lunes, 21 de mayo de 2012

CHOQUE DE TRENES EN LAS GRANDES LLANURAS




Han vuelto a editar un hermoso libro y, también, un doloroso libro. Han vuelto a editar un gran libro. “Enterrad mi corazón en Wounded Knee”, de Dee Brown.

Nada hay tan apropiado para entender hoy la lucha del hombre por dominar a la naturaleza como la conquista del oeste norteamericano. Nada ha sido mejor narrado a beneficio y gloria de esa descomunal empresa, que consistió en la conquista y dominio de la tierra y el alma de sus primeros moradores. Y todo en un tiempo record de poco menos de un siglo, el siglo XIX. El libro de Brown es un recordatorio del precio que tuvieron que pagar por ello los perdedores y, como no, los ganadores, que perdieron lo suyo triunfando.

Dos ideas del mundo, dos cosmovisiones se enfrentaron a muerte en innumerables batallas, siendo la matanza de Wounded Knee el epílogo a toda esa carnicería: la idea de que la tierra es eterna y siempre será la madre de donde venimos y adonde volvemos, defendida por los pieles rojas, contra la idea de que la tierra es ilimitada y está toda ella a nuestro servicio por ello hay que conquistarla y dominarla, defendida por el hombre blanco. La idea de que la tierra es ese lugar donde uno se refleja, contra la idea de que la tierra es el lugar donde uno se ha de ganar el sustento con el sudor de la frente. La idea avalada por unos dioses comprensivos y cercanos, contra la idea avalada por un dios severo, castigador e invisible. En fin, como ya puede imaginar dos ideas que nada mas podían encontrarse como un choque de trenes.

Las dos ideas no me parecen atributos propios de la dignidad humana y, claro está, inadecuadas para el entendimiento entre sus diferentes rostros y voces. Ni con la eternidad ni con lo ilimitado se puede ir entre humanos a ningún sitio que valga la pena. Pero el choque fue inevitable y ganó quien era poseedor del mayor poder militar y la mas alta sofisticación política del momento. Quiero ver esta historia así, como un enfrentamiento de esas dos cosmovisiones aludidas representadas y soportadas por fuerzas desiguales en el campo de batalla de las grandes llanuras norteamericanas, uno de cuyos rincones, Wounded Knee en Dakota del sur, fue el escenario donde tuvo lugar el episodio final de todo ese violento desencuentro. Ni conservacionista ni expansionista, ya que estos dos conceptos tienen que ver con una época, la nuestra, que es la heredera de aquellos ganadores, en la que los peligros son otros pues todavía creemos, ya que ha sido así como nos lo han enseñado, que la naturaleza sigue siendo ilimitada, pudiendo ser dominada a imagen y semejanza de nuestros propósitos y delirios.

Se gano un continente para la cultura occidental, pero se perdió la cultura y civilización del indio norteamericano. Dee Brown rescatando del olvido la voz de aquellos indios intenta no tanto devolverles lo que antaño les robaron, como hacernos ver en el presente lo que nuestros antepasados nos negaron como herencia, y que sin duda hoy vivimos como una dolorosa e irresoluble mutilación.