viernes, 14 de julio de 2023

PODER ESCUCHAR

Digámoslo sin demora, las injusticias del mundo separan a los seres humanos por su condición de víctimas y verdugos, no por su condición de buenas o malas personas. La compensación de la injusticia tiene que ver con el derecho, no con la ética y la moral que tienen que ver con su producción e instalación en el mundo. Por eso no hay violencia de género hay violencia, por eso no hay poder en abstracto, hay relaciones de poder entre personas, por eso no hay democracia popular o feminista ni dictadura obrera o feminista como paso previo a la verdadera democracia. Hay democracia o no la hay.

La acción política de los políticos españoles de hoy, al igual que la liga Santander de fútbol, sirven únicamente para continuar la guerra civil del 1936 por otros medios. Por otros medios quiere decir, sin bombas sobre las ciudades ni cadáveres en las cunetas. Lo cual es de agradecer, ya que la mayoría de los que vivimos hoy en Madrid y Barcelona a diferencia de la mayoría de nuestros abuelos de entonces podemos pasear por sus calles sin que la minoría de fanáticos de uno y otro bando nos aniquilen. Algo es algo. Como dijo Antonio Escohotado es lo que tenemos que aguantar la mayoría en es país para que haya democracia. Es decir, para que cuando llamen a tu puerta siga siendo el lechero cuando abras el que aparece y no un comando de las Stasi. o de las Gestapo de turno. Mientas tanto esa mayoría intimidada y paralizada por las minorías fanáticas y fanatizadas de siempre, esa que Chaves Nogales llamó acertadamente, la Tercera España nos hemos hecho propietarios, no ciudadanos. Qué podemos hacer para ir tirando que consumir a destajo. Y claro está, si solo podemos aspirar, entre tanto energúmeno, a ser propietarios, es comprensible, aunque no sea justificable el que haya tanto corrupto. Para entendernos.


Continuar la guerra civil por otros medios, también quiere decir, uno, que esa minoría de los nietos de los que la perdieron la quieren ganar, y que por esa filiación de sangre se sienten legitimados a ganar por aquella derrota. Dos, que la otra minoría, los nietos de los que la ganaron, no la quieren perder, y que por esa filiación de sangre también se sienten legitimados por aquella victoria. 


Ni una minoría ni la otra, sin embargo, se sienten legitimados por la. Constitución de 1978, que ampara y legitima hoy la dignidad de todos los ciudadanos españolas que no se sienten concernidos por aquella derrota ni por aquella victoria, una Constitución que ampara y dignifica, también, a la condición de sus representantes democráticos en el Parlamento Nacional. El caso es que , de repente, lo anacrónico y ancestral, lo más animal e irracional de nuestra naturaleza, la Herencia de sangre y sus primos carnales, el rencor y la venganza, también pertenece al porvenir. Resulta, por tanto, que el ayer es el mañana. Cielo santo.