lunes, 22 de noviembre de 2021

SACRIFICIO

 La coordinadora de la tertulia de cine advirtió a los asistentes habituales al presentar la película Sacrificio, de Andrei Tarkovski, que estábamos ante un reto. Un reto inusual, apostilló Telmo desde el encuadre de la pantalla de su ordenador. Valga recordar que esta tertulia nació en tiempo de pandemia, es, por tanto, on line y ahí sigue fiel a ese nuevo formato a pesar de que las restricciones pandémicas se han ido reduciendo con el paso de los meses. Como era previsible, tampoco Telmo imaginó que pudiera ser de otra manera, los asistentes a la tertulia de cine descubrieron, sin ser del todo o casi nada conscientes, que el reto inusual era dilucidar la diferencia que hay entre imagen-movimiento e imagen- tiempo, tal y como propuso tímidamente Telmo en su primera intervención. La coordinadora, fiel a su responsabilidad dentro de aquel espacio, quiso averiguar de donde venía semejante dualidad. Telmo le contestó que según sus lecturas, más bien de carácter informativo que reflexivas, el origen es de carácter filosófico por una lado (mencionó a Henry Bergson como el pensador más influyente en este desplazamiento de la imagen dentro de la historia cine) y también de carácter propiamente cinematográfico (cuando después de la Segunda Guerra Mundial las sensaciones sensoriomotrices dan paso, con el neorrealismo, a situaciones ópticas y sonoras puras). 


De forma resumida, Telmo leyó a sus contertulios las notas que había tomado al respecto, dejando claro que el mismo no acababa de entender mucho lo que había copiado, aunque intuía el fondo de verdad que arrastraban tales palabras en su enunciación. Por eso lo hacía, a ver si los tertulianos del momento se sentían, igual que él, interpelados o llamados por ese poso de verdad que ocultaban aquellas palabras. El tiempo, leyó Telmo en voz alta sus anotaciones, deja de ser el número o la medida del movimiento, es decir, una representación indirecta, y el movimiento no es ahora sino la consecuencia de una presentación directa del tiempo: por eso mismo es un falso movimiento, algo así como un falso empalme. El falso empalme es un ejemplo de "corte irracional". Y, mientras que el cine del movimiento efectúa encadenamientos de imágenes por cortes racionales, el cine del tiempo procede a reencadenamientos sobre corte irracional (especialmente entre la imagen sonora y la imagen visual).


Telmo se dio cuenta de inmediato que ese fondo de verdad que, a su entender, tenían las anotaciones que había leído en voz alta a sus amigos de taberna no había sido en balde, dada la expresividad que mostraron los rostros una vez concluida la lectura. Aunque también percibió que los minutos siguientes de la tertulia iban a consistir precisamente en eso, en rasgar ese velo de falsedad que a todos parcialmente les cubría.  


Fue entonces cuando una de las asistentes contó una experiencia personal, para tratar de desencallar la conversación. Contó que uno de los temores más recurrentes, en los años siguientes a tener a su hijo, fue que lo pudiera perder de manera irreversible. Después contó con más detalles esas experiencias e, incluso, otra de las asistentes también reconoció que a ella le pasó lo mismo con sus dos hijos. Telmo prestó sobre todo atención a los primeros minutos del relato, donde, a su entender, aparecía con nitidez lo que había leído a sus contertulios, a saber, eso que trajo el neorrealismo de situaciones ópticas y sonoras puras, vinculando esa novedad al protagonismo de la imagen tiempo en detrimento de la imagen movimiento que pasaba a ser subsidiaria de la primera. Ahora si, quedaba más claro para Telmo, aunque fuera por descarte, que ante una situación tal, en la desaparición de un niño lo que ha prevalecido en la representación cinematográfica, mil veces vista, es su búsqueda agónica: Imagen movimiento