Han
vuelto a editar un hermoso libro y, también, un doloroso libro. Han vuelto a
editar un gran libro. “Enterrad mi corazón en Wounded Knee”, de Dee Brown.
Nada
hay tan apropiado para entender hoy la lucha del hombre por dominar a la
naturaleza como la conquista del oeste norteamericano. Nada ha sido mejor
narrado a beneficio y gloria de esa descomunal empresa, que consistió en la
conquista y dominio de la tierra y el alma de sus primeros moradores. Y todo
en un tiempo record de poco menos de un siglo, el siglo XIX. El libro de Brown
es un recordatorio del precio que tuvieron que pagar por ello los perdedores y,
como no, los ganadores, que perdieron lo suyo triunfando.
Dos
ideas del mundo, dos cosmovisiones se enfrentaron a muerte en innumerables
batallas, siendo la matanza de Wounded Knee el epílogo a toda esa carnicería:
la idea de que la tierra es eterna y siempre será la madre de donde
venimos y adonde volvemos, defendida por los pieles rojas, contra la idea de que
la tierra es ilimitada y está toda ella a nuestro servicio por ello hay que
conquistarla y dominarla, defendida por el hombre blanco. La idea de que la
tierra es ese lugar donde uno se refleja, contra la idea de que la tierra es el
lugar donde uno se ha de ganar el sustento con el sudor de la frente. La idea
avalada por unos dioses comprensivos y cercanos, contra la idea avalada por un
dios severo, castigador e invisible. En fin, como ya puede imaginar dos ideas
que nada mas podían encontrarse como un choque de trenes.
Las
dos ideas no me parecen atributos propios de la dignidad humana y, claro está,
inadecuadas para el entendimiento entre sus diferentes rostros y voces. Ni con
la eternidad ni con lo ilimitado se puede ir entre humanos a ningún sitio que
valga la pena. Pero el choque fue inevitable y ganó quien era poseedor del
mayor poder militar y la mas alta sofisticación política del momento. Quiero
ver esta historia así, como un enfrentamiento de esas dos cosmovisiones
aludidas representadas y soportadas por
fuerzas desiguales en el campo de batalla de las grandes llanuras
norteamericanas, uno de cuyos rincones, Wounded Knee en Dakota del sur, fue el escenario donde tuvo lugar el
episodio final de todo ese violento desencuentro. Ni conservacionista ni expansionista, ya que estos dos
conceptos tienen que ver con una época, la nuestra, que es la heredera de
aquellos ganadores, en la que los peligros son otros pues todavía creemos, ya que ha
sido así como nos lo han enseñado, que la naturaleza sigue siendo ilimitada,
pudiendo ser dominada a imagen y semejanza de nuestros propósitos y delirios.