miércoles, 28 de septiembre de 2022

BELLEZA Y HORROR

El caso fue que una amiga, en su cualidad de guía turística, fue a la playa de Argelès de la Marenda o Argelès sur Mer (Rosellón, sur de Francia) para hacer una visita guiada al lugar de los hechos. Los hechos fueron estos: esta playa quedó habilitada en 1939 por los gobernantes democráticos de la III República francesa, poco antes del final de la guerra civil española, como un campo de refugiados que huían de semejante catástrofe. Huían porque sus ideas no coincidían, por decirlo así, con las ideas de los militares sublevados tres años antes. Conviene recordar que los unos y los otros, antes del inicio de la guerra, estaban todos amparados bajo la legitimidad constitucional de la II República Española, proclamada el 14 de abril de 1931.

Después de hacer la visita, mi amiga escribió en su cuenta de internet el siguiente comentario:

“Argelès siempre lo encuentro desolado, extenso, sobrecogedor. El lugar donde fueron encerradas más 100.000 personas que huían de la represión franquista. En las fotos de la época podemos identificar este mismo espacio desolado, extenso, sobrecogedor, donde la arena se llena de pisadas de gente que espere un futuro muy incierto. Sin agua potable ni comer los primeros días, ni letrinas ni duchas muchos más, y sin cobijo más allá de unas cañas y unas mantas improvisadas, la vida se hizo muy pesada porque la esperanza era un ejercicio de imaginación extraordinaria. Hoy en la playa de Argelès hemos homenajeado la memoria de quienes fueron olvidados al ser encerrados en este lugar desolado, extenso y sobrecogedor.”


Por mi parte, que he visitado muchas veces la playa de Argelès, leí el escrito de mi amiga con atención, y escribí el siguiente comentario a continuación:

“Pensar sobre el terreno. Tal y como se nos muestra la playa de Argelés en la foto, tranquila, hermosa, vacía, soleada, como si hubiera llegado ayer al mundo, la metáfora se hace inevitable: la belleza, cualquier belleza moderna, esconde el horror.”


Al que ahora aquí añado:

Conviene recordar también, al hilo de esta experiencia concentracionaria, las palabras de Primo Levi:

“Los momentos de más profunda y sincera humanidad los viví y los observé en Auschwitz”


Y las de Hannah Arendt:

"Desde tiempos de Homero los grandes relatos han seguido las huellas de las grandes guerras, y los grandes narradores han emergido de ciudades destruidas y paisajes devastados".