miércoles, 6 de septiembre de 2023

BARBIE

 Pensar sobre la diferencia que hay entre sentir la emoción de ver la peli “Barbie”, de Greta Gerwig,   y el sentimiento (sentir el sentido) de haber visto la peli Barbie. Voy a ello.

Como no puede ser de otra manera, dada mi biografía, la emoción primaria de ir a ver Barbie fue vicaria. Me emocioné de ver a mi mujer emocionarse queriendo ir a ver la peli Barbie. Yo en aquellos años cincuenta jugaba a indios y americanos, leía tebeos de hazañas bélicas. Mi serie favorita era Bonanza.


Ahora bien, una vez vista la peli el sentimiento (sentir el sentido) es de honda liberación, al poder aliviar el malestar que cada vez más me trasmite la cultura de evasión y entretenimiento dominante. La cultura guay, para entendernos, según dicen sus múltiples seguidores.


El sentido me lo da la asombrosa imaginación que despliegue Greta Gerwig para tratar el tema más antiguo del mundo: la relación entre lo ideal y lo real. Así Barbie se relaciona en mi mente con Platon, Jesucristo, Confucio, Lao Tse. Nada más y nada menos. Todo ello sin abandonar la mente de Barbie. De mente a mente. Barbie no es una-muñeca-objeto-de-estudio-por-las-ideologías de-turno. Barbie no es un objeto antropológico. Barbie es un mundo en sí mismo. Barbie es el mundo de las ideas y el mundo material de los hechos, renovándose en el suelo moral y estético del #metoo del siglo XXI.


El sentido, en fin, me lo proporciona la interpretación que esta Barbie hace del Yo también, que no es fuera tu que ahora me toca a mi, sino Yo-también-junto-a-los-otros-y-las-otras. Arriba y abajo. Entre lo ideal y lo real. Entre los ángeles y los humanos. Por eso la frase de Barbie Ángel, que no tiene vagina, para entrar en el mundo de Barbie Mujer es: quiero ir al ginecólogo. Fin de la peli. No de la vida.

 

Ni que decir tiene que Barbie es un súper fenómeno de la cultura de masas dominante. Comienza la conversación entre las partes.