En un país como España, cuyos moradores, “guiados” por sus dirigentes de turno, se han metido ellos solitos en cinco guerras civiles (en la última los tiros y los linchamientos tienen formato digital) en menos de doscientos años, lo que me resulta extraño es que los supervivientes de todos esos desastres usemos hoy todavía algo que vagamente recuerda al lenguaje humano, cuando sabemos que la primera víctima de toda guerra civil es la Palabra.
Así en España escribir o imaginar o crear en general es siempre empezar de nuevo. Nada perdura todo desaparece o queda en forma de ruina bajo el influjo devastador del guerracivilismo dominante. Por eso el adanismo (el mundo empezó el día que yo nací) es la ideología que mejor se acopla a este inacabable y estéril colapso hispano. Tal vez por eso, también, hablamos cómo respiramos, y viceversa.
Les dejo dos muestras literarias de lo que digo. Fueron escritos en 1811, bajo la influencia de los debates que dieron lugar a la Constitución de Cádiz de 1812. Dos siglos después, ahí seguimos.
“Diccionario crítico burlesco”, del liberal Bartolomé José Gallardo, ediciones Trea.
“Diccionario razonado”, del clerical Justo Pastor Pérez, editorial Renacimiento.
Quienes han rescatado ambos textos del olvido son:
Romero Ferrer y Muñoz Sempere, el del autor liberal
Marieta Cantos, el del autor clerical.