jueves, 10 de mayo de 2012

TRES EXPOSICIONES OSCURAS

Todavía hay demasiada gente que cree que la luz es el mejor intermediario entre la vida y la verdad. Como el color verde o azul lo es en la búsqueda de la belleza. En los últimos trescientos años, en nombre de la luz, han ocurrido demasiadas cosas oscuras como para seguir creyendo en ella como el mejor vehículo que nos lleve hasta la verdad. Tampoco hace falta que le ponga ejemplos, estan ahí y de forma irreductible aseveran lo que digo. Pero, igualmente, siempre ha habido tipos, muchos menos sin duda, que han hecho de la oscuridad el ámbito necesario en el que hay que sumergirse para poder acceder a la verdad. Al final, han podido ver la luz, pero, cuando han vuelto han reconocido, no sin cierto estupor, la provisionalidad de sus atributos y que se encuentra permanentemente rodeada de las mas oscuras tinieblas. La experiencia de la oscuridad es también diferente segun las personas y su manera de comunicarla. Los tres autores que protagonizan las exposiciones que comento son un ejemplo cabal, digamos, de una historia improvisada sobre la misma. Goya, Delacroix y Madueño.

El pintor aragonés, si nos atenemos a la época en la que vivió la mayor parte de su vida, no tenía ningun motivo para fijarse en lo oscuro. Ya sabe que vivió en lo se conoce como el siglo de las luces. Fue la crudeza de lo que vivió lo que le zambulló de coz y hoz en el lado oscuro de la vida, y donde entendío que es allí donde habita la verdad, dando por hecho que todo lo que había vivido con anterioridad era pura apariencia. O mejor dicho, que luz y oscuridad, como espacio y tiempo, no eran entidades distintas y autónomas, sino una y la misma cosa. Es decir, es el lugar donde de verdad habitamos. Los desastres de la guerra, los caprichos, las escenas de la tauromaquia dan buena cuenta de esta apabullante visión, que ilumina y oscurece el mundo de la creación desde entonces. Sin embargo, quiero señalar el cuadro de Jovellanos, como muestra ineludible, tanto por parte del protagonista como del pintor narrador, del trastorno que para los dos supuso el descubrimiento de la visión que antes mencionaba en el mundo que les toco vivir, donde aquello que vivieron no les parecía imaginable.

El pintor francés es ya heredero de esta mirada goyesca. Delacroix ya forma parte de un mundo que sabe de los fracasos de las luces revolucionarias y los desatres de las guerras napoleónicas. En cuanto descubrió la pintura de Goya, no dudó en seguir por ese camino. Destaco el conjunto de los cuadros de pequeño formato titulado, el poder del esbozo, que es donde mejor se recoge esa afortunada decisión. También un cuadro que me resulta enigmático tal vez por su formalidad alegórica: la extenuacion de Grecia respirando sobre sus ruinas. Al igual que el de Jovellanos goyesco, es el momento en el que el academicismo, tambiém extenuado, parece decir basta, dando paso a lo que va a venir después

 Al barcelonés Madueño no le hace falta esperar una revelación, o dejarse llevar por un descubrimiento, sabe que solo existe la oscuridad, y que es la única que manda en los destinos humanos, por mucho que la publicidad nos quiera convencer de lo contrario. Lo que hace es representar esa convicción para ver las diferentes formas que puede llegar a tener. Cuanto mas arriba en la escala del poder mas oscuro lo que se artisba: así la efigie del jefe del estado español, que mas bien parece el perfil de un negro fantasma que no acaba de encontrar su sitio en el mundo. Cuanto se acerca a los confines del mundo posible la oscuridad rodea la luz cegadora que cae sobre el craneo del escritor Vila-Matas, produciendo un efecto de ese mundo lejano donde el escritor barcelonés coloca el punto de vista de sus narraciones. Entre medias toda una serie de rostros conocidos, a mi modo de ver, cabalmente oscurecidos, lo que de a las claras su privada fragilidad.

 Las tres exposiciones, una al lado de la otra, en Caixa Forum de Barcelona.