel wienner art, y su complemento. Día logrado.


martes, 27 de agosto de 2024

HENRY DAVID THOREAU

 A UN GAVILÁN DE CIÉNAGA EN PRIMAVERA

Hay salud en tus alas grisáceas,

y es la salud que brinda la naturaleza.

Dime, tú, reliquia de modernas alas,

¿alguna vez Natura estuvo mala?

Con tus alas, tú, a cada impulso,

la salud y el solaz nos mandas,

los males y el dolor espantas,

vuelve la vida en ti a su curso.

ANGÉLICA TANARRO

 LO QUE NO SE DE LAS PALABRAS

¿Está todo dicho?
Preguntas al brezo y a la escarcha
al espejo y a las horas muertas
al dolor
siempre al dolor…

Mientras tanto las convocas
buceas su caudal
arañas el moho y la costumbre
deseas su más nítido perfil

para que sigan nombrando lo que importa.

CRÓNICAS DEL RÍO MENO 5

 CAMINO HACIA BAYREUTH

Recoger las bicis, las que serán nuestras compañeras inseparables durante los próximos 13 días, es otro de los rituales de estos viajes ciclistas. Previamente las habíamos alquilado vía on line en la central de alquiler de Frankfurt, lo que no te quita la expectación de quien va a conocer a alguien que no por conocido como objeto mecánico - una bici en una bici en cualquier latitud del mundo - no deja de ser en cada viaje el inicio de una buena amistad entre un humano y una máquina. Esta es la relación híbrida que caracteriza a todo el viaje. El acto de presentación por parte de la dependienta de la central de alquiler no difiere mucho del de una persona en un  grupo social, aquí una bici, y me indica todas sus prestaciones y complementos, aquí un ciclista, compañero tuyo de ruta en los próximos días. Nos reconocemos dando una pequeña vuelta por los alrededores de la central, y concluimos que podemos ser buenos amigos. Nuestras constantes de humano y máquina se avienen y se reconocen como vejas amigas. Al salir de la central de alquiler dando las primeras pedaladas en dirección al DB sur, donde teníamos que coger el tren que nos llevaría a Bayreuth, me vino a la memoria, a modo de homenaje y despedida provisional, lo que cuenta Goethe en sus memorias respecto a su forma de viajar. A caballo y a pie eran las restringidas ofertas de las agencias de viajes del siglo XVIII y siglo XIX, valga la broma irónica para entendernos.


En la taquilla de la DB nos informaron con precisión germánica  como seria en este trayecto el asunto siempre inquietante de los transbordos: ¿tendremos tiempo para hacerlo o lo perderemos y nos tocará esperar al próximo tren o al próximo día? Son temores que no desparecen a pesar de la confianza que ha arraigado en tu interior después de la experiencia de viajar con la DB? Esta vez haremos un solo transbordo. En Bamberg. Lo que te anima a seguir leyendo el libro de Houston Stewart Chamberlain, “Wagner y mi camino hacia Bayreuth”, de cuyas páginas resaltas la siguiente cita: “Cuando luego en Schopenhauer y en Wagner leí las abísmales palabras sobre la música como revelación de las ocultas esencias del mundo, en todo momento lo recordé y busqué el alcanzable significado en el entendimiento ajeno al concepto.” 


Como ya dije al principio de esta crónica, no soy un gran aficionado a la ópera en general ni a Wagner en particular, pero el acercamiento de este filósofo inglés a la una y al otro no ha dejado de conmoverme. Hombre de letras el inglés, por tanto, que vivió entre el siglo XIX y el siglo XX y no tuvo contacto con la música de forma temprana como reconoce en su libro, a pesar de las condiciones favorables de la familia donde nació: “Yo era un niño feliz que creció entre hombres refinados, sensatos y bondadosos. No es necesario asegurar que las buenas maneras del alma inocente y la serena educación solo podrían alterarse en escasas ocasiones. Pero tampoco ha de desdeñarse la importancia que aquella vivencia habría de tener en mi transformación y mi crecimiento, en especial mi ascenso a las oscuras profundidades de ese embrión que participaría en la construcción de mi personalidad.” Sin embargo, sus palabras dichas en aquel siglo XIX si prestas la debida atención tienen una resonancia ineludible en este siglo XXI, produciendo una sonoridad de tal manera que te acariciaba la mente al compás del traqueteo del tren, que se iba llenando de pasajeros de distinto pelaje y condición. Entonces te preguntas si las palabras de Chamberlain rumbo a Bayreuth entraban en contradicción con la diversidad de vidas que iban subiendo al tren que tenía el mismo destino. No lo sentías así. Chamberlain es un romántico empedernido que admiraba a Goethe e inicia su camino a Bayreuth en pleno fervor europeo del Segundo  romanticismo en Europa. Ya sabemos que el eje vertebrador de la mentalidad romántica se fundamente en el genio del artista como ser único e irrepetible capaz de sustituir al dios bíblico y milenario, que la revolución francesa había dado muerte por guillotina de la cabeza de su delegado en la tierra el Capeto Luis XVI. “Que hoy nadie se atreva a desdeñar el genio de Wagner nos permite más que nunca estar convencidos de qué y de quién es tan potente artista y cual lugar ocupa en la historia.” Así escribe Chamberlain la segunda de las citas introductorias de su libro mencionado. Si le sumamos la tercera cita: “El sol de mi vida era y es Richard Wagner. En él vibraba la vida de la cabeza y a los pies.” Y la primera cita recordando a Goethe: “Allí donde amamos está la patria.”  Tenemos la brújula cabal con que se conduce el filósofo Chamberlain en su viaje a Bayreuth. Nada que ver con la brújula que teníamos nosotros en el nuestro. Bien podía ser descrita con las palabras fetiche de nuestra época. A saber, libertad para ir y venir, subir y bajar donde te pete y cuando te pete. Igualdad para que lo haga cualquiera siempre y cuando el revisor de la DB le pida su billete lo tengas y se lo entregues para que acredite su validez. Y vulgaridad como resultado de la ausencia del romanticismo decimonónico definitivamente alejado de nuestras vidas. ¿Significa eso que no podamos aspirar a la excelencia? Te hubiera gustado preguntarle a la revisora, con el libro de Chamberlain en la mano, justo en el momento de bajar del tren para hacer el único transbordo, en la ciudad de Bamberg, que nos pondría enfilados, ahora si, directamente hacia Bayreuth. Nada que recuerde al romanticismo de Chamberlain en estos transbordos llenos de gente por todos los andenes, con sus bicis, con sus maletas, con sus prisas, y, como no, con sus equivocaciones de ida y vuelta. En efecto, después de comer algo, nos dirigimos al andén por donde creíamos pasaría el tren dirección Bayreuth, pero no era ahí donde debíamos colocarnos juntos añusgaras bicis. En fin, que esto es la sociedad de masas, sí, llena de individuos que van cada cual a lo suyo chocando con lo otro suyo del contrario, sí, pero que no consiguen apagar la llama de la excelencia, me imagino que me hubiera contestado la taquillera de la DB. Todo es cuestión de no desfallecer ante estas avalanchas humanas llenas de vigor y de inocencia en el interior de su sinsentido, créame se lo digo por experiencia. Sigo imaginando que estas habrían sido las palabras de despedida de la frau taquillera de la DB.


viernes, 23 de agosto de 2024

FERMIN HERRERO

 EN LA TIERRA DESOLADA

Hay muchas formas de comprar
un silencio, de sacudir las alfombras, de estar
a bien con el que manda. Aunque a nadie
me debo sé de sobra que existen porque
las he probado. Dije la noche azul, el viento
verde y una mentira lleva a otra y a otra
y con su mismo espanto acaba convirtiéndose
en naturalidad, sin rebullir apenas. Es
entonces cuando vemos la soga en la mano
tendida, cuando vemos que nada es lo que era.

BERTOLT BRECHT

Contra la seducción

No os dejéis seducir:
no hay retorno alguno.
El día está a las puertas,
hay ya viento nocturno:
no vendrá otra mañana.
No os dejéis engañar
con que la vida es poco.
Bebedla a grandes tragos
porque no os bastará
cuando hayáis de perderla.
No os dejéis consolar.
Vuestro tiempo no es mucho.
El lodo, a los podridos.
La vida es lo más grande:
perderla es perder todo.

CRÓNICAS DEL RÍO MENO 4

 LA CASA DE GOETHE QUE ILUMINA LA HUMANIDAD

Una vez concluido el paseo por las calles y barrios residenciales de Frankfurt, dedicamos la tarde noche de este último día en la capital del dinero europeo a aspectos más temáticos, por decirlo así. Me gusta llamar a la ciudad alemana la capital del dinero, porque pienso que la moneda única es algo más que un instrumento económico financiero. Es un símbolo de nuestro destino común como europeos. Aunque los más escépticos no lo vean o no lo quieran ver, el euro es una evidencia material de que existe ese horizonte común ideal e inmaterial. Y esta imagen es importante que esté presente entre nosotros cada vez que salimos de nuestro terruño provincial y compramos un kilo de patatas al otro lado de la frontera. Es como la relación indudable que hay entre la belleza del mundo y la existencia de Dios, que diría Tomas de Aquino.


Siendo la cuarta vez que visitábamos Frankfurt, las visitas temáticas a la ciudad en esta ocasión tenían la intención de apreciar el detalle más que lo propiamente panorámico y turístico  del lugar, que ya comenté en otras crónicas. Así la primera visita fue al museo del cine. Queríamos ver si había habido alguna incorporación respecto al nuevo cine alemán, digna de formar parte del museo. Solo detectamos, y con dudas de su novedad, un traje de la actriz Franka Potente en la película “Corre loca corre” y el uniforme rojo del protagonista de “Good bye Lenin.” Lo demás ya estaba ahí en anteriores vistas: fotos antiguas y modernas, aparatos de fotos, caleidoscopios, y aparatos de cine, antiguos y modernos,  y algunas fotos de artistas, antiguos y modernos. Sigue sin estar en este museo una muestra del mejor cine alemán de la época de entreguerras y de la época nazi con Leni Riefenstahl al frente.


Si la plaza de Römerberg representa lo que fue la ciudad medieval de Frankfurt, el núcleo conocido como el pequeño Manhattan nos apabulla con su voluntad de mirar hacia futuro. Lo que te impide pensar que todas esa moles de acero y cristal se levantan sobre los escombros de la ciudad medieval que, repito una vez más, desapareció tras los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. En esta ocasión, después de la foto de rigor, también una.vez más, ante la escultura del euro, nos dirigíamos andando poco a poco entre rascacielos de alturas diversas y un significado común monetario hacia la casa de Goethe, a ver si era posible imaginar el barrio donde nació y vivió hasta la primera juventud el bardo alemán. Reconozco que es difícil, muy difícil, a pesar de haber visitado recientemente la plaza Römerberg. El barrio donde el abuelo de Goethe compró la casa, en la que éste nació en 1749, estaba formado por casas del estilo arquitectónico que se ha recuperado en esa plaza. Aunque la casa ha sido restaurada sugiriendo el estilo de entramado de madera del siglo XVIII, el entorno de cristal y acero del siglo XXI que la rodea se acaba imponiendo. Cabe consolarse pensado que en su interior se encuentra el escritorio donde escribió obras como Werther y Fausto , y que el espíritu de estos personajes universales, ahora si, cuesta menos imaginarlos entre los viandantes que te encuentras según caminas por este barrio. No en balde el hiper individualismo narcisista contemporáneo, que se encarna de manera indiscutible en los millones de selfies que produce la turistización en las ciudades del mundo, tiene una matriz romántica cuyo primer autor es sin duda Goethe. La última manifestación de este tardo romanticismo se encuentra en el puente de los candados, donde los enamorados de hoy dejan constancia de sus sentimientos mediante su encadenamiento al puente con sus respectivos candados, bendecidos, eso sí, por la línea del cielo del pequeño Manhathan en frente.


Una ultima escena de estirpe romántica en el medio del puente de los candados, ahora vacío, cerca de la media noche, con la línea del cielo luminosa de Frankfurt y la torre gótica cubista a una orilla del río, y la torre de ladrillo expresionista al otro albergando al lujoso Hotel Plaza. Es cuando te viene a la cabeza algo que Goethe sugiere de alguna manera en su ensayo sobre los colores. La luz es velada oscura y opaca, como la vida misma. Más bien es el rayo oscuro que sale de la tiniebla y brilla, si merece la pena, en la oscuridad de la noche. Un resplandor negro. No es de extrañar que el Dios bíblico sacara la luz de la oscuridad para crear el orden del Génesis. No le quedaba otra si lo que quería era inventar el mundo y no un anuncio de cruceros surcando las aguas del Meno.

jueves, 22 de agosto de 2024

MARÍA CLARA SALAS

 SOBRE ALGUNAS PREFERENCIAS (fragmento)

Los entregados a la distancia

huyen del mundo,

la voracidad del tiempo frena

sus canciones.

Los que por una mano recia son apartados de las plazas

cierran sus ojos a la desventura.

Algunos sonidos,

los más feroces,

logran despertarlos.

No sé si afirmar tan persistentemente el amor

sea  saludable.

EL ESPEJO

Cada latido de su corazón tenía un reflejo contrario en la geografía de su cara. Hasta tal punto se acentuó el extraño fenómenos, que aprendió a afeitarse al tacto para evitar la opinión del espejo. Su cara avanzaba de manera inexorable separada de su corazón, sin saber que hacer para evitarlo. Empezó a notarlo después de leer “El Aleph”, de Jorge Luis Borges. El amor del autor argentino por los libros, hizo de él un adicto a la lectura, pero le creó un lío emocional como nunca antes había sentido. Si el espejo confirma aquella anomalía, entonces: ¿quién soy yo?


CRÓNICAS DEL RÍO MENO 3

VIVIR Y CASARSE EN FRANKFURT. POR ESTE ORDEN

Valga decir antes de empezar a caminar, y como contrapunto al espíritu de Wagner, que el espíritu de Goethe permanece y deambula por la ciudad desaparecida de Frankfurt debido a las bombas de la Segunda Guerra Mundial. Permanece y deambula pero hay que darle tiempo, si quieres que aparezca entre las nuevas construcciones modernas que se han levantado alrededor de su casa y su antiguo barrio. Volveremos sobre estos fantasmas más adelante. 


Así que lo primero es desayunar en el Wiener finebräcker cerca de la Ostbanhof. No iba a ser una jornada ciclista, sino peatonal, pero nos complacía sentirla como si lo fuera, a efectos del desayuno matinal. Este es un momento importante en el día habitual de un cicloturista, que sabe que tiene por delante un puñado de kilómetros que ha de recorrer a golpe de pedal. El temor a quedarte  sin fuerzas, a que te entre la maldita “pájara”, que ya sabes de su padecimiento, hace que te sientes a la mesa con un especial fervor gastronómico. Nunca te parece suficiente lo que metes en la andorga. Por si acaso. Es una experiencia my básica, como si no hubiera un mañana, pero al darse dentro de la máxima abundancia que no para, te sirve para entender ese mundo donde no vives y al que sabes que volverás sin remedio quince o veinte días más tarde. Es lo que te gratifica y, porque no decirlo, te ilumina de la fisicidad del pedaleo. Después del desayuno fuimos a la central de la DB (la Renfe alemana) para sacar el billete del viaje del lunes a Bayreuth. Es otro de los rituales inaplazables en estos inicios de las rutas ciclistas. La DB te lleva a ti y a tu bici a cualquier rincón de Alemania, siempre y cuando tengas la suficiente paciencia para hacer los transbordos pertinentes. Es por ello que cuanto antes compres los billetes más posibilidades tienes de hacer menos transbordos y llegar lo antes posible a tu destino. Dicho y hecho, a media mañana del día siguiente a la victoria de la Roja teníamos los billetes para viajar a Bayreuth. Con dos transbordos, pues en el tren que hacia el trayecto sin transbordos no había sitio para la bici. Si uno cree en las sincronicidades humanas, es fácil deducir que una cosa tuvo que ver con la otra. Metodología alemana. Así quedaron arruinados en la última guerra y ahora vuelven a ser los primeros de la clase europea.


Decíamos entonces que la andorga estaba llena y los billetes de tren bien guardados en el bolsillo, lo cual nos dejaba en las condiciones ideales para visitar la iglesia de St Peter, junto con la catedral una de las más grandes de Frankfurt, conocida por su cercanía a las antiguas murallas medievales.También es una de las parroquias con más extensión de terreno, en cuyo alrededor quedan restos de enterramientos entre ellos los de la madre y el padre de Goethe. El espíritu del autor del Fausto se nos apareció por primera vez, no eran equivocadas las previsiones, repito, a pesar de las bombas. 


Teniendo en cuenta que esta es la cuarta visita que hacemos a la ciudad del Meno, ha crecido un apego que se aproxima al amor por su palmito urbanístico, también por el color y olor humano de sus vecinos que nos invita a pensar que esta podía ser una ciudad para vivir o llegado el caso para aprender alemán. Nos dimos cuenta que hacía falta, por tanto, prestarle nuestra atención a esta forma de sentir y de mirar. Así que nos cambiamos el disfraz de turista por el de ciudadano a punto de emigrar y nos fuimos a dar una vuelta por los barrios residenciales del noreste de Frankfurt. Entiéndase residencial como el lugar donde residen de forma estable quienes no son turistas ocasionales de la ciudad. No se entienda  residencial como sinónimo de elegante o aristocrático o el lugar donde viven los ricos, digámoslo así, por oposición a los lugares donde habitan los pobres. La turistización mundial te obliga a hacer esta clasificación, para salvar lo normal de la vida de los contribuyentes en los extrarradios de sus ciudades de la aparente extrañeza de los turistas del mundo encastrados como una plaga en el centro. El paseo por los barrios residenciales de Frankfurt te da una idea acertada de cómo viven estos alemanes del centro de Alemania. El diagnóstico es claro, viven bien con su racionalidad y disciplina de origen luterano, Hasta tal punto es así que su estilo de vida es también una invitación a unirse a ellos y hacer lo propio ocupando alguno de los pisos que fuimos viviendo mientras callejeábamos por esos barrios, y tenían el rótulo de se alquila. Valga decir, por tanto, que Frankfurt es una ciudad  habitable en el sentido que nos respondería el planeta si le hiciésemos preguntas de este tipo, no los salvadores del planeta que nos responderían que todo está fatal y que el planeta se hunde si no hacemos lo que en su púlpito predican sin descanso. Saliendo por el norte vamos a un barrio con bares, tiendas y restaurantes a lo largo de la calle principal que dejamos para dirigirnos a MousonTurm, un edificio de ladrillo rojo que se dedica a la cultura, teatro, pintura y otras materias. Ya ves el espacio de la clase media en estado efervescente. Cabe resaltar que este edificio se construyó bajo la influencia estética del Expresionismo del ladrillo. El término expresionismo de ladrillo distingue una variante específica de la arquitectura expresionista que utiliza ladrillo, teja o ladrillo vitrificado como material de construcción preferido. Los edificios de este estilo se construyeron principalmente en la década de 1920, y especialmente en Alemania. El expresionismo de ladrillo se desarrolló al mismo tiempo que la nueva objetividad de la arquitectura Bauhaus. Pero mientras los arquitectos de la Bauhaus abogaban por el abandono de todos los elementos decorativos, los arquitectos expresionistas desarrollaron una forma distinta de ornamentación, a menudo hecha de elementos ásperos, angulares o puntiagudos. Estos sirvieron para expresar el dinamismo de la época, llenos de intensidad y tensión. El ladrillo vitrificado es muy maleable a altas temperaturas, especialmente para fachadas. Este material era especialmente adecuado para edificios industriales debido a las difíciles condiciones climáticas, particularmente en el área del Ruhr. Estas características fachadas rugosas y la rica variedad de colores, desde el marrón hasta el púrpura y el rojo, también contribuyeron a la popularidad del material. 


Seguimos nuestra ruta de clase media y llegamos a la plaza Römerberg donde un gran manada de turistas, ¡cielo santo!, baila al ritmo de una melodía algo oriental que sale de un gran altavoz. No muy lejos de esta algarabía, los kioskos de souvenirs te venden banderas de la Eurocopa de todos los colores. Puedes elegir el que quieras, y combinarlos como quieras, cobran lo mismo. La plaza Römerberg está considerada como el corazón histórico de la Altstadt ("Ciudad vieja") y es una importante atracción turística en la actualidad, especialmente durante la Navidad gracias a su mercado navideño. Lo que hace singular a esta hermosa plaza es que todos sus edificios fueron reconstruidos después de los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, para recuperar la imagen medieval que tendía la ciudad hasta entonces. Entre estos edificios destacan el ayuntamiento, el museo histórico de la ciudad, la iglesia gótica de San Nicolas, la fuente de la justicia situada en el centro de la plaza. No te pierdas las bodas de los sábados en la puerta del ayuntamiento. Si ya hemos alquilado el piso, lo normal es casarse. Pues nos casamos.


domingo, 18 de agosto de 2024

LA CUNA

Solo el silencio es su salvación ante la verborrea de su hermana. Tardó muchos años en darse cuenta que ella no era su hermana. Y de aquellos polvos que empezaron en la cuna, este lodazal adulto con las palabras de cada día. Gabriela está convencida que la cara de Teresa fue lo primero que vio en la vida, que antes de Teresa no hubo nadie. Ni nada. Teresa se pasaba todo el día con la cara entre los barrotes de su cuna, sin quitarle los  ojos de encima, a pesar del flequillo que no dejaba de estorbarlos con su cosquilleo.


DARWIN QUE TE DEN…

“La maldita heroína verbal va a llevar de nuevo a los humanos al estado simiesco de donde dice Darwin que proceden, pues llevan todos sus miedos metidos dentro y las palabras habituales no dan abasto para encontrar una salida razonable, solo sueñan con recuperar un paraíso inexistente.” Así comienza el libro, Darwin: que te den…, de Pedro el Rojo, que ayer presenté en la biblioteca municipal del barrio. Pedro el Rojo es el simio más eminente de los cazados por las autoridades en el estrecho africano. “No me llamen refugiado. Miente Darwin y cierran las salidas las autoridades del estrecho.” 


NACIMIENTO

 Se le reventaron las palabras por dentro. También me dijo que había dejado de tener ilusiones. Yo le contesté que no veía la relación entre el reventón y su falta de entusiasmo, pues había tenido todo en la vida. Desde el primer minuto que empezaste a berrear en los brazos de tu madre. Tampoco tuviste hermanos que te hicieran sombra, le dije. Todo tiene que ver con todo, ahora lo sé, contestó. Con mi primer llanto, no llegaron las primeras palabras del primer cuento. Solo “pensamientos”, las flores bonitas. Mi padre se las regaló a mi madre por mi nacimiento.


CRÓNICAS DEL RÍO MENO 2

 LA TORRE DEL DINERO SE ILUMINA AL ATARDECER.

Comenzamos a pie por el final, iluminados por el faro del dinero actual europeo. Aclaro este extremo. Aunque el pedaleo iba a empezar en Bayreuth, las bicis tuvimos que alquilarlas en Frankfurt, y luego viajar en tren a la ciudad de Wagner para, ahora si, dar pedales siguiendo el río Meno hasta llegar al ciudad de Goethe. Bici y tren forman un matrimonio bien avenido que facilita mucho las cosas al ciclista, siempre a la intemperie medioambiental y de sus limitaciones personales. Después de la siesta comprobamos que es la hora de cenar por estos pagos. Salimos del hotel para comer algo, fue rápido. En la esquina cercana hay un restaurante italiano que no tiene pizza, sino pinsa que parece igual pero es de trigo sarraceno, no llena y es más digerible según el camarero, de origen Romano. Los raviolis están fantásticos, con salsa de lima o cítrico. La tarde va cayendo lentamente de forma apacible sobre la ciudad de Goethe. Esta lentitud se repetirá en todas la tardes del viaje en la ciudad donde concluya la etapa correspondiente. Es una constante del verano alemán en estas llanuras intermedias de su geografía. Los movimientos de las personas y de las cosas se adecuan a la luz declinante, lo que produce un efecto de renovación general en el ambiente. Hasta la torre del dinero europeo, sede del Banco Central Europeo, se olvida de sus graves decisiones internas diarias y se preocupa que la luz del atardecer refleje todo su esplendor en las cristaleras que conforman el edificio. De repente, se trasforma en una iglesia de cubismo gótico, si los ingenieros y arquitectos me permiten la expresión, que compite en belleza con la catedral de Burgos o de Amiens. 


A ver como afronta la ciudad la final de la copa, me digo mientras damos los primeros pasos después de cenar. Suena a destino, pero también a tanteo y percepción. Estamos en el barrio oriental de Frankfurt donde ya se está celebrando, con unas horas de antelación, la representación del mayor espectáculo futbolístico del continente. En este barrio el río Meno adquiere un protagonismo definitivo como eje vertebrador de la ciudad. A ambas orillas hay terrazas y otros espacios donde se arracima la vida de la ciudad en sus distintas formas, aunque dada la ocasión dominan las que acogen la algarabía propia del espectáculo deportivo que se avecina. Zonas de baile, zonas con grandes pantallas y música disco, zonas aparentemente libres de alcohol y música, zonas oscuras donde pandillas de adolescentes se juntan como las ovejas, parejas de enamorados ligeramente separados del griterío, una lectora solitaria sentada en el pretil del puente, grupos dispersos y diversos de aficionados alemanes al fútbol que quieren mostrar su apoyo a la Roja, un tipo con prominente barriga me saluda con la jarra de cerveza en la mano y me pregunta si soy italiano, no, le contesto, soy español. Se levanta de la silla, casi tira al suelo el ordenador que estaba preparando para la final inminente, y me abraza con efusión fraternal. Ganaremos. La inquina del aleman contra el inglés es menos conocida que la que profesa contra el francés, pero no por ello tiene menos dosis de rencor y resentimiento, dosis calladas y disimuladas si se quiere, pero rencor y resentimiento al fin y al cabo, no en balde dura y dura todavía en el siglo XXI. Y el fútbol que es la sublimación más sofisticada de todos los rencores y resentimiento tribales heredados y por heredar, es quien mejor logra captar todo ese galimatías ancestral, con sus veintidós niños millonarios pegándole patadas al vejigo en un rectángulo de color verde rodeado de gradas rugientes. Desde el Imperio a eso se le llama pan y circo No dude amigo, ganaremos, le contesto a mi colega alemán, dándole un abrazo fraternal y europeo. Al lado de donde nos encontramos aparece de nuevo la torre cubista y gótica, en realidad no nos ha abandonado nunca en el recorrido que hemos hecho por el barrio oriental de Frankfurt, ha cogido un resplandor tornasolado de final de día. Lo que hace que me transmita una repentina confianza, si me olvido de lo que pasa en el redil de sus señorías parlamentarios, en un futuro económico sin hambrunas: las arcas de la Europa bancaria actual están a buen recaudo, me digo, al tiempo que enfilamos nuestros pasos hacia el hotel. Poco antes de llegar un griterío que viene de un bar cercano anuncia el segundo gol de la Roja, que es el de la victoria. Hemos ganado.

jueves, 15 de agosto de 2024

WALT WHITMAN

 OH CAPITÁN, MI CAPITÁN 

Elegía por la muerte de Abraham Lincoln

¡Oh capitán! ¡Mi capitán! Nuestro espantoso viaje ha terminado,
La nave ha salvado todos los escollos, hemos ganado el anhelado premio,
Próximo está el puerto, ya oigo las campanas y el pueblo entero que te aclama,
Siguiendo con sus miradas la poderosa nave, la audaz y soberbia nave;
Más ¡ay! ¡oh corazón! ¡mi corazón! ¡mi corazón!
No ves las rojas gotas que caen lentamente,
Allí, en el puente, donde mi capitán
Yace extendido, helado y muerto.

¡Oh capitán! ¡Mi capitán! Levántate para escuchar las campanas.
Levántate. Es por ti que izan las banderas. Es por ti que suenan los clarines.
Son para ti estos búcaros, y esas coronas adonardas.
Es por ti que en las playas hormiguean las multitudes,
Es hacia ti que se alzan sus clamores, que vuelven sus almas y sus rostros ardientes.
¡Ven capitán! ¡Querido padre!
¡Deja pasar mi brazo bajo tu cabeza!
Debe ser sin duda un sueño que yazgas sobre el puente.
Extendido, helado y muerto.

Mi capitán no contesta, sus labios siguen pálidos e inmóviles,
Mi padre no siente el calor de mi brazo, no tiene pulso ni voluntad,
La nave, sana y salva, ha arrojado el ancla, su travesía ha concluído.
¡La vencedora nave entra en el puerto, de vuelta de su espantoso viaje!
¡Oh playas, alegraos! ¡Sonad, campanas!
Mientras yo con dolorosos pasos
Recorro el puente donde mi capitán
Yace extendido, helado y muerto.



CRÓNICAS DEL RÍO MENO 1

 DE WAGNER A GOETHE 

Estas crónicas, como ninguna de las otras que he escrito en este blog, no empiezan con la primera pedalada, sino con un descubrimiento, como siempre de origen libresco y ajeno a la bici, pero que más tarde me empuja a subirme a ella y dar pedales sobre los lugares que habitaron los personajes que me muestra aquel descubrimiento. En esta ocasión fue el libro de memorias de Houston Stewart Chamberlain titulado: “Wagner, mi camino hacia Bayreuth.” La lectura de sus páginas nos animó a diseñar la ruta ciclista de este año. Para Chamberlain llegar a Bayreuth era su destino definitivo, pues allí alumbraba con toda su intensidad el sol de su vida, así nombra en sus memorias a Wagner. Sin embargo para mí, Bayreuth, aunque no soy un fans de las óperas del músico alemán, podía ser el inicio de una ruta ciclista que me llevara hasta Frankfurt siguiendo el río Meno que une a las dos ciudades, pues aquí nació otro de esos soles que no deja de alumbrar a la humanidad, Goethe. Vamos a ello.


Pensando en cómo organizar el viaje esta es la primera vez que me vino a la cabeza una ensoñación inesperada. La reivindicación de la hija activista de un amigo, cuyo ideal no es otro que conseguir un cielo libre de circulación de aviones. En efecto, la vida en los aeropuertos se está haciendo cada vez más larga y, lo peor, se está convirtiendo en algo realmente espantoso. Casi distópico, diría yo, si lo unimos a la contaminación invisible de los cielos. Innumerables colas para facturar, que te ponen nervioso, pues aunque llegues con dos horas de adelanto, toda la humanidad está siempre delante de ti. Creo que hacen las colas en zig zag para que no podamos contar bien los que hay delante. Eso que llamas sentarte a comer tienes que hacerlo, como no, en el aeropuerto,  después de pasar sano y salvo los controles tipo stasi, en unos asientos que te permiten mirar mientras masticas los cuerpos que van pensando en su puerta de embarque y en las necesidades del último momento, móviles mediante. Es sorprendente la semejanza que tienen estas horas con las previas en las salas de los campos de exterminio, que nos muestran las pocas imágenes que nos han llegado sobre el asunto, donde el catálogo de humillaciones que vas padeciendo siempre es por tu bien: “estimado cliente, gracias por elegir Air Europa para sus desplazamientos.” Llegado el momento nos acercamos a la puerta de embarque, y la respectiva cola para entrar resulta más lenta de lo esperado, va completo y es lento el acceso, alza su voz alguien que anda por allí. Al final, unos diez minutos más tarde. Nos cambió el sitio la azafata, pasillo por ventana una detrás de la nuestra, todo claro y limpio, rápido. Listos para despegar, con anuncio megafónico que puede que haya movimientos extras por las turbulencias propias del ambiente, según palabras del capitán, oh mi capitán, de la aeronave. No digan que no se lo he advertido. Si inhalan veneno pueden morir en un campo de concentración. Si suben a un avión pueden morir en el aire. En ambos casos, sin poder despedirse de sus familiares. Silencio en las filas, miedo en los corazones. Despegamos. Cuatro horas después que llegamos al aeropuerto.


Una buena red de trenes de alta velocidad europea, al menos, volvería a poner en medidas humanas de tiempo y velocidad el anhelo del viaje. Viajar no es necesario, pero es recomendable visitar el lugar donde ocurrieron los hechos que han llamado tu atención, a poder ser no por la vía de la publicidad manipuladora de las agencias agresivas de los tours operadores. Nula experiencia viajera, máximo benéfico económico.


Toda la ceremonia del despegue se hizo sin movimientos notables,  que nos hicieran olvidar que íbamos camino de elevarnos por encima del vuelo del águila y su visión de la eternidad del mundo, y mucho más rápido. Al fin y al cabo, de eso se trata cuando se negocia con diosecillos de medio pelo, que es en lo que nos convertimos al volar a esas alturas por encima del Imperio del águila. Cuando llegamos a Frankfurt aparece la indecisión propia de los humanos que hemos vuelto a pisar la tierra, después de ir a una velocidad inasimilable por ningún ser mortal. Pero es que a estas latitudes ya nos hemos convertido en unos monos con maletas. La indecisión de marras consiste en si pedir un taxi, o si subimos al tren. Dinero o tiempo y comodidad. Los monos nos hacemos cómodos con el tiempo del avión. Mejor no tener que arrastrar las maletas y los bultos, que todo se reduzca a sacar la tarjeta de crédito al final del trayecto. Nos coge un indio o pakistaní piel morena, nervioso porque no consigues decirle la dirección del hotel donde nos vamos a hospedar en la capital alemana. Vamos venga, al final, tras pedirle paciencia al taxista, anota la calle y empieza a recuperar el tiempo perdido. Corre como si fuéramos a perder otra vez el avión, de 150 a 160 kms por hora marca el contador de kilómetros. Una prueba evidente de cómo el tiempo de la luz ha colonizado al del sonido, llevándose por delante el tiempo propio de los humanos. Pero vamos al hotel. El taxi Merdedes se mueve para todos los lados, pones el navegador, por desconfianza, pero compruebas que no se desvía. Tenemos el mismo destino. Tras una conversación de acercamiento, con motivo de un mendigo en un semáforo. “Arbeiten, arbeiten, das ist für die Drogen” pasamos a lo interesante. De dónde son, ah y evidentemente, la conversación se mueve hacia su objetivo: la final de la copa de Europa entre España e Inglaterra, en Berlín. Por supuesto, según el taxista, que solo ve los partidos de criquet que juegan sus hijos, opina que los alemanes van con España pues por razones de historia reciente siempre están contra Inglaterra. Por fin, llega a la calle del hotel y deja de zarandearnos, bajamos y nos despide con un ¡que tengan suerte! ¿Será verdad? Ah, te das cuenta que es por ellos, por los de la Roja. El Hotel es de nuestro nivel, correcto. Justo para dormir y ducharse. Nivel de ciclista con tarjeta de crédito. Y una siesta para relajar los músculos del cerebro. Ocho horas desde que llegamos al aeropuerto de Madrid-Barajas. En tren de alta velocidad, pongamos, hubiéramos tardado 12 horas. Se ha renovado así la idea de progreso de la humanidad, a cuenta de reducir la velocidad en su deambular por el mundo.