miércoles, 28 de febrero de 2024

LA GALLINA CIEGA 7

 NI SIQUIERA PIENSO SI ESTO SEA DONDE HE VUELTO

No hay figura política que no sea un impostor. Maxaub piensa en voz alta, mientras nos disponemos a recorrer el último tramo de la Gran Vía, el que va, me recuerda, desde la plaza de Callao hasta la plaza España. La función de guía es entre nosotros intercambiable. No sé muy bien si esa sentencia en alto le ha venido a la cabeza como una resultante de las variopintas motivaciones y reclamos de la coliflor de la plaza de Callao, o forma parte del hilo musical que lleva el exiliado exterior desde hace un buen puñado de años. Nada más empezar a descender nos encontramos con el edificio Carrión, emblema del Madrid que aspiraba a ser cosmopolita cuando su fundación, a principios de los años 30. Dice el gran exiliado que algo recuerda de estos fastos modernizadores de la arquitectura capitalina, pues coincidieron con los de la renovación política y social de la segunda República. Lo del anuncio de Schweppes, le digo, tiene que ver con una ordenanza de la autoridad municipal mediante la que indultaron, por decirlo así con terminología penal, a este antiguo anuncio de tan veterana bebida refrescante y burbujeante. Con la humanización de los objetos de consumo, me dice, pasa lo mismo que con la humanización de los animales, los deshumanizadores de ayer, de hoy y de siempre hacen lo que sea con tal de seguir deshumanizando a los seres humanos. Fíjate, vuelve a repetir, quien se acuerda hoy de mi generación y sus aspiraciones. Sin embargo noto que, a diferencia de algunos de mis amigos, el resentimiento del exilio que ha colonizado toda su alma no le impide seguir con su actividad creativa literaria y social, ya sea por iniciativa propia o por encargo. Ahora está con una petición de la editorial Ariel para que escriba un libro sobre la vida y obra de Luis Buñuel. Su vuelta a España tiene que ver con ese trabajo y con el anhelo de volver a ver donde ya no hay nada de lo que hubo, pienso que piensa. Pues estás en el sitio adecuado y en el tiempo de ayer adecuado, le digo. 


En efecto, pronto nos llegan los ecos de la voz de Sara Montiel en el cine Rialto, en la misma Gran Vía, un poco más abajo del cine Capitol, que forma un sólido conjunto  arquitectónico con el edificio Carrión. Pues sí, en el cine Rialto tuvo lugar el estreno de la violetera y el último cuplé, las dos protagonizadas en plan alfombra roja de Hollywood por Saritisima, también conocida como la señora de la Mancha, Doña Sara Montiel. Claro antecedente del otro manchego ilustre, Don Pedro Almodóvar, sin olvidar, claro está, a don Miguel de Cervantes, el del Quijote. Cuenta la leyenda que Sara Montiel no tenía voz suficiente para cantar las canciones que daban título a las dos películas. Así que los mandarines del asunto hicieron los arreglos y componendas que se tienen que hacer en estos casos, para que Sara Montiel cantara las canciones de “el último cuplé y la violetera” sin que se notase que la actriz no tenía suficiente voz. Claro está, que si tenía de lo otro y en demasía, el éxito de taquilla y público estaba asegurado. Como así fue, talmente. En este tramo de la Gran Vía hubo allá por los años de la Montiel, más o menos, 14 o 16 cines. La mayoría de estreno o por ahí. En los momentos de entrada y salida de las sesiones, podía haber en la calle alrededor de 20000 personas, arriba y abajo. El cine por aquellos años era el auténtico lugar del esparcimiento de la vida popular. Supongo que para calmar el hambre y la tristeza, me dice.


Siguiendo nuestro paseo por la cera de la derecha me pareció oportuno llevar a Maxaub ante el Edificio Lope de Vega, Gran Via 53-59, esquina con San Bernardo. Allí estuvo la Casa profesa de los Jesuitas. Este fue el último edificio de toda la manzana que desapareció, después de una largo proceso de recalificación del terreno, para construir lo que ahora estábamos viendo. Lo significativo de esa demolición fue el modo en el que acaeció. Si, ya sé por donde quieres ir, me dice Maxaub con semblante de resignación. Nunca debieron suceder aquellos hechos de mayo de 1931, pero sucedieron. Y con ellos, hoy estoy en condiciones de reconocer que, un mes escaso después de la exaltación y la proclamación de la Segunda República, llegó también el principio de su final cinco años después. Me estoy refiriendo a la quema indiscriminada de iglesias y establecimientos religiosos por parte de escuadrones republicanos organizados y consentidos para tal fin. La casa Profesa de los Jesuitas, que estaba aquí delante, fue uno de esos edificios que el pasto de las llamas hizo desaparecer, dice mesándose el cabello hacia atrás. Lo cual resolvió de una vez por todas los contenciosos judiciales abiertos por ambas partes, congregación de los Jesuitas y el Ayuntamiento de Madrid de la época, por cuestiones relativas a la expropiación de aquella para recalificar el solar como ya has dicho, dijo Maxaub con un aire de tristeza en el semblante que noté no pudo ocultar, aunque lo intentó.


Ya en la plaza España el gran exiliado se quedó mirando con asombro, que dicho se de paso no se de donde lo sacó, la torre de España, en su día el rascacielos más alto de España y uno de los más altos de Europa. IKE, esto se lo debemos a la visita que IKE hizo a Madrid en 1959. Una visita que fue el inicio del despegue económico de régimen franquista, el conocido com el desarrollismo de los años 60. Uno de cuyos distintivos más destacados se produjo en el desarrollo urbanístico de la ciudad, que decidió de una vez y para siempre abandonar su condición población manchego, que era como hasta entonces se conocía a Madrid en las provincias periféricas. Y la construcción de los rascacielos adheridos a los nuevos y modernos edificios, a imitación de Nueva York, como no, fueron los que dieron a la línea del cielo de la capital ese aire cosmopolita que tanto necesitaba para hacer olvidar la mugre del hambre y racionamiento de los años 40.


Para reponer fuerzas invité a Maxaub a comer en el Círculo Catalán, sito en la misma plaza de España e inaugurado a principios de los años 50. Agradeció el detalle, que también le sirvió para reponer fuerzas después de tener que lidiar con las  emociones tan contradictorias que le habían sobrevenido durante toda la mañana