lunes, 12 de julio de 2010
DE LA CONJUGACION DE SENTIDOS
Fuera del foco de este blog un amigo me envia esta cita de Eric de Kuyper, guionista de la directora belga de cine Chantal Akerman, reconocida por su estilo destructivo y su humor pesimista: "no hay relación entre cine y literatura. Un libro se lee. Una película se ve", Pretende así ilustrar los errores que muchos directores de cine cometen al tratar de combinar en sus películas ambos campos creativos.
Sinestesia: Trabajo de conjugación de dos o más sentidos con el objeto de producir reflexiones complejas.
Un libro se siente. Una película se siente. Con una combinación distinta de nuestros sentidos, pero tanto un libro como una peli, como una obra de teatro, como una pintura, como una escultura, como una sinfonia, como una videocomposición, y sus variantes etc, etc... antes y por encima de todo nosotros las sentimos, las imaginamos y ellas producen sentido. Depende de la intención que le acompañe. El sentir acucia al lector, espectador, oidor, etc, y el sentido hace que ligue cosas, que es lo que más necesitamos, partidos y heridos después de lo que nos zarandea la vida. El sentir la obra de arte que tenemos delante modifica el orden de la percepción de las cosas que teníamos, al tiempo que su sentido nos proporciona otro nuevo.
Otra cosa es que la vista sea la dueña y emperadora del cotarro sensorial, convirtiendo a los demás sentidos en súbditos de sus veleidades y caprichos, pero esto solo ha cuajado en el siglo XX, aunque se venía cocinando desde el XVII. Y es que únicamente nos importa vernos y que nos vean bien (ese binomio alienador, cirujía estética mas psiquiatría), aunque nos sintamos hechos una mierda.
Antes la gente no veia mas allá de las lindes de su aldea, pero los otros sentidos le disparaban la imaginación hasta límites inimaginables hoy en día. Ese es todo el empeño de la investigación sobre la historia de la imaginación de Patrick Harpur (“el fuego secreto de los filósofos”), altamente recomendable para este verano, equiparar un elfo de Islandia con el diferencial entre la deuda de los paises europeos, y comprobar que no hay apreciables desemejanzas. Dos maneras de darle a la imaginación o que mil años de por medio no son nada.
A base de querer ver y verlo todo hemos convertido a la tierra en una aldea y, de repente, a la vista se le ha hechado encima la antigua sensación de perplejidad viendo hasta donde ha llegado. Pero, sobre todo, está perpleja ante la incertidumbre en el mando de los ojos, que le ha metido en la perturbadora sospecha de la importancia que tiene todo lo que ha dejado de ver con su afan visionario y avasallador.
Creo que a la vista moderna le acompaña una idea científica-militar de la libertad que puede resumirse en ese refran, por cierto antiguo, pero adaptado literalmente al campo de maniobras, que dice aquello de que donde pongo el ojo pongo la piedra, o el misil. Sin embargo ponerse delante de la peli, etc., con el sentir y el sentido de que hablaba al principio se adapta mejor a una idea antigua de libertad, que se refiere a la búsqueda infatigable de algo que no se alcanzará a ver nunca. Lo mires como lo mires. Algo absoluto que marca el camino mortal de quienes al sentir mientras miran no sirven a la necesidad de verlo todo con un golpe de ojo. Lo cual no quiere decir que, afortunadamente, todos los escritores y directores de cine, etc., sean solo modernos, ni trabajen con prejuicios científico-militares.