¿Qué es sino la zona de confort, ese lugar donde se almacenan ahítos los corazones helados de quienes viven presos de su individualidad autocomplaciente y autosuficiente?
Ayer la nobleza de unos pocos obligaba y dominaba a los muchos sobre el mundo. Hoy es la propiedad privada la que obliga y aniquila el espíritu de muchos de sus dueños. Mañana será la conversación voluntaria cara a cara la que nos liberará a cada uno y nos hará iguales entre los otros. Así la virtud de siempre, sin obligación ni sumisión, volverá a todos los corazones de los hombres y las mujeres de este bendito planeta azul.
Suena bíblico, ya lo oigo.
Pero la lectura de la biblia (como la naturaleza, el tranvía y la bicicleta, que eran de ayer y ya lo son de hoy), también debe formar parte de nuestro porvenir. Ahora bien, si lo que más le complace oír son las palabras eco-feministas-progresistas-digitales-modernas, Franz Kafka, que no dejó nunca de leer la Biblia, amaba la naturaleza, montaba en bicicleta e iba al trabajo en tranvía, lo dejó muy claro por escrito a los de su porvenir, o sea a nosotros: la lectura de un libro - “ y la conversación cara a cara sobre esa lectura” - debe romper el mar de hielo que todos llevamos dentro.
Nota:
El entrecomillado es mío