viernes, 18 de febrero de 2022

REGRESO A BABILONIA: LORRAINE

Como dice Richard Ford los relatos que leemos (con mayor razón si lo hacemos en compañía, digo yo) no solo están constituidos por historias accesibles, sino pertinentes en la vida, en la medida en que en ambos casos (Vida y Literatura) se dan las mismas cuestiones: ¿como amo y odio a quienes amo y odio? ¿Como puedo seguir adelante cada día con o sin esas personas? ¿Con o sin esa hostilidad o malestar? ¿Cómo terminará ese día? ¿Viviré o moriré? Etc. Por tanto, convendría mantener vivo dentro de nosotros aquellos relatos que leemos, con mayor razón si lo hacemos en compañía, para lo cual no hay mejor manera que convertirnos en mediadores permanentes entre las expectativas de nuestra mente (formadas a partir no tanto de lo que nos pasa, como de qué hacemos con lo que nos pasa y de qué hace lo que nos pasa con nosotros) y la autoridad del narrador que nos cuenta aquello que leemos. Llamemos Tutoriales a ese aprender escuchando y mostrando como nos trata la vida y como tratamos a la literatura. Y viceversa. Aprendamos como la mano del tiempo pasa sobre los objetos y personas que nos rodean. Hagamos Tutoriales por escrito o en pantalla.

Es por ello que os escribo esta lineas, para comentaros algo que no salió en la tertulia del sábado 12. Me refiero a la nota o carta, pneumatique, firmada por Lorrainey y que Charlie Wales encuentra en su hotel enviada desde el bar del Ritz (pág 487 del cuento). Y lo hago, en tanto en cuanto me pregunto por qué el narrador hace uso de este recurso narrativo en lugar del diálogo que había venido utilizando hasta ese momento. A mi parecer, es un recurso que el narrador utiliza para reforzar la intención que tiene al contar lo que nos cuenta. Leyendo la nota me queda claro la convicción que tiene la autora sobre su capacidad persuasiva para influir e imponerse a Charlie Wales, algo difícil de imaginar con un tipo de diálogo como hemos leído lineas o páginas inmediatamente anteriores, lo cual hace posible que el lector capte así la auténtica dimensión y fuerza de la voluntad de aquel al volver a Paris, que oficialmente es, según sus propias palabras, para recuperar la custodia de su hija, Honoria (?). Una cosa es lo que Charlie Wales quiere hacer cuando emprende el viaje y otra, muy distinta, lo que puede hacer cuando llega a Babilonia-Paris y aparecen en su horizonte de inteligibilidad, ya no solo él con las mejores ideas y los mejores sueños, como antaño, sino los otros y lo otro con sus propias ideas y sueños. Sorprendente descubrimiento hecho por alguien que, no hace mucho, compraba con dinero un fenómeno meteorológico como la nieve  para convertirla, según sus recuerdos, a su gusto y conveniencia en otra cosa. 


Al fin y al cabo, lo que Charlie descubre es lo mismo, y al mismo tiempo, que lo que descubre el lector según va leyendo y llega al final. A saber, como he dicho al principio: la vida y la literatura son recíprocamente accesibles y pertinentes. Viva uno su vida entre la realeza americana, en un hospital, de jubilata, en un instituto, en un banco, de parado de larga duración, etc. La viva ayer o la viva hoy, la literatura (no lo que vives, sino que haces con lo que vives y que hace lo que vives contigo) llama por igual a cada uno de esos vividores, pues toda vida es vivida, y leída. Solo queda, para que podamos oír la pertinencia de esa llamada, apartar los ruidos que pululan entre medias.