Solo el silencio es su salvación ante la verborrea de su hermana. Tardó muchos años en darse cuenta que ella no era su hermana. Y de aquellos polvos que empezaron en la cuna, este lodazal adulto con las palabras de cada día. Gabriela está convencida que la cara de Teresa fue lo primero que vio en la vida, que antes de Teresa no hubo nadie. Ni nada. Teresa se pasaba todo el día con la cara entre los barrotes de su cuna, sin quitarle los ojos de encima, a pesar del flequillo que no dejaba de estorbarlos con su cosquilleo.